Capitulo 23

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Llevamos un buen rato en carretera, voy con la mirada a un lado, observando el camino que ha tomado Illán, no digo ni una sola palabra, ni siquiera le miro. Me acomodo en mi lugar y me concentro del todo en el lindo paisaje que tenemos alrededor, suspiro y en segundos cierro mis ojos, descanso un poco al cerrarlos y un montón de pensamientos vienen a mi mente.

¿Y si Illán me deja botada por este lugar que ni siquiera conozco? ¿Y si me hace algo malo? ¿Y si después de todo debido a sus arranques es un psicópata? Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos y de pronto coloco ambas manos sobre esta y me dan ganas de arrancar mi cabello por tal desespero.

–Lucia, me estás dando miedo –escucho su voz y volteo a verle.

–Ignórame –centro mí vista al frente y me cruzo de brazos. –Quien da miedo eres tú, con esa actitud que en ocasiones sueles expresar.

–Ignorarte, eso es lo menos que puedo hacer, estás día, tarde y noche en mi mente, no me pidas imposibles –con lentitud volteo a verle. –Sí, lo dije –me lanza una mirada fugaz y la lleva nuevamente al frente. –Y perdón por mi actitud en ocasiones intento no ser de ese modo, yo, lo siento.

–Uno, veo que ahora no te cohíbes de decir las cosas, dos, deberías por lo menos tener un autocontrol, no es tan difícil –detiene de a poco el coche y quedamos en medio de una calle poco transitada

–Me iré a toda por ti, ¿No crees que es un buen comienzo? –bufo y niego. –Hablo en serio.

–Ya no sé cuando eres sincero y cuando no, te desconozco –confieso. –Son tantas cosas que, me cuesta asimilar y aceptar –suspira. – ¿Dónde vamos? ¿En dónde estamos? –respira profundo.

–No cambies el tema Lucia –lo fulmino con la mirada y da marcha al coche.

–Me dices a mí que no cambie el tema, cuando tú nunca eres honesto, siempre lo desvías.

–Iremos a un lugar.

– ¡Ves! Siempre desvías la realidad –tomo una bocana de aire. –Pero no te daré importancia, no más...

–No quiero discutir, ¿Bien? –agito mi mano restándole importancia. –Y, conocerás a alguien... –lo miro y noto como su mirada se pierde en la carretera, vuelvo la mirada a la ventana y suspiro.

Me recuesto un poco y me relajo, estiro mi brazo un poco y logro llegar al reproductor del coche, cambio de estación y busco una canción que me agrade, Illán no es muy bueno en esto de la música.

Encuentro una, la canción que ahora suena no es lo que quiero escuchar ahora, pero cuando estoy por cambiarla, Illán me detiene y supongo que de un modo u otro debo dejarla allí. Sé que se trata de The Neighbourhood, la canción es Compass me entretengo mientras la escucho y tarareo, se acerca el coro de la canción y cuando estoy por cantar, Illán me roba el momento y es él quien lo hace.

Su voz ronca y arrastrada, mueve sus dedos al ritmo de la música y al verlo de reojo noto como se disfruta la canción. De un modo u otro me gusta ese gesto desgarbado que lo caracteriza y espabilando vuelvo la mirada al frente, me concentro en el largo camino y ya.

_

Ha pasado un largo rato ya, en ocasiones me quedo dormida, mientras que Illán continúa manejando o se detiene para hacer algo, mi vejiga está a punto de reventar, pero tengo un maldito orgullo que no me deja decirle para que me lleve a cualquier baño público y hacer que mi vejiga por fin diga ¡Aleluya!

Se ven a lo lejos unas lindas montañas, hay muchos árboles a nuestro alrededor, tantos que esto parece un túnel, algunos rayos del sol se cuela por los pequeños espacios y todo es tan verde que te sientes relajado, pero mi vejiga no lo está así que es ahora o nunca.

¡Que Comience el Juego! ★ (Bilogía Juegos de Amor #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora