27. Rendidos a la pasión

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Andrea: no creo que tenga que darte más detalles-se colocó el pelo detrás de la oreja-me cuesta mucho expresar mis sentimientos...

Samuel: no, no los necesito.

Se inclinó para tomarla de la cintura, la acercó a su cuerpo sentándola sobre él e impacto sus labios contra los de ella, al instante ella respondió al beso que le daba con dulzura, mientras sus manos acariciaban su rostro y mientras sus lenguas se entrelazaban nuevamente. Deslizo la mano sobre su cintura y pudo acariciar aquel lunar que tanto lo atormentaba.

Irina: ejem....-sonrió tímidamente mientras ambos se separaron para mirarla sin moverse de su posición-supongo que tendrás hambre ¿no?

Samuel: supones bien-ambos sonrieron avergonzados.

Irina: yo dejo la cena aquí, ya...-miro a Andrea-me voy-se dio la vuelta y antes de cerrar la puerta los miró una vez más-hacéis una pareja estupenda que lo sepáis.

Irina avanzó por el pasillo dando pequeños saltitos de alegría, bajo las escaleras dando un suspiro por la felicidad que sentía en esos momentos, tanta era la felicidad que sentía que se había olvidado de un grandísimo detalle.

Lucas: te noto muy contenta-ella se sobresaltó.

Irina: ¿Qué quieres?

Lucas: lo de siempre, te he visto cada vez más unida al riquillo, en vez de todo lo contrario y lo vas a lamentar Irina-agarró sus muñecas con fuerza.

Irina: no pienso alejarme de Flavio-lo encaró fuertemente, entonces la puerta sonó y Lucas desapareció, tras la puerta se asomó Flavio y la cara de Irina cambió totalmente-¡cielo!-corrió a besarlo en los labios.

Flavio: ya que mi hermano se quedará aquí, decidí venir a buscarte.

Irina: ¿A buscarme?

Flavio: si bueno, supongo que esos dos no se mataran si te llevo conmigo al rancho, ya que ellos van a dormir juntos, he pensado...

Irina: ¿matarse?-soltó una risa-vámonos... me encanta tu idea, esos dos van a matarse pero a besos.

Flavio: ¿Cómo dices?-Irina cogió su bolso.

Irina: los he pillado besándose y tremendo beso, cariño-ambos soltaron una carcajada-creo que Andrea por fin está cediendo-cerró la puerta de casa.

Y efectivamente, Andrea había cedido completamente ante la arrolladora personalidad y fuerza de Samuel, se encontraba sobre él y su vestido había desaparecido junto con la ropa de él, los dos se estaban entregando a un apasionado beso en el que Andrea se dejaba devorar por la boca de Samuel.

Con candencia se fueron quitando lo que les quedaba puesto, quedando los dos completamente desnudos entre besos y fogosas caricias. Samuel la miraba con detenimiento, se moría lentamente por esa mujer, la sola idea de perderla le aterraba tanto que no quería soltarla de sus brazos, haría todo lo posible por ella y la haría feliz porque simplemente se lo merecía después de tanto sufrimiento.

Penetró su interior con intensa fuerza haciendo de sus embestidas un ritmo frenético, mientras la abrazaba incansablemente a la vez que besaba su cuello y sus hombros, ella simplemente clavaba sus uñas en su espalda mientras ascendía y descendía sobre su cuerpo con la ayuda de él.

Sus ojos se encontraron en medio de aquella fogosidad, con los rostros recubiertos de placer e incansables ganas de sentirse el uno del otro, una sonrisa de satisfacción en la cara de Andrea incrementó sus movimientos y el comenzó a gemir cada vez más alto en la soledad de aquella inmensa casa.

Los movimientos de caderas de Andrea hicieron palpitar la hombría de Samuel dentro de ella cuando llegó al orgasmo sintiendo como se vaciaba en su interior mientras hundía su rostro entre sus pechos, ella siguió moviéndose hasta que lo alcanzó en un fuerte orgasmo que retumbo en las paredes de su interior, desatando aquellas descargas que tanto le gustaban...

LA VIUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora