Capítulo 12 I La llegada de los Duques.

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¿Cansada? —su voz sonó en su oreja en un susurró que la hizo suspirar.

Ella lo miró con una sonrisa en su rostro.

Por supuesto que no, sólo descansaba los ojos. —musitó tratando de defenderse ante el hombre a su lado.

Él soltó una carcajada.

Claro y yo soy rubio. —blasmo.

Ella río ante eso, casi nunca solía bromear pero cuando lo hacía siempre se expandía algo en su pecho, algo cálido que deseaba que nunca se extinguiera.

Despertó, en medio de la penumbra de la fría noche. Sola.

La respiración comenzó a calmarse, no podía seguir así, no podía seguir soñando con él. Sin embargo, las cosas no parecían mejorar en el Palacio, a Kushina le faltaba su característico brillo y el Príncipe Naruto ahora asistía a todas sus clases y se mantenía dentro del Palacio.
Gai ya no solía entrenar con ellos y se limitaba a observarlos desde una punta del campo.

Suspiró, sabía que Kakashi saldría de esta, sólo debía hacer un acto de fe. Pero él seguía colándose entre sus sueños. Con un susurró, con una bonita mirada, con sus brazos rodeándola en escasos momentos y la suave melodía de su voz.

Los sentimientos que había desarrollado hacia su Capitán eran intensos, la hacían desear salir corriendo tras él y decirle que el mero hecho de que se pusiera en peligro la estaba matando. Pero Kakashi había llegado tan fugazmente como una estrella y si así era, sólo le tenía un deseo:

Vuelve.

[...]

Naruto estaba a su lado, dormido. Ninguno había podido dormir con tranquilidad pero mientras ella observaba los documentos, su pequeño hijo podía estar tranquilo con la cabeza en su regazo.

Mientras ella en un momento debía enfrentarse al Consejo y la Alianza para explicarles por qué su marido había decidido ir al frente. Kushina aún le daba vueltas, ¿era tan grave lo qué pasaba afuera? ¿Qué le ocultaba?

Minato nunca le ocultaba nada, desde que lo había conocido. Aún lo recordaba con claridad.

Ella era princesa en el Reino del Remolino, un país que empezaba a florecer gracias a que su padre comenzaba con los lazos con otras naciones, la principal: Konoha.
Sin embargo, la ambición es grande y al conocer por primera vez el poder no podía dejarlo así, los enemigos no se hicieron esperar reclamando lo que su padre les había prometido, acuerdos que no podía cumplir y promesas que solo eran palabras.
Ella era sólo una niña, pero conoció a temprana edad el dolor de una corona rota al ver como el pequeño Palacio era consumido por las llamas y los soldados enemigos entraban sin ningún tipo de misericordia, vio a su padre ser asesinado frente a sus ojos y la corona de bronce rodar hasta sus pies manchada de sangre. La matanza fue brutal y no sólo terminó con su pueblo sino también con sigo misma, llenándola de complejos y haciéndola sentir como un extraña.

Y en medio de un centro de refugiados llegó un Rey de cabellera platina juntó a su Reina con una mirada desafiante y tras ellos, el niño más guapo que sus ojos hubieran visto jamás con su brillante mirada de cielo y su cabello de sol cautivo a la Uzumaki en un instante y no sólo eso, la acogió en el Palacio que hoy era su hogar.
Al principio, Kushina era desconfiada de la amabilidad del Namikaze creía que pronto la mataría por la deuda de su padre pero el tiempo y las circunstancias le hicieron el bondadoso corazón del rubio y cuando fue momento de comprometer a este, no hubo ninguna duda: no habría mejor esposa que la Uzumaki. Además de que ahora, la corona de oro pesaría menos que la de bronce.

Rey de Plata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora