Capítulo 8 I El peso de la Corona.

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Aquella mañana, mientras el Rey de las Tierras de la Arena llegaba al Palacio. Minato esperaba ansioso en la puerta, con él, las 5 Grandes Naciones quedarían Aliadas y acabarían lo que tanto había herido a sus pueblos.
Cuando diviso a ambos pelirrojos, acomodo su traje y la Corona de oro en su cabeza. Naruto, por su parte sólo miro con emoción la llegada de Gaara, y Kushina apretó el brazo de su marido en señal de apoyo.

— Todo saldrá bien. —le susurró mientras depositaba un beso en la mejilla de su marido.

Él asintió.

— Bienvenido a Konoha. —saludo, estrechando la mano del pelirrojo.

— Es un gusto volver a verte, Minato. —respondió— Kushina, tan hermosa como siempre.

— Gracias por venir, nos complace recibirlos.

— Gaara, ¿por qué no vas a jugar con Naruto? —susurró el mayor a su heredero.

— ¡Ven, Gaara! ¡Te mostraré mis nuevos movimientos de combate! —blasmo el Namikaze con júbilo.

Gaara y él salieron corriendo rumbo al jardín, en poco tiempo, Yamato apareció tras ellos para cuidarlos.

— Síganos, por favor.

Minato, Kushina y el Rey de la Arena se dirigieron hasta el despacho del rubio.

— Se lo que deseas Minato, los demás Reyes me lo comentaron. —musito el pelirrojo.

— Sabrás que una alianza entre nuestros pueblos es lo mejor, no sólo para terminar esta guerra sino para ayudar a reconstruirnos.

— ¿Reconstruirnos? Tu Reino está intacto, los demás hemos pagado con creces. —respondió el extranjero— ¿Debo recordarte por qué inició esto?

— No fue culpa de Konoha. —Minato suspiró— Nosotros exportaremos víveres, materiales, todo lo que necesiten a cambio de fuerza armada.

— Sé que no es culpa suya. No es su culpa ser la envidia de un grupo de exiliados.

— No fueron mis decisiones. —Minato frunció el ceño— Llevo en este puesto menos tiempo que tú.

— Estoy consciente, pero aún seguimos pagando los errores de los antecesores de su corona. —el pelirrojo se acomodó en la silla.

El silencio embargo a la sala. Kushina dio un paso al frente.

— Sé que deseas tanto como nosotros la paz, aceptamos las condiciones y los errores al tomar el trono, ahora es nuestro deber arreglarlo y hacer lo mejor para nuestros súbditos.

— Cuidar de mi gente es todo lo que deseo y aceptaré el castigo por ellos. —con voz ronca, Minato miro seriamente a su invitado.

Este suspiro.

— Mi padre cometió errores como tú abuelo, Minato, lo entiendo pero ¿sabes lo duro qué es para mí ser Rey cuando todos hablan del Relámpago Amarillo? —río— He venido aquí a intentar hacerme el duro sin éxito.

Minato sonrió.

— Claro que deseo la paz y tendrán mi apoyo y el de las Tierras de la Arena para lo que necesiten, siempre y cuando nos ayuden a ponernos de pie.

— Tienen mi palabra.

— Nadie dijo que sería tan difícil. ---bromeó.

— Definitivamente no, pero creo que lo vale. —el rubio le echó una mirada a su esposa que sonreía complacida.

— Bueno, Rey de Oro ha conseguido hacer historia. Ahora las Cinco grandes Naciones están aliadas.

— Sí que es un evento histórico pero ahora, debo confesarle algo. —el pelirrojo lo miró expectante— Hemos capturado a un miembro importante del Ejército Akatsuki y mañana será interrogado por un miembro de mi Ejército, en base a ello convocare una reunión pronto.

— Bien, mandaré a mis hombres pronto para los detalles, sólo Esperemos estar más cerca del líder.

Minato asintió, aliviado por el paso tan grande que acababa de dar y por fin traer la paz a esas tierras.

[...]

— Eso es sorprendente Naruto —Gaara veía atento todos los movimientos de su amigo.

El rubio daba patadas y golpes tratando de mostrarle los frutos de su entrenamiento al pelirrojo.

— ¿Qué tal te ha ido a ti? —preguntó, mientras trataba de recuperar el aliento.
— No he entrenado con mi padre pero si con Kankuro y Temari. —respondió— Aunque ellos dicen que ya los he superado.

— ¡Pelea conmigo!

— No creo que debamos, ahora nuestros padres están en algo importante...

— ¡Oh, vamos! —lo interrumpió— Yamato está aquí, él nos supervisara.

El castaño sólo suspiro, siendo el guardaespaldas del pequeño príncipe debía aguantar cosas como esa todo el tiempo.

— ¡No lo presiones, Naruto! —gritó— No lo haga si no lo desea, Príncipe Gaara.

El pelirrojo sonrió.

— Hagámoslo.

Ambos se pusieron en guardia a cada lado del jardín. Tenzo bufo, no se había enlistado en el Ejército para eso pero ahí estaba, supervisando que dos niños de 12 años no se matarán entre ellos.
Cuando comenzaron a pelear, fue reñido el combate pero a medida que avanzaba se vio supremacía por parte de Garaa.

— ¡Eso es Príncipe Gaara, dele su merecido! —gritó el castaño con diversión.

— ¡Oye Yamato! ¡¿De qué lado estás?! —farfullo furioso el rubio esquivando los golpes de su contrincante.

Eso fue suficiente para que el pelirrojo tomará ventaja y con un golpe en la mandíbula dejará al Namikaze en el suelo.

— Gracias por pelear conmigo, Naruto. —dijo Gasta ayudándole a levantarse.

— Eso fue divertido, gracias Gaara. —el rubio se sacudió el polvo— Bueno, ahora vamos a comer.

Yamato sonrió complacido ante la paliza recibida por el Namikaze y siguió a los niños a la cocina, una vez ahí, Naruto subió a un taburete seguido por su amigo.

— Príncipe Naruto, Príncipe Gaara ¿Qué les sirvo? —susurró la cocinera con una sonrisa.

— Vamos Gaara, pide lo que quieras.

Antes de que el pelirrojo abriera la boca, Kushina irrumpió en la cocina con una sonrisa y se sentó junto a ellos.

— ¿Se han divertido, niños?

— ¡Si! ¡Hemos peleado en el jardín! —musitó Naruto, Gaara asintió.

— ¿Así? ¿Y quién ganó?

— Yo, Señora Kushina por poco. —respondió con una sonrisa, estando en ese Palacio siempre había alguien con quien hablar.

— ¡Te Felicito Gaara!

— Tú peleabas junto a mi padre, ¿verdad mamá? —dijo Naruto, Kushina asintió— ¡Entrénanos!

— ¡Si, se lo pido Señora Kushina! —se unió Gaara, emocionado al enfrentarse a la Reina.

Y es que, en ese momento nadie creería que Kushina también era una guerrera, vestida con el elegante vestido y la hermosa corona de oro adornando su cabellera roja que ahora estaba en un moño elaborado. Pero ciertamente, cuando Minato conoció a Kushina esta era más una guerrera que una princesa, tratando de sobrevivir a un pueblo destruido por sus enemigos, huyendo de los errores de sus ancestros y con el peso de una corona rota en su espalda.

— Será un placer.

Ahora, gracias a cierto Relámpago Amarillo tenía una segunda oportunidad; tenía un hijo a quien cuidar y sabía que su amado Rey había tomado las decisiones correctas; no podía fallar de nuevo.

A pesar de su pasado, el futuro era prometedor y Naruto, quien apenas era un niño, no podría entender nunca los sacrificios de sus padres para mantenerlo a salvo pero algún día sería su turno y Kushina confiaba en que sería un gran Rey, después de todo su padre era el Rey de Oro, ¿quién podría detenerlo?

Rey de Plata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora