Capítulo 1 I Aún quiero vivir.

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Arrodillada y ensangrentada, con la cabeza gacha y la mínima posibilidad de conocimiento. Rin recibía una descarga eléctrica tras otra y frente a ella, el líder del Ejército Akatsuki la miraba con ira.

Dos horas sin hablar, dos horas de tortura.

— Será mejor que abras la boca antes de que te mate yo mismo. —el hombre de cabellera rojiza se agachó para mirarle el rostro—Te lo pediré una vez más, dame las ubicaciones de los pelotones ahora.

— Jamás. —Rin gimoteo, y acto seguido recibió un golpe en el rostro.

— ¡Llevenla a su celda!

Arrastrada por los grandes hombres con el emblema de la nube roja en sus brazos, Rin fue llevada hasta la última celda de las hileras donde su Escuadrón era resguardado, 6 personas se negaban a decir una sola palabra y el silencio les costaría la vida.

— ¿Comandante? ¡¿Sigue ahí?! —la voz que se colaba entre la oscuridad le pertenecía a Shizune, una médico asignada a su Escuadrón.

Rin se arrastró con la fuerza que le quedaba hasta el catre del otro lado del reducido espacio, gimoteo y su sangre mancho el piso mientras ella encontraba su voz para responder.

— Lo estoy, no te preocupes por mi.

— ¿Moriremos? —el temor inminente en la voz de la azabache le dio un escalofrío.

Shizune había sido voluntaria, era una residente de medicina antes de alistarse en el Ejército para servir a su Rey. Mientras tanto, la Nohara fue reclutada, y ahora la azabache sentía más cerca el final que ella misma, casi podía reír, su juramento les había arrebatado su vida y ahora su libertad.

— No, Obito nos salvará.

Uchiha Obito, el Comandante de Escuadrón por el que habían sido capturados. Por la supervivencia de aquel hombre ella recibía los peores castigos y 2 semanas después del atentado estaba moribunda y tratando de refugiarse en el hecho de que él vendría con su corcel a salvarla.
El Uchiha y ella se conocieron en los campos de entrenamiento, su relación de amigos pronto floreció  en algo más que no tenía intenciones de romperse, hasta que la abandonó en medio de Campos enemigos.

— Shizune. —la llamó con voz áspera y frágil.

— ¿Si, señora?

— Alguien vendrá por nosotros, sólo debes encargarte de sobrevivir el suficiente tiempo.

Y con esas palabras, Rin creía que serían las últimas, la fuerza que la mantenía viva se empezaba a desprender de su cuerpo y mientras la tenue luz de la Luna se colaba entre los barrotes de la ventanilla de su celda, ella creía que se acercaba su final, lo último que vería sería a su compañera frente a ella, con el rostro hundido en lágrimas y colocando agua sobre las quemaduras de sus brazos, la imagen le partía el corazón pero ella se encontraba en circunstancias más precarias.

Aún así, creyó que su sacrificio serviría de algo, si ella moría le gustaba pensar que no sería en vano, quizás la guerra terminaría pronto.

Quizás no.

[...]

Un rugido como el de un león hambriento se colaba entre el silencio de las hileras de celdas de su prisión, seguía viva y sabía que el ruido y la luz entrante sólo significaban problemas.

Más fue su sorpresa cuando las voces y pasos abrían las celdas con sumo cuidado como si fueran a despertar a alguien.

"¡Estamos a salvo!" "¡Gracias, muchas gracias!"

Ella podía ver a su amiga siendo sacada por un hombre alto y de piel bronceada, cubierto con uniforme negro, el mismo que ella portaba pero hecho pedazos.

<<El Ejército del Rey>> pensó, pero ya no le quedaba fuerza ni para emitir un sollozo, cualquiera que la viese creería que estaba muerta.
Sin embargo, un hombre deslizó la puerta de su celda y la miró.

<<Obito.>>

Pero a medida que se acercaba la imagen era completamente distinta al Uchiha, aquel hombre era mucho más alto y tenía la piel blanca como la nieve, además de los músculos que se tensaban bajo el uniforme del ER. Cuando se arrodilló junto a ella, notó la máscara que le cubría medio rostro y los mechones platinos que se escapaban del casco, le tomó el pulso y su tacto fue como una recarga para su débil cuerpo.

— Y-yo...

— Deténgase. —le susurró con voz firme y un toque de dulzura.— Estará a salvo, se lo prometo.

La levantó del catre, con sumo cuidado y la pegó a su pecho mientras los demás soldados se paseaban por las instalaciones con rifle en mano. Su salvador ni se inmutó ante el caos a su alrededor y Rin no podía hacer nada más que temblar, tal vez por miedo a que el enemigo los atacará o por alivio a estar viva. Tal vez ambas.

Cuando la dejó en uno de los vehículos de escape y heridos, ella no podía dejar de temblar aunque lo desease y el hombre se despojó de su chaqueta de la ER para colocársela como una manta

— Se le llevará a un hospital junto con su Escuadrón, ustedes han sido verdaderos héroes y el Rey los compensará por su valor. —dicho esto desapareció entre los soldados.

Rin cerró los ojos, habían sido dos semanas duras más los meses en el frente que aún recordaba con claridad, sólo quería que la dieran de baja o quizás, como sargento de los nuevos reclutas.

Sólo quería seguir viviendo, sólo quería paz y con la suave chaqueta y el olor de su salvador, al fin podía encontrarla aunque solo por unos instantes.

No podía olvidarse de su juramento ni de su deber como soldado.

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