11. Eres muy misteriosa

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Andrea entraba en las caballerizas, se bajó del caballo y dejó que sus trabajadores le quitaran la silla, para darle un descanso y alimentarlo, cogió una bala de la escopeta, para cargar la que dejó vacía, Irina la observó.

Irina: ¿Ocurrió algo?

Andrea: no...-tras cargarla la llevó con ella hasta dentro de la casa seguida por Irina.

Irina: sueles traer el arma cargada siempre, estabas metiendo un cartucho... ¿Por qué te faltaba uno?

Andrea: porque lo usé

Irina: Andrea del Junco...

Andrea: el nuevo vecino vino a importunarme y le tuve que enseñar quien mandaba aquí.

Irina: ay dios mío... ¡LO MATASTE!

Andrea: solo fue un rasguño-Irina echó las manos sobre la cabeza.

Irina: un rasguño... por dios, ¿y si le paso algo?...-respiró-¡Eres una loca!-Andrea soltó una carcajada ante su reacción.

Andrea: tranquila Irina, cuando me fui quedaba vivo.

Irina: ¿Cómo puedes decirlo tan tranquila?

Andrea: porque lo estoy-Irina se frotó la frente nuevamente

Irina: su hermano estuvo aquí por la tarde Flavio León, buscándote.

Andrea: algo me dijo Samuel cuando me lo encontré.

Irina: ¿Por qué te busca?

Andrea: algún problema hay con las escrituras de Ignacio-caminó hacia el despacho para buscarlas-al parecer les vendieron unos terrenos que son míos y los reclaman como suyos, la parte este del río.

Irina: bueno, puedes llamar al notario y que lo solucione sin tener que enzarzarte con ellos.

Andrea: sabes que me encanta enzarzarme con la gente, es una buena excusa para desatar mi rabia.

Irina: no me canso de decirte que esa actitud no va aliviar en nada tu alma... al contrario... la oscurecerá más.

Andrea: ese es mi problema...

Irina: está bien, te dejaré que hagas lo que quieras... total aunque te aconseje con lo contrario harás igualmente lo que te plazca.

Aurora estaba sentada en el balancín del porche de la casa, admiraba los alrededores y el ambiente olía muy bien, se sentía a gusto allí, aquello le gustaba, extrañamente sentía aquel paisaje y aquel pueblo como algo suyo, algo de su vida.

Samuel: ¿pensativa?

Aurora: más bien tranquila-Samuel se sentó a su lado y ella se apoyó contra él, Samuel hizo una mueca cuando la notó sobre su herida-me siento como en casa.

Samuel: gracias por adaptarte tan pronto al cambio, gracias también por tratar a Patricia, sé que no la apruebas y aun así la aceptas por mí.

Aurora: eres como mi padre... haría cualquier cosa por ti-lo miró con una sonrisa-a pesar de no aprobarla, sigo convencida de que quiere algo más que tu eterna compañía, como por ejemplo tu dinero...

Samuel: Aurora...

Aurora: lo sé, no te gusta escucharlo pero es lo que pienso.

Samuel: la quiero Aurora...

Aurora: y yo lo respeto, pero déjame decirte que sigo sin notar que es el amor de tu vida...

Samuel: está bien, digamos que no lo es, ¿me avisarás cuando aparezca?-ambos soltaron una carcajada.

LA VIUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora