Capítulo 26 I Debes irte.

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Gai vio a la lejanía a Kakashi, este estaba caminando con una mujer a su lado que se sostenía fuertemente de su brazo. Para ser una mujer mayor, la modista tenia demasiada energía y sabía, por la expresión del platino, que llevaba con ella mucho tiempo.

— Cuando termine con su traje se verá como un verdadero príncipe. —musitó la mujer. Kakashi sonrió.

— Se lo agradezco mucho.

Cuando la mujer desapareció por el pasillo, el Hatake suspiró.

— Tiene más energía que yo. —Gai sonrió ante el comentario de su mejor amigo.

— Parece demasiada entusiasmada con la idea de hacer tu traje. —Kakashi asintió— Hablando de entusiasmo, te vi hablando con la Comandante Nohara.

El platino se ruborizó.

— ¿Así? —Maito Gai asintió— ¿Y qué escuchaste?

— Lo suficiente. No puedes seguir con esto y lo sabes.

— Sólo somos amigos, no deberías preocuparte. —dijo tratando de salir de la habitación.

Gai se puso frente a él.

— Preocuparme es exactamente lo que debería hacer, ya he visto esa mirada antes y no terminó muy bien. —Kakashi se detuvo en seco, inspeccionando a su amigo.

— No es igual, no tienen nada de parecido. —había sido un golpe muy bajo.

— Tiene un parecido, en ambas situaciones estás cegado. —respondió el azabache, estaba desesperado por tratar de salvarlo— Tú tienes un deber por cumplir y si en verdad quieres hacerlo bien, Rin no puede entrar en el panorama.

El platino se quedó estático y tenso la mandíbula.

— Tienes razón. —aceptó con pesar— Ya no soy un simple soldado. Hablaré con ella.

El príncipe caminó hacía la puerta.

— Kakashi. —llamó Gai— Lo siento.

— Yo también. —musitó antes de cerrar la puerta.

[...]

La casa de sus abuelos estaba a las afueras del Reino de la Hoja, rodeada de bosque y a lo lejos, la sabana donde su padre había encontrado ha su mascota.

— Debemos irnos. —Jiraiya estaba a su lado, ambos contemplando la estatua del halcón Tobirama.

El halcón era mascota del rey Hashirama, entrenado para volar sobre los campos enemigos y obtener tener información.

— Creí que los animales en la corona sólo eran representaciones de los reyes. —musitó el infante, no recordaba mucho de Reon*, quizás su padre lo había llevado ahí para no asustarlo.

— No, al momento de coronarnos, nuestra mascota se posa ha nuestro lado. Son nuestros protectores y nuestros amigos, por eso son tan especiales.

Jiraiya miró la estatua de Fakasaku, su pequeño sapo lo había ayudado tanto en épocas de guerra y lo hizo sentir en casa aún estando lejos. Sonrió con melancolía.

— Vamos. —se levantó y Naruto lo siguió hasta el interior de la casa.

El león de Minato, Reon, los miraba con pesar cuando entraron. El animal había enfermado hace poco y su final se acercaba con rapidez, Jiraiya creía que el felino sentía que su dueño había partido y ahora, sólo buscaba volver a su lado.
Naruto se recostó junto a el león y su abuelo de sentó frente a ellos. La noche había caído y se encontraban junto a la chimenea, al verlos, Jiraiya recordó cuando Minato había encontrado a su querido león. El Príncipe tenía 15 años y ambos caminaron kilómetros antes de encontrar al león: hambriento y herido, al parecer Minato tenia un don para salvar a cualquiera.

Rey de Plata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora