twenty three

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La puerta de la habitación se abrió suavemente, dejando entrar un rayo de luz matutina que cortó la penumbra en la que se sumergía el espacio. El sonido de la puerta al deslizarse lo despertó de su sueño profundo, aunque sus párpados se resistieron a levantarse completamente. Harry apenas pudo entreabrir los ojos, los cuales captaron la figura familiar de Louis moviéndose con un cuidado casi reverencial. El abogado, con su porte habitual de serenidad y control, avanzó en silencio hacia la mesita de noche, donde colocó un vaso de agua y una pastilla.

—Eres muy malo fingiendo que sigues durmiendo —murmuró Louis, con una sonrisa apenas perceptible mientras observaba al joven de reojo— aquí tienes algo para tu dolor de cabeza.

Harry intentó esbozar una sonrisa, aunque sus labios apenas se movieron. La pesadez en su cuerpo y el punzante dolor en su cabeza dificultaban hasta los gestos más simples. Logró articular unas palabras, aunque su voz sonaba áspera y débil, reflejo de la dura noche que había pasado.

—Por dios, eres mi salvador —respondió con dificultad, incorporándose lentamente en la cama.

Al moverse, un malestar profundo se instaló en su estómago, y la necesidad de vomitar se hizo presente, subiendo por su garganta de forma amenazante. Sin embargo, con esfuerzo, logró contenerse, controlando las náuseas que lo sacudían. Con manos temblorosas, extendió el brazo para tomar el vaso y la pastilla que Louis había dejado junto a él. En un solo movimiento, se llevó la pastilla a la boca y bebió el agua, dejándose caer de nuevo contra las almohadas, esperando a que el analgésico comenzara a hacer efecto.

—¿Cuánto tiempo dormí? —preguntó, su voz cargada de agotamiento.

Louis, que había permanecido de pie a su lado, se permitió sonreír al escuchar la pregunta.

—Como unas doce horas desde que te dejé aquí. Ni siquiera te diste cuenta cuando lo hice —respondió, su tono mezclando el alivio con la preocupación mientras tomaba asiento en la cama junto a Harry— pero al menos te sirvieron para no sentirte mal en cuanto llegamos.

Harry dejó escapar un suspiro profundo, su mente comenzando a procesar los eventos de la noche anterior. Cada movimiento, cada palabra, parecía volver a él de forma fragmentada y borrosa, como si los recuerdos estuvieran cubiertos por un velo de niebla.

—Definitivamente aprendí la lección de no volver a beber de tal manera —murmuró, con una expresión que combinaba arrepentimiento y humor.

Louis asintió, sus ojos observando al joven con una mezcla de ternura y exasperación.

the auction (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora