Estático. Con la puerta frente a él y las manos sudorosas. Dicen que un corazón roto es un corazón que ha amado.
Y el de Naruto estaba hecho pedazos.
— Es hora. —susurró su madre a su lado y le tomó la mano.
Sentía como si caminará por inercia, como si su cuerpo fuera controlado por alguien más. Y mientras avanzaba por las calles, podía observar los rostros tristes de los ciudadanos que despedían a un gran rey, algunos no podían despegar la vista del ataúd que avanzaba frente a él sin poder creer que el rubio ya no estaba.
E irónicamente, Naruto no podía mirarlo. Aún sabiendo lo que el amanecer traería consigo, eso no aminoraba el dolor en su interior.
Cuando finalmente se detuvieron en las orillas del mar, el príncipe supo que era su última oportunidad para despedirse de su padre. Sin embargo, no podía moverse, desde la lejanía sólo podía contemplar a su madre desplomarse sobre el ataúd y abrazar al cuerpo inerte de su padre, vestido de blanco como un ángel. Un ángel justiciero.
— Adelante Naruto, acercate. —alentó Jiraiya a su lado.
— N-no puedo hacerlo. —respondió con un hilo de voz.
— Es tu última oportunidad. —el mayor posó una mano sobre el hombro del infante.
— Lo sé, pero no puedo. Temo no poder recuperarme si lo veo así. —Jiraiya se arrodillo frente a él. Rubio y de ojos brillantes, igual que Minato. Quizás demasiado.
— Yo también tengo miedo. —confesó— Pero en nuestras pérdidas encontramos coraje, no dejes que el miedo te impida acercarte, sino lo haces ahora, te arrepentirás toda tu vida.
Un tintineo de valor se encendió en su corazón, asintió y caminó lentamente hasta el ataúd mientras su madre se acercaba a Jiraiya.
— ¿Qué le dijiste? —le preguntó Kushina mientras observaba al niño susurrarle algo a su padre.
— Lo que debía escuchar. —respondió— ¿Llamaste a Kakashi?
— Intenté hacerlo, no hubo éxito. Se que Minato hubiera deseado despedirse y darle algún consejo para afrontar lo que viene. —mientras hablaba, el príncipe le hizo un gesto al soldado a su lado.— Pero ahora esta demasiado lejos.
— Pobre muchacho, la muerte nunca le ha dado la oportunidad de despedirse. —Jiraiya tomó una flecha y proclamó en voz alta:— ¡que las luces de las estrellas en el cielo sean tu guía y los cantos de los ángeles tu compañía en el camino! ¡Que proclamen tu nombre con amor y furia, para que tu historia se convierta en leyenda y sepamos que haz tomado el lugar te corresponde en la mesa de los reyes! ¡Por que ha caído un gran hombre. Un hijo. Un esposo. Un padre. Un amigo!
Kushina encendió la punta de la flecha y tenso el arco, mientras el barco con Minato se adentraba al mar.
— Adiós, cariño. —susurró antes de soltar la flecha que fue seguida por cientas y consumían el barco.
Un pueblo se despedía y ahora que perdían a su líder, estaban a la deriva. Pero por un momento no importaba y se dejaban llevar por un sentimiento y un mensaje que deseaban transmitirle a su rey:
Gracias, Minato.
[...]
Todo a su alrededor era oscuridad, sin importar cuanto avanzaba no parecía llegar a algún punto. Y de pronto, una luz cegadora lo golpeó de frente.
— Cuanto tiempo, Kakashi. —musitó una voz que casi había olvidado.
— ¡¿P-padre?! —frente a él un hombre de cabellera platina y ojos negros le sonrió. Sakumo estaba ahí, frente a él.
¿Cómo podía ser posible?
— No creí que volvería a verte tan pronto. —a pesar de todo, Kakashi se mantenía quieto sin dar indició de moverse— No después de que te abandoné.
— Se que no era algo que desearás, tú no tuviste elección. —respondió, recordando lo que el hombre frente a él solía decirle siempre antes de que partiera a una misión— Deber es deber.
— Lo has hecho muy bien hasta hora hijo, te has convertido en un hombre hecho y derecho como yo quería. —Sakumo sonrió con nostalgia— Y cada día, desde que morí me culpó por no haber estado ahí cuando hiciste la transición de niño a hombre.
Kakashi se acercó a su padre, ahora él era mas alto.
— Yo siempre he estado orgulloso de ti, diste tu vida por tu nación y evitaste que la guerra llegará hasta mi, supongo que sólo me queda decir, gracias. —sin duda alguna, había cambiado mucho desde la última vez que se vieron— y no deberías preocuparte por mi, encontré gente buena que me quiere, una familia.
— ¿Así? ¿Y quién podría ser?
— El rey Minato. —Sakumo abrió los ojos con sorpresa. Debía advertirle, si quería ayudar a su hijo al menos una vez.
— Creo que es hora de despedirnos. —musitó el mayor de ambos— Debes volver al palacio inmediatamente.
— ¿Qué? ¿Volver? No puedo hacerlo.
— Kakashi, escuchame. Tu labor aquí ha terminado, en tu hogar te necesitan. —dijo en tono serio— Ahora todo depende de ti.
— ¿De qué estas hablando? —Sakumo empezó a desaparecer frente a sus ojos— ¡¿Padre?! ¡¿Padre?!
De pronto todo volvió a tornarse oscuro y escuchó su honorífico desde la lejanía.
— Capitán, Capitán despierte por favor. —cuando abrió los ojos se encontró con un soldado frente a él.
— ¿Qué sucede? —preguntó incorporándose.
— Hay una llamada para usted, viene del palacio.
Con rapidez salió de la tienda hasta donde se encontraban los teléfonos y radios. Un grupo de soldados trataban de calmar a la persona que se encontraba al otro lado de la línea.
— Capitán, alguien quiere hablar con usted.
— Gracias. —el Hatake tomó el aparato y lo pegó a su oreja— Habla el Capitán Hatake.
— Kakashi. —la voz de su mejor amigo sonó áspera y frágil.
— ¿Gai? ¿Qué ocurrió? —musitó con preocupación.
— Debes volver ahora. —el azabache suspiró— Ah ocurrido algo muy grave.
— ¿Es Minato? ¿Le ha pasado algo? —Sakumo le estaba advirtiendo algo.
— No es algo que pueda decirte por teléfono, Asuma irá en tu lugar.
— Bien, partiré de inmediato. —se frotó el rostro.
Cuando colgó, los soldados lo miraron expectante.
— Empaquen todo, volveremos a Konoha está noche.
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Rey de Plata.
Fanfic"Juro solemnemente que daré mi vida por mi Rey y mi país, sin importar las circunstancias y la adversidad, si mi Rey esta a salvo, abre cumplido mi palabra." Después de un secuestro que la ha destruido por completo, la Comandante Rin Nohara es lleva...