Capítulo 40 I Mi alma es tuya.

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Shizune caminaba junto a Gai mientras ingresaban al palacio. Aquel lugar no le traía los mejores recuerdos, sin embargo, el azabache le regalo una dulce sonrisa que despejó todos sus fantasmas en un instante.

—Parece que no hay nadie. —susurró el Comandante, adentrándose más al hogar real— ¿A dónde podrían ir?

—No lo sé, —respondió— ¿está bien que estemos aquí?

—Por supuesto, yo soy el mejor amigo del rey. —Gai hablaba con jubiló y emoción, lo cual, la contagiaba.

—Parece que ya estás recuperado. —musitó con leve pesar, un sentimiento bastante egoísta.

—Me siento mucho mejor, gracias a ti. —Gai hablaba distraídamente, sin percatarse del impacto que tenían sus palabras en Shizune— Espero que no tarden mucho, ¡estoy ansioso por regresar a la acción!

Shizune rió.

—No deberías precipitarte, aún debes tener cuidado. —apartó la vista del hombre frente a ella y contempló el palacio, no había cambiado nada desde su partida. Gai soltó un bufido.

—De acuerdo, iré con calma. —murmuró entre regañietes.

—Olvide lo tranquilo que podía ser este lugar, —susurró la azabache más para si que para Gai, con el bullicio que se vivía en el hospital, no recordaba la última vez que todo estuviera tan silencioso— es bastante tranquilizador.

El Comandante se acercó a ella, ¿cómo podía disfrutar de algo tan quieto? Al azabache le encantaba estar en movimiento todo el día y llevar a su cuerpo al límite, sin embargo, para Shizune la calma era un regalo, un privilegio que rara vez se podía dar.

—Es extraño que disfrutes de algo tan simple.

—Me sorprende que tú no lo hagas, después de todo lo que has pasado. —recriminó Shizune.

—Lo haré cuando no me queden cosas por hacer, —respondió— y espero que me enseñes a hacerlo.

Shizune lo miró sorprendida y luego se sonrojó violentamente, sin ligar a dudas, Gai no era consiente del poder de sus palabras.

La puerta del palacio se abrió abruptamente, detrás, Kakashi le decía algo a Rin indescifrable para la pareja en el salón.

—Gai, —dijo el rey— volviste.

—Su Alteza, es un honor volver a servirle. —el azabache hizo una reverencia con una sonrisa en el rostro.

—Es bueno tenerte de vuelta.

—Su Majestad. —saludó Shizune imitando el gesto del Comandante. Kakashi asintió a modo de saludo.

—Estoy listo para volver a mis labores.

Rin miró a Kakashi, pero el mantenía la vista al frente.

—Lo harás y durante tu recuperación, la Comandante Nohara te ayudará en tus deberes. —señaló a Rin— Cuando se requiera, ella estará junto a ti.

Gai se mantuvo inmóvil, intercambiando la mirada entre el monarca y Rin, quizás se fue demasiado tiempo.

—Como ordene.

—Shizune, agradezco tus servicios y  esperó que me mantengas al tanto del seguimiento de Gai. —Kakashi me mantenía al margen, como si fueran desconocidos y no personas que conocía de hace tiempo. Sabía que los límites sobrepasados ya habían hecho estragos antes, de los  que no se podía recuperar.

—Por supuesto, mi rey. —el platino abrió la boca para decir algo cuando  Shikaku apareció.

—Su Alteza, ocurrió algo que necesita su atención. —el Hatake asintió.

Rey de Plata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora