Capítulo 47 I Eres como la luna.

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Hanare sonrió abiertamente al ver al hombre que la esperaba en el muelle, su corazón latía con fuerza y unas ganar enormes de salir corriendo y abrazarlo la inundaron. Sin embargo, ¿Obito estaba ahí por voluntad propia o porque Kakashi se lo ordenó? De pronto, la duda se instaló en su corazón, por lo que decidió bajar con lentitud mientras sus súbditos la recibían con alegría y aplausos.

—Parece que tienes muchos fanáticos. —murmuró Obito cuando ella llegó hasta él.

—Sabes que no son eso. —dijo— ¿Qué haces aquí?

—Eh, unos cuantos recados del rey Kakashi. —respondió con desdén— Y además, supe que volverías, no podía perdermelo.

—¿Kakashi te lo pidió?

—Tu prometido no me pidió nada, estoy aquí por mero gusto. —blasmo con orgullo mientras buscaba algo en su bolsillo.

—Él ya no es mi prometido. —Obito la miró como si le dijera que a soltado una bomba a medio muelle.

—¿Qué? —dejó de lado lo que hacía— ¿Me perdí de algo importante?

—Kakashi no me amaba a mí y yo no lo amaba a él. —al Uchiha se le descompuso el rostro— Y ambos fuimos lo suficientemente maduros para entender la política no es una buena razón para casarse.

Por primera vez Hanare vio que tan alto era Obito, le pareció como si fuera la primera vez que lo veía sonreír y simplemente la cautivo.

—Lamento tu ruptura, —susurró— al menos no lo habían hecho público.

—Supongo que ya no importa. —estaba algo decepcionada, tenía la esperanza de que Obito hiciese algo más significativo.

—¡Eh! Dejame invitarte algo de comer. —el azabache recuperó su sonrisa y regresó a buscar en su bolsillo.

—No lo creo. Mejor te invitare yo, esta vez estamos en mi hogar y no puedes replicarle a una princesa.

—Si, princesa. —al escucharlo pronunciar esas palabras su corazón se detuvo— Te traje esto de Suna.

En su mano yacía una pequeño cactus en una esfera de cristal.

—Dicen que sólo crecen allá y pensé en ti cuando lo vi. —Hanare lo tomó con cuidado y los ojos se le llenaron de lágrimas— Con un simple, "no me gusta" era suficiente.

Pero ella ignoro su comentario, en su lugar, se abalanzó sobre él y lo estrechó entre sus brazos con fuerza.

—Gracias, Obito. —el Uchiha se quedó sin palabras, algo muy impropio de él.

—M-me alegra que te haya gustado. —tartamudeó. 

Al parecer el azabache seguía sin darse cuenta del impacto que tenia el Hanare pero por el momento no importaba, con el pequeño cactus en su mano la princesa sentía como sus sentimientos empezaban a llegar al Uchiha y cada vez que viera florecer la pequeña planta recordaría a su dulce Comandante.

[...]

Rin observó a Kakashi descender del vehículo desde la ventana de su recámara. El atardecer caía desde el horizonte y le traía a la Nohara una sensación de paz y valor, estaba decido: debía decirle a Kakashi lo que sentía.

Así pues, salió de la habitación hacía la entrada del palacio, con el corazón martillandole en el pecho y todo el valor que tenía reunido en la mano, como si pudiese sostenerlo, y en un desesperado intento de que no se disipase.
¿Qué pasaría entonces? ¿La rechazaría? ¿Qué haría si lo hiciese? En definitiva, no podría soportarlo y todos sus temores se volverían realidad y escapar no era una opción.

Rey de Plata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora