Capítulo 5 I Los Uchiha.

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La Reina era una mujer activa, nunca se quedaba quieta y rompió todos los estereotipos que Rin pudiera tener sobre ella y lo que significaba ser monarca. Ni siquiera usaba vestidos lujosos, ella tenía algunos parecidos y siempre corría a lo largo y ancho del Palacio.
La pelirroja era la mujer más amable que hubiese conocido jamás, tal como su marido, la gentileza era su sello personal, pero ella era mucho más alegre y temperamental. En los pocos días que llevaba a su servicio, Rin había desarrollado una gran admiración por la monarca, tenía más valor y coraje que cualquier soldado a su servicio.

— Bien, ahora debemos ir a la biblioteca. —Kushina suspiro; sólo era medio día.

— Mi Reina —tras ellas, Kurenai apareció sin aliento.

— ¿Qué ocurre?

— Lord Jiraiya y Lady Tsunade están aquí. —musito— ¿Quiere que vaya por el Rey Minato?

— Si, y por Naruto por favor. —el Príncipe, que solía pasar la mayor parte de su día con sus padres ahora estaba entrenando— Si Fugaku llega hazmelo saber.

— Si, mi Señora. —la azabache hizo una reverencia antes de salir de ahí.

A pesar de que no era necesario, Kurenai parecía hacerlo sin pensar. Rin trataba de evitarlo.

— ¿Al salón? —preguntó la castaña.

— Al salón. No creí que llegarán hoy'ttebane. —respondió con una sonrisa— Sin duda ver a su padre hará a Minato muy feliz.

— El Rey Jiraiya fue el mejor que tuvo Konoha hasta que su hijo llegó al trono. —musito sin pensar, cuando se dio cuenta de sus palabras, Kushina la miraba con una sonrisa.

— Si, mi suegro fue un gran Rey pero es mejor como persona.

— L-lo siento mucho, y-yo no... —estaba avergonzada ante sus palabras, pero el Ejército la había entrenado para analizar a las personas.

— No te disculpes, lo entiendo, pero debes entender que somos personas y no sólo un título. —las palabras salieron como un regaño, ella tenía 19 años y hace tiempo no era regañada, se sintió de nuevo como una niña.

— Si, mi Reina.

— Ahora, veamos que trae al viejo Jiraiya por aquí.

Aún tenía mucho por aprender.

[...]

Cuando llegaron, Jiraiya ya tenía a su nieto en brazos mientras que Minato abrazaba a su madre con cariño, ahora que Lady Tsunade estaba ahí, quizás Shizune tenía el día libre.

— Un trabajo sencillo, ¿cierto? —a su lado, Kakashi la miraba de reojo, con su peculiar mirada bicolor, se preguntaba como había obtenido ese color rojo en su ojo izquierdo.

— Resultó ser más difícil que el Ejército. —respondió.

— Kushina fue instruida por Tsunade, ambas no son mujeres comunes.

— Si, ya me di cuenta. —sonrió— No creí que gobernar fuera tan difícil. —y sólo llevaba unos días.

— Se necesita más que una cara bonita. —respondió— Pero ella esta complacida con tu labor y el de tu Escuadrón.

— Son buenas personas, merecían más que una baja.

— Puede irse si lo desea, por lo que se, sus compañeros están almorzando. —lo miró sorprendida, ¿era en serio? Pero él mantenía su vista en la Familia Real— Vaya, yo me encargaré.

— S-se lo agradezco mucho.

Él sonrió bajo la máscara y camino hasta Minato, incluso Jiraiya y Tsunade lo recibían con confianza pero ella no podía quedarse a contemplar la imagen si quería ir a ver a sus compañeros y el hecho de tener algo familiar la lleno de emoción.

Cuando llegó a la terraza, encontró a Shizune y Asuma comiendo mientras practicaban alegremente, la azabache estaba muy cerca del Sarutobi y es que, Asuma había recibido una bala por ella, con ello venia una medalla al Honor y un cabestrillo. Quizás por eso, su amiga se aferraba con fuerza al moreno, si era agradecimiento o amor no importaba, se tenían el uno al otro.

— Comandante. —la llamó Shizune, sacándola de sus pensamientos— Sientese por favor.

— Claro, gracias. —obedeció, confusa ante su sentir— ¿Cómo les ha ido?

— Es el mejor trabajo que he tenido. —respondió el Sarutobi— Incluso es divertido, salgo por la tarde al pueblo, por si desean algo del "exterior".

Ella rió.

— Mi trabajo en el hospital es sencillo, pero Lady Tsunade es una gran maestra, he aprendido mucho y quizás pueda graduarme.

Estaba orgullosa de su decisión y sus amigos, parecían estar felices con lo que tenían y era lo menos que ella podía hacer por ellos.

— ¿Qué tal le va a usted? —cuestionó Shizune con una sonrisita.

— Me gusta. —admitió— Pero aún no le puedo seguir el paso a la reina. —Asuma soltó una carcajada.

— Creo que nadie a parte del Rey podría seguirle el paso.

— Al menos lo intenta. —siguió la azabache.

Rin asintió, su trabajo no era como el de ellos, ninguno se parecía pero al verlos tan contentos no podía
negarles nada. Asuma parecía mucho mejor, tras la muerte de su amado padre se había enlistado para honrar a quien siempre lo apoyó y deseaba que fuera un hombre honorable. Iruzen Sarutobi estaría orgulloso.

— ¡Rin! —la voz se coló en su conversación y se levantó de golpe.

— Debo irme.

Cruzó la estancia lo más rápido que pudo, su Capitán la llamaba y eso la inquietó, tenía un mal presentimiento. Al llegar al salón, los Reyes habían desaparecido, ahora solo quedaba un hombre que ella conocía bien: Fugaku Uchiha.
Junto a su hijo y Kakashi, su corazón de aceleró con fuerza, ¿se la llevarían? No podían, el Rey le había prometido que jamás volvería al frente pero si la guerra empeoraba no quedaba más que sacrificar a sus soldados, ¿cierto?

— ¿Me llamó, Capitán Hatake? —su voz salió más débil de lo que deseaba. Él asintió.

— Le presentó al Coronel Fugaku Uchiha y su hijo, Sargento Itachi Uchiha. —presentó el Hatake sin despegar la mirada de ella. El hombre frente a ella le extendió la mano.

— Es un placer conocerla. —musito Fugaku.

_ Un honor.

— Comandante, un placer. —Itachi era menor que ella, por tres años y para nadie era un secreto que el joven era el orgullo de su padre.

— Tranquila, no estamos aquí para llevarla de vuelta. —dijo el castaño al ver la preocupación en su mirada.

Suspiró.

— Acompañame por favor. —Ante la propuesta ella se giró inmediatamente hacia Kakashi.

— Estaré a su lado todo el tiempo. —respondió él ante la súplica en su mirada.

— Gracias.

Siguió a ambos miembros de la Guardia Militar por los pasillos, con el platino a su lado y el corazón latiendo a mil por hora, ¿qué querían de ella? No había hecho nada malo, hasta ahora. Sin embargo, mientras descendían por las escaleras rumbo a los calabozos supo lo que era: Identificar a un miembro del Ejército Akatsuki y recordar los días en los que su libertad le fue arrebatada, quería echarse a llorar o huir.

— ¿Se siente bien? —la pregunta de su Capitán la sacó de su trance, negó con la cabeza— Estoy aquí, tranquilisece.

Asintió, respirando hondo y sin detenerse hasta llegar frente a la celda, Kakashi le apretó el hombro en señal de apoyo y cuando ambos Uchihas le abrieron el paso, se le cayó el alma a los pies. Frente a ella, con una sonrisa cínica y mirada fría se encontraba la persona por la que había terminado ahí:

Uchiha Obito.

Rey de Plata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora