Capítulo 41 I A diferencia de ti.

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—¡El Capitán dijo que podría llegar a ser Sargento pronto si me esforzaba! —anunció Kakashi con emoción.

—Eso es fantástico hijo, deberás poner todo tu empeño. —Sakumo le acarició el cabello— Me haces sentir muy orgulloso.

Su madre le sonrió.

—Solo tienes cuatro años Kakashi, deberías disfrutar tu niñez un poco más. —Lina se posicionó junto a su padre, que estaba sentado frente a él.

—Oh vamos, cariño. Él quiere esto. —replicó el mayor de los Hatake.

—Si mami, cuando sea Capitán te compraré una casa casi tan grande como el palacio. —Lina se acercó hasta Kakashi y le dio un beso en la frente.

—Estoy segura que si, mi cielo. —susurró— Llegarás tan alto como desees.

Los casquillos de las balas caían uno tras otro. Llevaba así dos horas y aún no lograba deshacerse de la frustración creciente en su pecho, además que los recuerdos no ayudaban a que recuperara la calma.
Dejó el rifle en el suelo, se quitó el saco y remango su camisa, después se colocó los guantes negros de pelea; ahora sólo necesitaba un oponente.

—Soldados, vengan un momento. —les indicó a un par de hombres que patrullaban el palacio.

—¿Se le ofrece  algo, Alteza? —preguntó uno de ellos.

—Peleen contra mí. —ambos jóvenes se miraron entre ellos, asustados ante la petición del monarca. En comparación al rey, eran algo pequeños— Busquen una armadura y una espada, y veanme aquí.

Cuando los soldados volvieron, observaron sorprendidos a Kakashi.

—¿Peleará sólo con las manos, Majestad?

—Por supuesto, —gruño— empiecen cuando quieran.

Ambos soldados se lanzaron contra él sin restricciones, dando estocadas con intención de herir gravemente al hijo de la corona. Sin embargo, Kakashi esquivó cada uno de los ataques con suma facilidad y logró conectar varios golpes a los jóvenes en cuestión de segundos.

—Deben dar un mejor esfuerzo o terminaré con ustedes. —advirtió. El platino se movía cada vez con más violencia, por lo que los soldados a penas podían seguirle el paso.

Desde el balcón sobre su cabeza, Hanare y Rin observaba al monarca entrenar mientras Gai se mantenía a cierta distancia, junto al platino.

—¿Por qué actúa de esa forma? —dijo la princesa— Esos pobres soldados a penas pueden mantenerse de pie.

Rin fruncio los labios y buscó la mirada de Gai, que le indicó con un gesto que no debía de entrometerse.

—Parece frustrado. —respondió muy bajito pero Hanare logró escucharla.

—Aún con ello, él no puede comportarse así. Es un rey. —ambas seguían con la vista fija en el platino.

—Con todo respeto su Alteza, el rey Kakashi no ha sido criado como usted, —musitó— antes de todo esto él fue un soldado y a pesar de todo lo que a pasado se a mantenido fuerte por su nación. Dejé que haga esto, por su bien y por el de Konoha.

Hanare desvío la vista hacia ella y fruncio el entrecejo, ¿no estaba Rin pasándose un poco del límite? Después de todo, ella era su superior.

—Rin, hablamos de mi prometido y creo que conozco lo es mejor para nosotros. —replicó, molesta.

Observó cada uno de los gestos en el rostro de la Comandante: entrecerraba los ojos, movía la cabeza sutilmente y se sujetaba del barandilla con fuerza. Además de eso, su mirada se mantenía fija en el hombre que seguía combatiendo frente a ellas.

Rey de Plata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora