— Estamos listos cuando desee, su Alteza.
Kakashi asintió y dirigió su mirada ha la cámara frente a él, reflejando su aspecto: la corona del príncipe sobre su cabeza, el cabello perfectamente peinado y el traje negro haciéndolo lucir aún más imponente. El hombre tras ella le hizo una ceña para que empezase hablar:
— Ciudadanos de Konoha, tengan buenas noches. —la tranquilidad se reflejo en su voz— Tras mi presentación como príncipe mayor han surgido ciertas, dudas. Se que puede llegar a ser difícil entender de dónde salí.
Las personas en la habitación rieron y él esperó que ese sentimiento se extendiera por todo el país.
— Quizás muchos de ustedes me recuerden comprándoles en la zona comercial o estando detrás del rey Minato, ciertamente, yo era un príncipe vestido de soldado. Pero ahora, me veo obligado a tomar el lugar que me corresponde como su rey, he visto como funciona esta nación desde el punto de vista de un soldado. Y creanme, que el Reino de la Hoja se ha hecho grande por su gente, se que aún en los momentos mas difíciles han mostrado solidaridad y un apoyo hacia la familia real que ha significado mucho para nosotros. En cuanto a mi, honraré el nombre de mi padre y mis antecesores pero sobre todo, protegeré ha esta nación, con mi vida.
La transmisión terminó segundos después pero Rin no podía dejar de mirar el televisor, se veía tan diferente, como lo que realmente era: un príncipe. Pero ahora era más lejano que nunca.
— Ese príncipe es un encanto. —chilló su madre a sus espaldas— Es tan apuesto, estoy segura que ya se ha ganado al pueblo entero.
Su padre rió.
— ¿En verdad te fijas en eso? —la recriminó— Deberías juzgarlo cuando empiece a gobernar.
Perdió el hilo en la conversación de sus padres, tenía la mano sobre la pantalla del televisor, sólo habían pasado unos días desde su partida pero parecía que fue hacia una eternidad desde que Kakashi y ella cruzaron palabra ¿la extrañaría?
Ella lo extrañaba, cada vez que lo veía en la pantalla, en carteles por la ciudad, se le estrujaba el corazón. Se rompía su alma al pensar lo que pudo haber sido, pero sabía que él estaba destinado a la grandeza y con ese discurso se había colado en el corazón de todos los ciudadanos de Konoha, ahora todos vitorearan su nombre.Y ella sólo era capaz de susurrarlo.
[...]
Estaba furioso. Ese niño sólo estaba jugando ha ser príncipe y su discurso había sido demasiado convincente, ¡hasta él se sintió cautivado por sus palabras! Pero al ver su querida corona sobre su cabeza, su odio se intensificó con fuerza.
Esa corona le pertenecía, por primera vez, en muchos años, el trono estaba ha su alcance y no dejaría que un soldado de porcelana se lo arretabase.Mientras esperaban la llegada del niño bonito para la reunión del consejo, se encaminó con sigilo hasta la habitación que había estudiado los últimos días, si conseguía que aquel soldado lo ayudará, el príncipe de plata se desplomaría y todos verían lo que él ve: no era digno y nunca lo sería.
— ¿Quién anda ahí? —no podía creer que ese espacio fuera tan reducido— ¡responda!
— Tranquilizante, no es la forma en la que deberías hablarle a tus visitas. —musitó, encendiendo las luces.
— ¿Quién eres tú? —al parecer, aquella familia tenía un problema para escuchar a los demás.
— Puedes llamarme Danzo. —él se acercó al joven que retrocedió instintivamente— Vine aquí para proponerte un trato.
— No necesito su trato, el príncipe me ofreció una opción demasiado buena, no traicionaré su fe en mi.
— ¡Ah el príncipe! Todos parecen demasiado encantados con él. —susurró Danzo— Pero yo puedo ofrecerte un mejor trato que el que se te ha ofrecido.
— ¿Así? ¿Y qué podría ser? —el muchacho se cruzó de brazos.
— Tu libertad. —respondió— Piensalo, Obito, ¿no fue eso lo qué te impulsó ha seguir al Ejército Akatsuki? ¿No querrías poder ser libre para poder pasear con tu querida Comandante Nohara?
— ¿Rin? ¿Qué hay con ella? —Danzo sonrió con diversión.
— ¿No te enteraste? El príncipe la envió a casa, al parecer ya no es necesaria.
— ¡No hables así de ella! —Obito se aferró a los barrotes.
— ¡Yo no la consideró así! La Comandante es una gran soldado pero, al parecer, para él príncipe ella es desechable. —se victimizo— Entonces Obito, ¿aceptas?
[...]
Ajustó la capucha sobre su cabeza y se apegó a las murallas del Palacio, quizás era muy pronto pero estaba desesperada. Escuchó su voz a la lejanía y justo en la ventana sobre su cabeza, ahí estaba, era él. Sentado tras un escritorio con un hombre a su lado, se le detuvo el corazón. Estuvo soñado con su aspecto por años y aunque ya lo había visto por la pantalla, nada era comparado con verlo tan cerca, tenía el cabello platino que tanto le gustaba, era alto y fornido, parecía un líder nato pero ya no recordaba su voz ni la última vez que le había dirigido una mirada.
— Señora, no puede estar aquí. —sintió como le sujetaban el brazo y se volteó con brusquedad haciendo que la capucha cayera hacia atrás.
— Y-yo... Lo... —abrió los ojos con sorpresa y el miedo la invadió.
— Un segundo, ¿Lina? —la azabache no reconoció de inmediato al hombre frente a ella pero poco a poco los recuerdos llegaron a su mente.
— ¿Gai? ¿Maito Gai? —el Comandante la estudio de arriba a abajo y detuvo en la mirada escarlata de la mujer, tratando de adivinar sus intensiones.
— ¿T-tú... Qué haces aquí? —el azabache parecía haber visto un fantasma.
— Yo, necesito hablar con Kakashi.
— No, largate, ahora. —gruño Gai.
— No, yo debo...
— ¡He dicho que te largues! —el azabache se tapó la boca al darse cuenta de su error.
Lina lo miró extrañada.
— ¡Comandante! —ambos se voltearon con lentitud ante el llamado de Shikaku.
Lina nunca se había sentido tan vulnerable como en aquella ocasión, cuando Kakashi la observaba desde la ventana, con una mirada llena de odio y rencor.
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Rey de Plata.
Fanfiction"Juro solemnemente que daré mi vida por mi Rey y mi país, sin importar las circunstancias y la adversidad, si mi Rey esta a salvo, abre cumplido mi palabra." Después de un secuestro que la ha destruido por completo, la Comandante Rin Nohara es lleva...