El clima de Portugal era la cosa más extraña y agradable a la vez; un día llueve a cantaros como si el invierno se hubiese saltado dos estaciones y al día siguiente el sol sale como si nunca se ocultó, iluminando cada rincón y aportando una temperatura difícil de soportar sin un buen chapuzón en el mar o una ducha helada.
Y claramente, hoy tocaba el día soleado.
Salir con el calor no era la mejor idea ni el mejor plan para alguien que está en la playa cuando bien puede preferir meterse al agua todo el día, pero ayer cuando había aceptado los planes no sabía que el sol iba a calentar tanto para sentir que me estaba derritiendo.
Sentada sobre la orilla del colchón observo cada rincón de la habitación con detenimiento, no tenía otra cosa más que hacer. En una de las esquinas había un pequeño armario que parecía no ser utilizado constantemente pero estaba en perfectas condiciones, junto a este había un sofá negro bastante diminuto para ser cómodo. Al lado de la puerta, a solo un par de centímetros, se encontraba un estante también negro que guardaba un par de libros y algunos adornos, pero nada que pudiese interesarme. Después en la otra pared blanca se encontraba pegada la cama de dos plazas, bastante cómoda a decir verdad, y junto a ella el velador.
Era una habitación minimalista y reducida, pero suficiente para ser de un departamento en la playa.
Miro el reloj un poco aburrida y compruebo que el canadiense lleva más de diez minutos en el baño y que probablemente no pretende volver a la habitación en otros diez minutos más, tomando en cuenta lo preocupado que estaba por su aspecto cuando llegué a buscarlo.
Dejo caer mi cuerpo hacia atrás para hacer un análisis crítico del blanquecino techo de la habitación, pero quizás no fue buena idea en el momento en que sentí como los ojos comenzaban a pensarme más de lo normal.
Y sí, me dormí.
Siento como el colchón se hunde a mi lado y luego alguien acaricia mi pelo con suma delicadeza. Abro los ojos de golpe al recordar que ya debía estar saliendo de la cabaña pero al parecer ya había salido de ella hace rato. Shawn me observa desde arriba sonriendo con ternura. Tardo unos segundos en entender dónde demonios me encontraba y por qué tenía a Shawn mirándome como si fuese un gatito muy peludo.
—¿Me quedé dormida?-pregunto lo que ya es obvio. Tras un suspiro me incorporo hasta estar sentada de frente al canadiense
—Sí, volví del baño y estabas roncando
—Yo no ronco—cruzo los brazos ofendida con su comentario—.Y en mi defensa tardaste mucho
—Fueron quince minutos
—Mucho tiempo de todas formas
—Está bien, me demoré mucho—dice no muy convencido de lo que dice pero de todas formas suelta una risa y se pone de pie—.Vamos, antes de que David diga que somos unas tortugas
—Mereceríamos el comentario ¿sabes?-digo siguiéndolo por el corredor—Sobre todo por ti
Los padres del canadiense nos interceptan en nuestra salida del departamento para preguntar una vez más a 'dónde vamos, quizás para asegurarse de que Shawn les había dicho la verdad y no planeamos huir a quién sabe dónde.
—Llega temprano—advierte Karen señalando a su hijo con el dedo amenazador—. Y cuídense
—Sí, mamá
Bajamos las escaleras al trote para ganar un poco de minutos, los suficientes para que David no se quejara de nuestra demora.
Un auto negro del estilo familiar está estacionado justo fuera del departamento y de él se asoma el portugués, cabecea en nuestra dirección y nos ordena a que nos subamos de una buena vez.
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ONE WORD: DESTINY ★ |S.M| |TERMINADA| |EDITANDO|
FanfictionPara Shawn y Makayla todo se explicaba por algo tan sencillo como el destino, pero ¿seguiría este jugando a su favor cuando el verano acabase? •Historia en proceso de edición, habrán cambios menores que no afectarán al transcurso del plot:)