Capitulo 40

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– ¿Prometes no ausentarte? –pregunto, él me mira fijo. –Lo siento –digo cabizbaja, le escucho reír.

–Lucia, prometo no ausentarme, de verdad –vuelvo a verle. –Veras, que este tiempo se ira muy rápido, que cuando menos lo esperemos, estaré de regreso nuevamente, ¿Sí?

–Si está bien –me abalanzo a él, nos abrazamos. –Te voy a echar de menos, Illán.

–Y yo a ti, Lu –me alejo un poco, nos vemos fijo. –Gracias por venir a despedirme –susurra. –Creí que, no lo harías.

–No lo iba hacer –me encojo de hombros. –Pero no me parecía justo, recuerda, detesto las despedidas –ríe un poco, asiente. –Yo, te quiero, Illán –une su frente a la mía.

–Y yo a ti, mi Lu.

La voz alta suena vez más, y es hora de ya alejarnos y que él tome su vuelo. Su padre, su hermana y madrastra, lo abrazan, me encamino hasta donde se encuentran mis hermanos y Lorenzo rodea mis hombros y deja un beso a un lado de mi cabeza.

Sé que esta es una muy buena decisión de su parte, que esto es un buen avance para su bienestar y que mientras él esté ausente, las aguas por estos lugares se calmaran y cuando Illán regrese, todo esté en orden y él pueda estar tranquilo y sin peligro. No tenemos idea de lo que ha ocurrido con los demás, exactamente, Graciela, no he tenido siquiera cabeza para averiguar, espero que bueno, al menos este bien.

El pelinegro se acerca hasta donde me encuentro, se despide de mis hermanos, ríen con un comentario de Rubén, que no le preste mucha atención y se planta delante de mí. Ambos esbozamos una sonrisa y nos abrazamos nuevamente, sin una palabra, solo un abrazo, un casto beso, y ya, él, se marcha.

Lo vemos alejarse cada vez más, pido mentalmente que no voltee, que no nos mire y que continúe caminando. Espanto el nudo en mi garganta y estas ganas de lloriquear delante de todos. Se detiene por un momento, mi corazón se salta un latido y suplicando, espero que no voltee, no lo hace y sin más ya no le vemos.

–Todo estará bien, nena –volteo a ver a Rubén. –Él, estará bien.

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Semanas, solo dos semanas ha pasado desde que Illán se marchó. Anhelos, en eso se basan mis días, en anhelarlo cada día y cada noche. La tristeza en ocasiones me abarca al final del día, en la universidad y en mis descansos.

–Lucia Cadaval –espabilo, miro a ambos lados. – ¿Lucia Cadaval? ¿Está presente? –reacciono.

–Sí, si... –la profesora me observa, sonríe de lado.

–Lucia, debes estar más al pendiente ¿Ok? –asiento y llevo la mirada a un lado.

Me pierdo en mis pensamientos constantemente, la profesora termina de pasar la lista y nos ponemos en marcha. Desde hoy viernes, hasta el domingo, estaremos con eso del congreso, y aunque yo no tenía muchos ánimos de venir, es algo importante para mi carrera y salir me distraerá mucho.

Nunca había sentido esto de depender de la presencia de alguien. Desde que Illán se marchó a ese centro de ayuda –para recuperarse del todo– el extrañarlo está latente en mí. Intento que la universidad me abarque todo el tiempo posible y no hundirme en cada momento que me disfrute con él, antes de que se marchara.

Viendo por la ventana, observo el transporte donde nos iremos por este fin de semana, todos están ansiosos, yo solo quiero ya salir, llegar a nuestro destino y saber todo acerca del congreso y quizás, disfrutarme el viaje.

¡Que Comience el Juego! ★ (Bilogía Juegos de Amor #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora