Capítulo 21 I La caída del león.

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—Deben llegar mañana. —ordenó al hombre frente a él, quien asintió antes de subir al vehículo de la Guardia Militar.

Mañana debía viajar a las Tierras de las Arenas para comenzar las reconstrucciones en ese reino. Y sólo se alejaba más de casa.

—Capitán. —llamó un soldado a sus espaldas que traía consigo a Obito esposado— Lo encontramos fisgoneando sin autorización en el cuartel de comunicación.

—Sólo trataba de llamar al palacio. —se quejó el azabache.

Kakashi suspiró cansado, y es que desde la llegada de Obito al campamento sólo había causado problemas, que el platino no tenía tiempo para arreglar.

—Encierrenlo.

—¡¿Qué?! ¡O-oye! ¡¿No crees qué estas exagerando?! —gritó el Uchiha mientras era prácticamente arrastrado por el soldado.

Había una pequeña "cárcel" en el campamento, donde se encerraban a los soldados que desobedecieran las callea órdenes dadas por Kakashi y los Comandantes. Obito ya había estado 16 veces desde su llegada.

En cuanto el soldado dejó al Uchiha dentro de la cárcel, Kakashi cerró la puerta tras él.

—Escucha, sólo trataba de...

—No, Obito. Tú escucha. —farfulló molesto, el azabache había terminado con su paciencia,— Estoy harto de ir tras de ti como si fueras un niño, éstas aquí porque no deseaba matarte pero ahora no me lo pones tan sencillo.

—Sólo deseaba saber sobre Rin, y ayudar a que volvamos lo más pronto posible. —se defendió.

—Si desearás ayudar hubieras cumplido tus tareas asignadas y  en lugar de molestar a los soldados que sólo su trabajo.

—Tsk, mis tareas son un chiste y el hombre que me las asigna un incompetente. —gruñó, molesto.

—Ese hombre es tu Comandante y mientras estés aquí harás lo que él diga. —Kakashi estaba empezando ha arrepentirse de su decisión— Te recuerdo que no estás en posición de replicar, si quieres volver a casa te comportarás como un soldado.

El Hatake salió de ahí y cerró la puerta tras él.

—¡Hey! ¡¿Me vas a dejar así?! —gritó el azabache. Kakashi hizo un monosílabo de afirmación,— ¡No puedes hacerme esto!

—Por supuesto que puedo, yo soy tu Capitán.

Se alejó de ahí aún con los gritos de Obito tras de si. Se dirigió a su oficina y se dejó caer sobre la silla. De saber que Obito iba a ser un constante dolor de cabeza, lo hubiera enviado en el último vehículo de soldados heridos.

El teléfono de su oficina sonó, el insufrible sonido se expandió por el espacio, no deseaba hablar con nadie en ese instante y cuando se detuvo dejó caer la cabeza en el respaldo de la silla. Ahora sabia porque el Uchiha había sido exiliado.

De nuevo, el teléfono sonó y esta vez, no demoró tanto en tomar la bocina y acercala a su oído.

—Ejército Real, habla el Capitán Hatake.

—Hola, Kakashi. —al escuchar la voz tras el teléfono se tensó de arriba a abajo, creía que jamás volvería a escucharla.

—¿Lina?

—Si, soy yo. —respondió la mujer al otro lado de la línea.

—Está línea es para asuntos del rey, los civiles no tienen autorización ah usarla. —en su voz se escuchaba la rabia.

—Lo sé, pero escucha yo...

—Tengo trabajo que hacer, —interrumpió el platino— No quiero que vuelvas a llamarme.

Rey de Plata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora