Capitulo 44

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Illán Gaos


Se supone que venía apartarme de mis vicios, de mi mal genio, de mi carácter de mierda, de buscar una solución a mi vida, pero todo esto se está yendo al mismísimo carajo.

Mi teléfono se sigue inundando de fotos y fotos de Lucia y ese Teo Fernán, no sé cuánto he golpeado la pared, no se cuan hinchada esta mi mano, solo quiero una manera de descargar mi ira, mi impotencia.

Yo son casi cuatro semanas aquí y dos putas semanas que no se de ella, que no soy capaz de coger el móvil y marcarle, que no soy capaz de por lo menos darle frente a la situación y hablar con ella, saber a ciencia cierta qué es lo que pasa entre ella y ese rubio. Suspiro, mis manos comienzan a temblar, este puto ataque de ansiedad me está matando y con prisa busco un cigarrillo en mi bolsillo.

¿Por qué? ¿Por qué ella aun no me ha contado nada? ¿No se suponía que nos contaríamos todo?

Maldita sea Graciela una y mil veces, solo salió de la detención para no dejar la vida en paz de nadie. Para ella, todo esto es un juego excitante, la lleva al clímax si de intentar joder la vida se tratase. ¿Cómo es que salió? ¿Cómo es que esta fuera? ¿Qué fue lo que paso?

Hacer infeliz a las personas es su hobbie, y ella no tiene pienso de quedarse tan tranquila por los momentos. Desde que las fotos comenzaron a llegar solo esperaba que Lucia me contara todo, pero desde que le insinué todo ni siquiera me ha enviado un jodido mensaje.

Fui duro...

Sí, claro que lo fui, desde que la llame solo la traté mal, ¿Cómo me podría llamar? Conociéndola como es, es obvio que no lo haría, se su carácter, se el orgullo que emana de su cuerpo, y lo sé, se completamente que ella no tomara la iniciativa, porque estoy seguro, que ella no ha hecho nada malo y solo soy yo, haciéndome un montón de escenarios en mi mente.

Pero lo que me carcome es que estoy muy seguro que a Teo le gusta Lucia y puede sacar ventaja de mi ausencia, y ella puede estar en todo su derecho, pero se supone que, ambos podíamos con esto ¿No? Gruño ante esto y le doy una calada a mi cigarrillo.

Esto es totalmente prohibido en el centro de rehabilitación, pero que quizás para mi buena suerte, mi compañero de cuarto sabe sus trucos y así como yo, lo único en lo que podemos ayudarnos para aminorar la ansiedad es fumarse un cigarrillo. Suelto todo el humo y lo apago para no consumirlo todo y que el olor se adhiere a mi uniforme.

Todo esto se siente como una puta cárcel. Me quedo quieto unos instantes, pero de pronto me recuerdo de todo lo de las fotos y la ira vuelve a mí. Camino de un lado a otro, en el lugar donde me encuentro, intentando pensar que hacer, quiero coger el móvil y llamarle, necesito escucharla, hablar con ella, la voz de Lucia me hace tanto bien, pero, ¿Qué demonios le voy a decir? ¿Con que motivo puedo llamarle? ¡Carajo!

Estoy en un lugar apartado del centro de rehabilitación para jóvenes, estoy como en especie de casa o choza abandonada, donde algunos internos vienen a besuquearse y otros vuelven a su jodido vicio. Este lugar no es como lo pintan del todo, algunas personas –en su mayoría– te quieren ayudar, a otras simplemente le da igual tu patética vida.

– ¡Illán! –volteo a ver y en la distancia la observo correr. – ¡Hey! –alza su mano en saludo y le imito.

–Hola, Tess...–se planta delante de mí, sus ojos azules son vibrantes y preciosos, ¿Cómo carajos es que ella esta tan destruida? – ¿Ocurre algo? ¿Están revisando las habitaciones? –niega.

– ¡Por Dios! Mira nada más tu mano... –toma mi mano derecha y observa a detalle.

–Solo intento aminorar mi enojo.

¡Que Comience el Juego! ★ (Bilogía Juegos de Amor #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora