14. Perdida

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Andrea observaba desde la ventana como Flavio se iba hacia su coche y se iba del rancho, Irina entró en casa nuevamente con una sonrisa de oreja a oreja.

Andrea: ¡Te gusta!-se sorprendió y tapó su cara-se te nota a leguas, hacia tanto tiempo que no te veía sonreír.

Irina: parece buen hombre ¿verdad?-la miró-¿Qué opinas?

Andrea: ya te dije lo que opino... Flavio es de ese tipo de hombres-suspiro.

Irina: ¿qué tipo de hombres?

Andrea: esos... con los que te casas y tienes hijos-miró una foto de Fabio y la tomó entre sus manos-...de los de toda la vida, así como mi Fabio-sonrió con los ojos aguados-disculpa, estaré en mi habitación.

Irina: ¿has ido a verla?-Andrea la miró con los ojos envueltos en lágrimas y afirmó.

Andrea: me dijo que la había matado...-Irina trago saliva-que lloraba y lloraba y que tenía que hacerlo...-soltó un llanto

Irina: tranquila...-la abrazó-ve a tu habitación, te subiré un té-Andrea afirmó y con pesadez subió las escaleras.

Entró en su habitación y suspiró, hacia 15 años que el amor de su vida se había ido dejando en ella un gran vacío que nada ni nadie podía rellenar, ¿Por qué a ella? Se preguntaba una y otra vez tratando de encontrar en su cabeza algún motivo por el cual la vida y Beatriz le habían arrebatado la felicidad que tanto tuvo.

Andrea: que feliz fui a tu lado, a pesar de todo-miró el cielo a través de la ventana-te echo tanto de menos mi amor...-tocó sus labios e inconscientemente recordó a Samuel-sus labios...

Aurora caminaba por los campos de cultivo sin perder de vista la casa principal, buscaba con necesidad a su padrino que seguro estaba trabajando en la siembra del algodón, necesitaba un poco de conversación o se moriría entre el aburrimiento y la desesperación de Patricia por un frapuchino.

Aurora: ¡te encontré!-asustó a su padrino.

Samuel: cielo, ¿Qué haces por aquí?

Aurora: es que me aburro, no hay nada que hacer en el rancho.

Samuel: si quieres puedes ir al pueblo, ve con Juana.

Aurora: está metida en la cocina y lo prefiero ¡eh! Hace unas comidas riquísimas-soltó una risa.

Patricia: ¡estáis aquí!-Aurora entreabrió la boca sin creerse que estuviera allí en tacones-¡Ay!-tropezó y Samuel la sujeto.

Samuel: ¿era necesario venir en tacones, mi amor?-soltó una carcajada.

Patricia: es que vi a Aurora salir y no me dio tiempo a cambiarme, quería ver a donde iba.

Aurora: ¿y por qué?

Patricia: solo quiero compartir tiempo contigo... no sé, ¿podíamos dar un paseo? Eso sí-se señaló la ropa-si me dejas cambiarme-Samuel sonrió.

Aurora: está bien, vamos a que te cambies y daremos un paseo, prohibido hablar de frapuchinos te lo advierto.

Patricia: si... está bien-sonrió

Samuel: no vengáis tarde, aquí oscurece pronto.

Aurora y Patricia fueron nuevamente a casa, la primera esperó a que la segunda se cambiase por algo más cómodo y plano para poder pasear por ahí tranquilamente, bajo las escaleras y ambas salieron nuevamente de casa para hacer una pequeña caminara y conocer aquel lugar en el que vivían.

Patricia: oye Aurora... yo siempre quise mantener esta conversación contigo, pero nunca me atreví.

Aurora: tú dirás-dijo andando encima de unas pequeñas rocas.

LA VIUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora