65. Se acerca tu fin

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Irina: ¿Por qué me trajiste aquí?-caminaba con cuidado entre las piedras del río-¿quieres recordar algo en especial?-comenzó a reír sonrojada.

Flavio: es un sitio muy significativo para los dos ¿no te parece?

Irina: pues si...-suspiró-aquella tarde en el río fue maravillosa.

Flavio:-la agarró de un brazo y la acercó a su cuerpo-tú eres la maravillosa-besó sus labios y ella sonrió sobre ellos-no concibo mi vida sin ti...

Irina: yo tampoco mi amor...-él se separó y la miró.

Flavio: sabes... la primera vez que te vi jamás imagine que fuera a sentir este amor tan grande que siento por ti, en vez de meterte poco a poco en mi corazón te metiste de lleno, llenaste mi vida con tu bondad, con tu delicadeza, con esa sonrisa y tus ojos claros-ella ligeramente se emocionó agarrando sus brazos-y a pesar de todo lo que nos tocó vivir aquí seguimos, tú y yo, juntos, eres la mujer con la que ansío pasar el resto de mi vida, la mujer que quiero ver revuelta entre las sábanas de mi cama, quiero que mi hijos tengan el color de tu pelo y tu tierna mirada... todos van encauzando sus vidas a nuestro alrededor, por eso, cuando pase todo esto de Beatriz-se separó de ella y comenzó a descender sobre una de sus rodillas a la vez que sacaba una caja aterciopelada de color negro-quisiera que aceptaras ser mi esposa-Irina enseguida dejó brotar sus lágrimas con una sonrisa-¿Qué me dices?

Irina: ¿Qué te voy a decir mi amor?-se puso a su altura mientras lo comía a besos-¡Claro que quiero ser tu esposa! ¡Es lo que más quiero! ¡Sí, quiero! ¡Si, quiero!-quitó el anillo de la pequeña caja aterciopelada y lo descendió sobre su dedo anular, ella lo admiró maravillada-por eso estabas tan extraño esta mañana...

Flavio: quería darte una sorpresa, te mereces esto y mucho más, me haces el hombre más feliz del mundo-avanzó dulcemente para besar sus labios una vez más.

Ya por la tarde, Andrea, Samuel y Aurora dispusieron todo para marcharse para la ciudad, ya Felipe estaba avisado de su llegada, ya llevaban 15 minutos de trayecto pero Andrea iba demasiado incómoda.

Andrea: sigo diciendo que la idea de marcharnos a esta hora no me parece prudente-suspiró.

Samuel: cielo-tomó su mano-estén tranquila, la ciudad está más tranquila de noche, si llegamos por la tarde habrá mucho tráfico.

Aurora: créeme Andrea, odiarás el tráfico de la ciudad-resopló-se tarda mil años en llegar a todo.

Samuel: en eso Aurora tiene razón-soltó una risa y miró a una Andrea nerviosa-¿Qué te preocupa cariño?-besó su mano.

Andrea: y si no sale bien-tragó saliva y miró su vientre.

Samuel: por eso vamos al médico corazón, para comprobar que todo esté maravillosamente-soltó su mano para cambiar la marcha del coche y de pronto sonó un estrepitoso ruido que hizo que el coche se descontrolara un poco, pero Samuel frenó y paró el coche.

Andrea: ¿Qué pasa?-se alarmó y miró a los lados.

Aurora: vale ahora si tengo un poquito de miedo, debimos hacerle caso a Andrea

Samuel: parece que se pinchó una rueda, tranquilas-quiso abrir la puerta del coche.

Andrea: ¡No!-respiró agitadamente mientras trataba de ver algo en la penumbra, de pronto el cristal de la parte de atrás se hizo pedazos, Aurora dio un brinco y se acercó a la parte delantera donde su madre la agarró con seguridad.

Beatriz: ¡he vueeeeeeelto!-canturreó para después soltar una estrambótica carajada.

Samuel: maldita loca-trató de bajar del coche pero Andrea se lo impedía de nuevo.

LA VIUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora