Era una hermosa mañana.
Un día perfecto para una coronación. Las calles rebosantes de ciudadanos, adornadas y el precioso carruaje que atravesaba la ciudad con un príncipe en el interior y una reina pelirroja a su lado.
—Deberías dejar de moverte. —murmuró Kushina, mientras jugaba con la pequeña a su lado.
Naruto la miró mal, mientras seguía moviendo su pierna con impaciencia.
—Boruto, quedate quieto. —ordenó al pequeño a su lado que se movía de un lado a otro.
—Oh vamos Naruto, tú eras igual de inquieto, —le recordó su madre— además de que ahora estás de mal humor.
—No estoy de mal humor. —reprochó el rubio— Sólo algo nervioso.
—No deberías estar nervioso, ya haz vivido esto la única diferencia es que ahora tú te sentarás en la silla.
Naruto soltó un suspiro.
—Es que Tashi a sido un gran rey y temo no ser capaz de alcanzarlo, de poder seguir el ritmo que él y mi padre han marcado para hacer de Konoha la nación más poderosa de todas.
A Kushina le enternecio la actitud de su hijo, no sólo por el hecho de que a sus treinta y dos años seguía llamando a su hermano "Tashi", sino que no era capaz de ver su propia grandeza a pesar de todo lo que había logrado.
—No debería preocuparte eso, —susurró la Uzumaki— si estas haciendo esto es porque estás listo para ser un gran rey.
El rubio le sonrió a su madre y la abrazó con fuerza.
—Gracias. —susurró y se separó de ella.
—Papá, ¡mira! —dijo Himawari mientras apuntaba a las calles.
Estaban cerca de la catedral por lo que la cantidad de personas se hacia cada vez más grande y con ello, sólo aumentaba el nerviosismo de Naruto.
[...]
—Ya debería estar aquí. —musitó Rin mientras caminaba de un lado a otro.
—Estoy segura que ya están por llegar. —respondió Hinata, deseando que fuera cierto.
—¿A caso es de familia llegar tarde?
La Nohara, —ahora Hatake— miraba el reloj cada cinco minutos, incluso la coronación de su marido había sido a tiempo y eso que él siempre llegaba tarde. Pero Naruto llevaba retrasado veinte minutos, lo que aumentaba su ansiedad.
Mientras tanto, Hinata se dedicaba a mirar la ventana en busca de algún rastro de su esposo, deseando que apareciese pronto o sino las naciones aliadas empezarían a hacer preguntas.A pesar de ser una princesa toda su vida, Hinata aún sentía algo de miedo al tener que tomar el cargo de reina, Rin había llevado sus obligaciones excelentemente y aunque al principio le había costado acostumbrarse a dejar de ser una plebeya, a partir de ahí llevó las cosas con naturalidad y junto a Kakashi, lograron hacer un país vanguardista y fuerte. Por eso le aterraba, porque el legado era muy grande, sus suegros fueron los primeros en lograr unir a las Cinco grandes Naciones y era el momento de que ellos también hicieran algo grande, pero aún con todo el temor carcomiendola, sabía que mientras Naruto estuviera a su lado todo estaría bien.
La puerta se abrió, revelando a la hija mayor del matrimonio real, Kurina. Una joven con cabello castaño y ojos negros de veinte años.
—Yamato dice que están a unas calles pero tuvieron que detenerse. —anunció la joven entrando a la habitación.
—¿Por qué se detuvieron? —preguntó Rin. La muchacha se encogió de hombros.
—No me dijo pero al parecer llevan ahí un rato. —por la puerta entró el segundo hijo del matrimonio, Minato Jr.
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Rey de Plata.
Fanfiction"Juro solemnemente que daré mi vida por mi Rey y mi país, sin importar las circunstancias y la adversidad, si mi Rey esta a salvo, abre cumplido mi palabra." Después de un secuestro que la ha destruido por completo, la Comandante Rin Nohara es lleva...