Soldado.

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La fila era enorme en el centro de reclutamiento, los hombres frente a él se empujaban y bromeaban acerca de como sería la vida en el ejército. 

—Debe ser una tontería, hay demasiados soldados en las calles para tomárselo enserio. —murmuró uno a sus espaldas. Kakashi soltó un gruñido.

—¡Eres un idiota! —lo regaño otro— Estamos en guerra, nuestra nación depende de nosotros.

La fila comenzó a avanzar, en los muros de los edificios adyacentes podía verse la imagen del rey Minato, vistiendo uniforme militar y la frase: "Te necesito, pelea por tu nación".
Kakashi la observó con interés y un sentimiento de culpa se instaló en su pecho, se suponía que estaba ahí por órdenes del hombre en el cartel y al terminar, debía volver inmediatamente para terminar sus deberes. En su lugar, ahí estaba, dispuesto a darlo todo para proteger.

«Tendrá que perdonarme padre, pero debo encontrarla» pensó mientras llegaba al final de la larga fila.

—¿Nombre? —soltó sin cortesía el soldado frente a él, tenía al menos diez años más que el platino.

—Comandante Kakashi Hatake. —respondió. El soldado lo miró con sorpresa y se levantó con tanta rapidez que hizo tambalear la mesa.

—S-señor, ¡es un honor! —tartamudeó haciendo un saludo militar.

—Descanse, soldado. —dijo— Quiero enlistarme para la próxima misión que salga.

El hombre lo miró estupefacto, sin saber muy bien que hacer.

—S-supongo que eso debe verlo con el Coronel Uchiha. —dijo rascándose la cabeza.

—Entonces anoteme, soldado; iré con el Coronel. —El hombre asintió.

—¿Podría decirme su edad? —preguntó temeroso.

—Catorce años.

El soldado anotó con rapidez y le dio pasó al centro de reclutamiento, una de las bases de la Guardia militar. Kakashi caminó por los pasillos con lentitud, observando con atención a los soldados dentro, era muy posible que alguno fuera parte de su escuadrón, hasta que uno le llamó la atención: Gai.

—¿Qué demonios estas haciendo aquí? —lo encaró, el azabache palideció ante la presencia de su amigo.

—¡Eso debería decir yo! —acusó— Tú deberías estar en el palacio.

El platino desvío la vista de su compañero, ¿debería decirle? ¿Lo detendría? Gai era su amigo de la infancia, entendía lo que significaba para él obtener respuestas sobre su madre.

—Me enlisté. —susurró— Escuché que las misiones son a las afueras del Reino de la tierra.

Gai fruncio el ceño.

—¿Y eso qué? Tienes responsabilidades aquí. Yo debo de subir mi rango militar sino quiero quedarme atrás de mi eterno rival. —replicó.

El platino se pasó una mano por su cabello y suspiró.

—Ella esta ahí. —soltó sin más— Mi madre, Anko me dijo que vio una mujer con su descripción en ese reino.

Anko no sabia quién era pero había visto en el rostro de su Comandante la desesperación por encontrarla y decirle le pareció lo más correcto.

—¡¿Éstas loco?! —Maito Gai parecía molestó— ¡¿Dejarás todo lo que tienes por Lina?!

—Serán unos meses y se que Minato entenderá. Además, necesito respuestas. —el platino volvió a mirarlo— La busqué por tanto tiempo y ahora, finalmente esta a mi alcancé. Gai, podré volver a ver a mi madre.

Rey de Plata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora