26. ¡Es Aurora!

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Ambos se estaban mirando sin apenas pronunciar palabra, por un lado, Samuel no quería decir algo indebido y destrozar el momento tan idílico que acababan de vivir, demostrado quedó que esa mujer esconde pura dulzura en su interior, lo notó en cada gesto de su entrega. Por otro lado, Andrea, también mantenía silencio atormentada por si la poca experiencia la había delatado y por si ante sus ojos parecía vulnerable.

Samuel: ¿Qué piensas?

Andrea: ¿yo...?-ambos se miraron él estaba con el torso desnudo y ella le faltaba la camiseta-no sé...-él se acercó a ella y agarró su rostro.

Samuel: ¿me permites decirte que me encantas?-ella sonrió tímida mostrándose como siempre lo fue, él se mordió el labio-me pasaría la noche haciéndote mía, una y otra vez

Andrea: Samuel...-se sonrojó, entonces se dio cuenta de que sus sentimientos y su antigua Andrea estaban emergiendo de las profundidades de su alma y no podía, sacudió la cabeza

Samuel: ¿ocurre algo?

Andrea: ocurre, que yo no voy a cambiar...-se apartó de él-que voy seguir siendo la persona que crearon mis demonios.

Samuel: no, espera-trató de agarrar su mano pero ella se apartó-no hables así, tú no eres así.

Andrea: ¿Qué sabrás tú? No me conoces de nada.

Samuel: esto me ha servido para conocerte, sé que en el fondo se encuentra una Andrea dulce y bondadosa, déjala salir, por mí... por esto que sentimos.

Andrea: ¡No puedo!-se soltó de él y se giró a coger su camiseta

Entonces su rostro palideció al notar al final de su espalda un pequeño lunar iluminado por la luna con forma de esta misma, tragó saliva fuertemente, todo encajaba, sí, ese lunar era la prueba definitiva para comprender que Aurora, aquella pequeña que recogió en aquel mismo campo hace 15 años era hija de la mujer a la que se había entregado y a la que estaba empezando a amar con locura.

Su mente se quedó bloqueada, mientras Andrea sin percatarse de su estado ponía su camiseta dando una serie de explicaciones que la mente de Samuel no filtraba dado la fijación que sentía hacia ese característico lunar, Beatriz fue tan despiadada de arrancar a Aurora de los brazos de Andrea y dejarla abandonada a su suerte, suerte que Samuel aprovecho cuando la recogió y la transformó en su ahijada sin serlo, sin tener ninguna ligadura con ella y ahora la vida le daba la posibilidad de perder a su ahijada y a la mujer que comenzaba a querer por el posible silencio ante ese grandísimo secreto.

Ella acabo con su camiseta y se giró observando su cara petrificada sobre ella, pudo notarlo perturbado y realmente afectado por algo, ¿tal vez por sus palabras? La preocupación por primera vez hizo acto de presencia después de tanto tiempo y entonces observó cómo se desplomaba en el suelo perdiendo el conocimiento.

Al día siguiente comenzó a sentir los rayos de sol sobre su rostro, frunció el ceño y se tapó el rostro con las manos comenzando a gruñir, poco a poco terminó abriendo los ojos, su mirada se posó sobre una mirada verde intenso que lo miraba atentamente con la cara llena de preocupación, esos ojos siempre le resultaron familiares conforme iba creciendo pero no era hasta hora que caía en la cuenta de que esa pequeña era la viva estampa de su medio hermano, Fabio Gallardo.

Aurora: ¿Cómo estás?-Samuel se quedó mirándola, como no pudo darse de cuenta antes, es una mezcla entre ambos completamente hermosa-Padrino...-él se quedó en silencio mirándola-¡ANDREA VEN!

Según la llamó esta entró rápidamente en la habitación y lo vio despierto, su cara de preocupación desapareció al momento en el que lo vio bien, se aproximó a la cama y se puso a la misma altura que Aurora para observarlo, él solo se quedó observándolas incapaz de pestañear, ¿Qué iba hacer ahora? ¿Cómo decirles que son madre e hija? Ella desatará su ira en contra de él pensando que se la arrebato, comenzó a respirar agitadamente mientras sus ojos se aguaban, aquella situación estaba pudiendo con él.

LA VIUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora