Capitulo 21

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Illán Gaos.


Odio...

Desprecio...

Rabia...

Dolor...

Asco...

Eso reflejaba su mirada, la mirada de Lucia.

Quería ir tras ella, lo intente, pero me di cuenta que ya tenía con quien estar, con ese Manuel Duque. Vuelvo a mi asiento y llevo la mirada a esa taza de café negro e insípido, tomo un sorbo y busco un cigarrillo en mi bolsillo delantero, busco el encendedor y al intentar encenderlo alguien lo evita y me dice que debo ir afuera y fumar, asiento y me levanto.

No espero a Graciela y tomo mis cosas, salgo del lugar y camino hasta mi coche, entro en este y enciendo el cigarrillo. Tomo una calada y expulso el espeso humo, la voz de Graciela me lleva a ver por el retrovisor y observo como corre hasta mí, intenta abrir la puerta del copiloto, pero me adelanto y la cierro para que no pueda hacerlo.

–Amor, ¿Qué haces? Abre –ríe toda ingenua y le sonrió de lado.

–Cuando comiences a comportarte como una mujer madura lo haré, sé que le has dicho algo a Lucia, porque solo faltaba que ella deseara verme muerto –se cruza de brazos molesta.

– ¿Y qué diablos te importa eso, Illán? Abre la maldita puerta –coloco mis lentes de sol y llevo el cigarrillo a mi boca.

–Me importa y mucho.

Enciendo el coche y me pongo en marcha, dejo atrás a mi asfixiante novia y no me importa una mierda, iré a casa, iré por algunas cosas y luego pasar por esa fiesta de la que todos hablan. No voy a esa universidad, pero creo que debería despejar mi mente, y aprovechar la ocasión para mis cosas.

...

Llego a casa y como siempre, mi hermanastra Maggie –como todos le llamamos en casa–, está en su portátil concentrada en cuentas y cosas del negocio de papá. Camino hasta la cocina y tomo un vaso de jugo, vuelvo para ir hasta mi habitación, pero su carraspeo me detiene.

– ¿Que me quieres decir? –voltea y se levanta, se cruza de brazos y suspira.

– ¿Graciela? ¿Estás con ella nuevamente? –bufo y me doy media vuelta.

– ¿Que te importa, Maggie? –me toma del antebrazo y me voltea.

–Sé que tenemos la peor relación de hermanastros que puede existir, pero no permitiré que hagas pasar angustias a papá, ¿Si recuerdas lo que esa chica te orillo hacer meses atrás? –en un segundo mi vista se torna oscura, en el otro segundo, tengo a mi hermana tomada del cuello.

– ¡Ni se te ocurra mencionar eso, Margaret! –la observo ahogada, presiono más el agarre. –Eso es pasado, ella... ¡Ya no es de esa manera! –noto el susto en su mirada y la suelto con brusquedad.

–Eres un descarado y desconsiderado con papá, Illán –tose y frota su mano en el cuello. –Solo espero que no vuelvas a caer, porque juro que no perdonare que le hagas a papá pasar angustia y gastar dinero para sacarte como la vez anterior.

–Sí, aja, como quieras.

–Espero que mi cuñada no conozca el monstruo que de verdad eres, ella es una buena chica, en cambio tú y tu alrededor es todo lo contrario –me da una última mirada y pasa a mi lado.

Vuelve a su portátil y tomo camino a mi habitación, entro y tiro la puerta tan fuerte que retumban mis oídos. Me tiro sobre la cama boca arriba y enciendo otro cigarrillo, volteo a ver la mesita de noche y visualizo una foto de Graciela en el comienzo de nuestra relación, al verla muchos recuerdos vienen a mi mente, tanto los bonitos como los desagradables.

¡Que Comience el Juego! ★ (Bilogía Juegos de Amor #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora