Capítulo 37 I A los ojos de mi padre.

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Observó el enorme retrato de su padre, Minato siempre había sido imponente y no recordaba alguna vez que alguien se le opusiera como su consejo lo acababa de hacer.

¿De verdad eran tan diferentes?

Kakashi creció siendo un soldado y nada más, hasta que ya no fue suficiente y debió convertirse en lo que era actualmente pero Minato no, él siempre había sido suficiente y su legado podría ser la misión más difícil que Kakashi pudiese enfrentar.

—Dime algo, ¿de verdad lo estoy haciendo bien? —le preguntó al retrato que colgaba en la pared, obviamente sin respuesta.

El platino suspiró y se paso una mano por el rostro, deseoso de respuestas. Minato era el mejor rey de la historia y temía, que su sombra fuera demasiado grande.

—¿Qué estoy haciendo? —murmuró para sí mismo, sentía un hueco en el pecho que no podía llenar y que todo lo que hacía no era suficiente ¿entonces, qué más podía hacer?

Volvió a mirar el retrato del rey de oro y se preguntó si Minato se sentiría decepcionado de él.

—Aquí estás. —tras él, Hanare apareció con una deslumbrante sonrisa que Kakashi se obligó a devolver— Estaba buscándote para que comiéramos juntos.

—Yo.. —por inercia, volvió la vista al retrato, la princesa imitó su gesto.

—¡Ah, el rey Minato! Era un gran hombre, ¿no es cierto? —la castaña buscó la mirada de su prometido, que no encontró— ¿Kakashi?

—Sí, el mejor de todos. —susurró— Hanare, quiero preguntarte algo.

La princesa lo miró expectante, el platino sabia que llevaban poco tiempo de conocerse pero si iban a compartir una vida, debían empezar a tener confianza.

—¿Tú crees, que soy un buen rey? —la pregunta le supo amarga, tenia poco tiempo en el puesto y se sentía poco digno de él.

—¿No crees que es un poco rápido para saberlo? —obligó a Kakashi a mirarla— Se que las circunstancias en la que has ascendido al trono no han sido las mejores pero estas haciendo lo mejor para tu reino y sin importar lo que digan las multitudes, lograrás ser tan bueno como todos ellos.

—Gracias. —sonrió agradecido— ¿Aún quieres comer?

Ella se sonrojó ante la dulce sonrisa de él, de verdad lo estaba intentando.

—Por supuesto. —el rey le tendió el brazo, que ella aceptó gustosa.

La diferencia entre Rin y Hanare, es que la Comandante creía que él ya era un gran rey y la princesa, que lo sería mientras se esforzará.

Y no sabia cual era mejor.

[...]

Los ojos de Naruto se posaron con emoción en la fachada del edificio que se encontraba frente a él.

—Bueno, ya es hora. —Kushina se acercó a él y le plantó un beso en la mejilla— Que tengas un buen día hijo, portate bien y esperó que Kakashi venga conmigo a recogerte.

—¡Si! ¡Les contaré lo fantástico que me a ido! —gritó el infante con jubilo.

—Así será mi pequeño príncipe. —ambos se despidieron y el rubio ingresó a la Academia militar.

Un hombre lo recibió en la entrada, tenía el cabello sujeto en una coleta y un corte sobre el puente de la nariz que lo delataba como ex soldado.

—Buenos días, su Majestad. —saludó— Soy el cabo Iruka y seré su profesor durante su estancia en la institución.

Naruto hizo una mueca ante los formalismos del hombre.

—Hola. —dijo con simpleza— ¿Podría mostrarme mi salón?

El mayor lo miró extrañado.

—Em, sí. —respondió— Pero, ¿no quiere conocer la Academia primero?

—La veré yo mismo, gracias. —le sonrió.

—De acuerdo, entonces sigame. —ambos comenzaron a caminar por los largos pasillos.

Naruto veía todo con fascinación, hasta que en una pared pudo visualizar los retratos de los reyes de la nación, la última: Su padre.
Se detuvo un instante, era el mismo que estaba en el palacio y sonrió con tristeza.

—¿Estas viendo padre? Al fin estoy haciendo algo para avanzar. —murmuró a la fotografía mientras Iruka lo contemplaba.

—De este lado —llamó el mayor— están los retratos de nuestros más grandes estudiantes, espero que se encuentre entre ellos, Alteza.

Naruto se volteó hacia los retratos, leyendo los nombres con lentitud:

Fugaku Uchiha.

Itachi Uchiha.

Sakumo Hatake.

Kakashi Hatake.

—Como ve, sólo nuestro rey actual esta entre ellos, los reyes de las generaciones pasadas recibieron un entrenamiento distinto al de los reclutas, por ello no están aquí. —musitó Iruka— Aunque estamos considerando donde queda mejor su retrato, aquí o con la monarquía, ¿usted que dice?

Naruto asintió con lentitud, con la vista fija en el apellido Hatake sin poner mucha atención a las palabras que salían de la boca del castaño. Dio un paso al frente y comparó los retratos de ambos platinos.

—Este hombre —comenzó— ¿es el padre biológico del rey, cierto?

—Si. —respondió— El Coronel Hatake sirvió a su abuelo comandando a la Guardia militar, murió en combate.

Naruto fruncio el ceño, conocía como había llegado Kakashi al palacio pero nada sobre su padre y el platino no hablaba mucho sobre él. Según el rubio, el Hatake tenía ocho años cuando llegó al hogar real.

—Kakashi, ¿qué edad tenía? —susurró.

—No podría decirle, es información confidencial. —dijo— Ahora, sigame por favor.

Naruto siguió al hombre hasta el salón. Al entrar, se encontró al bullicio provocado por los infantes que platicaban, corrían o jugaban en el salón, de pronto, el príncipe se sintió abrumado por el nuevo ambiente frente a él. Nunca había estado sólo fuera del palacio y se sintió temeroso ante todo lo nuevo.

—¡Silencio! ¡Silencio por favor! —gritó Iruka mientas caminaba a su  escritorio, los niños poco a poco se fueron callando y sentándose en sus lugares— Buenos días, cadetes.

—¡Buenos días, Cabo! —respondieron los niños al unísono.

—Hoy tengo el honor de presentarles a su nuevo compañero, espero se lleven bien. —Iruka le hizo un gesto para que se acercara y Naruto obedeció— Presentate con la clase.

El rubio miró con los ojos muy abiertos a los niños que miraban expectantes y murmuraban entre ellos, se sintió abrumado nuevamente.

De pronto, al fondo del salón divisó la imagen de su padre con una radiante sonrisa y que con gesto, lo animaba a seguir. El príncipe sonrió.

—Mi nombre es Naruto Namikaze, es un placer. —musitó con voz firme y clara, se sintió orgulloso de si mismo.

Iruka sonrió.

—El príncipe estará con nosotros a partir de hoy, pero dentro de esta institución no será un príncipe, será un cadete como todos ustedes. Tome asiento, cadete Namikaze.

Naruto caminó hasta un lugar vacío y le sonrió al muchacho a su lado.

—Es un placer volver a verte, Sasuke. —bramó.

—Tsk, no seré suave contigo Naruto, así que mejor preparate porque estas en mi territorio. —dijo— Este ya no es tu palacio de cristal.

Naruto río.

—Eso espero. —de pronto, se sintió emocionado y todo gracias a su padre, que aún después de muerto, le daba valor para seguir adelante.

Papá, gracias.

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