CAPÍTULO 5

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Recuerdo haber escuchado por la mañana las noticias sobre el clima. Existía la posibilidad que se prolongaran las lluvias más tiempo que el año pasado. Y no tenía otra alternativa que llevar el auto al trabajo. Y yo que quería empezar una vida libre de estrés.

Suponía que mi mudanza apoyaría el hábito de no contaminar, pero eso no pasaría mientras el clima siguiera así.

Suena incoherente culpar a alguien por los cambios climáticos y en toda mi mala suerte. Pero desde que hablamos, todo lo relacionaba con lo que me ocurría. Debía parar, más de una vez casi me doy de golpes en la cabeza al encontrarme pensando nuevamente en Logan.

—¿Terminaste con el paciente? —Ian está en la puerta.

—Sí, solo necesitaba un nuevo vendaje —digo guardando el material que utilicé. Lo miro y parece estar perdido en un punto por encima de mi cabeza, pensando —.¿Ocurre algo?

—No, bueno sí —rasca su nuca nervioso —. ¿Te gustaría salir esta noche? ¿A una cena?

—Claro, estoy libre —encojo mis hombros divertida y sonríe.

—Paso por tí a las ocho, ¿te parece? —asiento y se va emocionado.

Necesito salir de mi rutina o me volveré loca. Las cosas con Logan hace que lo tenga todo el día en la cabeza y no me gusta eso. Necesito distraerme.

Ian es una gran compañía, estoy segura que salir con él podrá ayudarme con este mar de pensamientos. Llevamos teniendo cenas desde hace un año bajo la etiqueta de amigos, aunque hace tiempo me había mencionado que quería algo más formal pero no le permití avanzar.

Le mencioné que no me sentía lista pero aún así pidió una oportunidad. Consciente de sus sentimientos hacía mí, me sentía culpable pero acepté en ir despacio y lo tomó bastante bien. Sinceramente quisiera que funcionara, le he tomado cariño y siempre estoy cómoda con él. Puedo percibir un futuro estable pero pareciera que por cada paso que da, yo doy dos en reversa.

Suspiro. Necesito ir a casa para comer. Me cambio la ropa de trabajo y conduzco hasta el apartamento. Al llegar recapacito si en dormir y limpio un poco mi departamento, y conforme tomo mi merecida siesta hasta que suena mi celular. La alarma. Tomo un corto baño, me visto, maquillo y arreglo el cabello dando los últimos toques a mi apariencia en el espejo antes de salir. Había elegido un vestido azul marino y mi cabello suelto con sus ondas naturales que me llegaba a media espalda.

Coloco lo necesario en mi bolso, me calzo los tacones plateados y a las ocho en punto estoy saliendo de mi departamento.

—Estás preciosa —dice al verme salir del elevador.

Puntual como siempre.

—Muchas gracias —le sonrió tímidamente, extiende su brazo para que pueda tomarme de él—. Qué apuesto estás y que bien hueles.

Me sonríe agradecido antes de abrirme la puerta de su auto. Ian es muy atractivo y se veía muy bien con pantalones de vestir y sus zapatos negros que me servirían de espejo de lo brillantes que estaban. Una camisa roja doblada por las mangas y con los primeros dos botones libres. Su toque elegante siempre era su distintivo.

Tenía muchos puntos a su favor y a sus 31 años ya era un cirujano bastante talentoso y exitoso. Muy dedicado a su profesión y a sus pacientes, siempre hasta el más mínimo detalle y con una alegría que contagiaba.

"El sueño de toda mujer".

Eso se decía entre el personal del hospital. Pues toda chica que se sintiera cuerda, le daría una oportunidad, y ahí entraba mi problema.

Malas Decisiones [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora