CAPÍTULO 28

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Capítulo 28

Me aseguro que Eliot esté dormido para poder curiosear por su habitación, desperté hace un momento con ganas de ir al baño y ahora no tengo sueño. Tiene una estantería llena de libros en varios idiomas, incluso uno que siempre he querido, pero está en español. También hay una pequeña repisa con cientos de películas y todas de acción, entre sus cosas encuentro un álbum de fotografías y me siento en una silla a mirarlas, hay muchas de cuando Eliot era niño, en muchas de ellas sale con un chico rubio ¿Dave? Sí que ha cambiado, no sabía que era rubio, encuentro una donde salen los dos cargando a una niña, sé que no es normal pero los celos se me suben a la cabeza cuando reconozco a la tonta hermana, aun cuando eran niños se le nota que babea por mi novio. Siento la tentación de arrancar la foto y hacer que se pierda, pero eso estaría mal así que lo deshecho, eso es parte del grandullón y lo debo aceptar, aunque sienta que la hiel se pasea por mi esófago.

Sigo viendo el álbum y paso de largo cualquier foto donde esa estúpida aparezca. Una fotografía llama mi atención, es Eliot y su madre junto a un hombre alto, no muy fornido y que en su aspecto se nota que está enfermo, leo la nota que hay al pie de ella y me entristece.

La última fotografía de papá.

Es lo que dice, nunca le he preguntado al grandullón por su padre, no sé cómo murió, pero al parecer estaba enfermo. Desde ahí solo hay fotografías de Eliot y su madre, solos los dos, también algunas con Dave y otras con el dueño del gimnasio. La vida de Eliot es feliz, a pesar de lo de su padre, la mirada en sus ojos en cada una de las fotografías no demuestra tristeza ni amargura, y es por eso, que me pregunto a cada instante si vale la pena echar a perder eso por estar conmigo, tengo la sensación de que en cualquier momento lo voy a lastimar; yo, con alguna de mis tontas actuaciones, o algún miembro de mi adorada familia.

Me levanto tratando de no hacer ruido y salgo de la habitación, necesito un vaso de agua. Bajo las escaleras y maldigo cada crujido que hacen los escalones mientras lo hago. Demonios, ni que fuera tan pesado para que sonaran tanto. Prendo la luz que está justo al terminar de bajar y cierro los ojos por unos segundos para que se acostumbren a la claridad, escucho una melodía a lo lejos que suena una y otra vez.

Reconozco mi tono de llamada y me pregunto dónde rayos dejé mi teléfono.

La última vez que lo vi fue en mi mochila, la cual vi por última vez en la tarde cuando llegamos a la casa y la dejé... ¡en la cocina!

Entró en la cocina y mi mochila está sobre una de las sillas, busco mi teléfono dentro, ¡wow! quince llamadas perdidas, me pregunto quien estará tan interesado en hablar conmigo; Janine. Así que, quien me llama con tanta urgencia es mi adorada madre. Me siento en la mesa de la cocina a revisar mis redes sociales, desde lo ocurrido hace tres meses personas que no he visto en mi vida me mandan solicitudes y eso solo ha aumentado después de lo de la universidad. Ignoro cada una de las personas que quieren solo saber el chisme y contesto los mensajes que tengo de Dianne, Mark y George, termino de hacerlo justo cuando una nueva llamada entra y el nombre de mi madre aparece en todo su esplendor. Inhalo y exhalo un par de veces para llenar mis pulmones de aire antes contestar.

—¿Dónde demonios estás? —la dulce voz de la mujer que me trajo a este mundo, con todo su amor, inunda mis oídos.

—¿Tanto me extrañas Janine?

No me vengas con tus malditos chistes Nathan, te quiero aquí en quince minutos.

—Estás loca, son las dos de la mañana. Si quieres verme tienes que esperar hasta mañana, tal vez a medio día. La verdad aún no se si voy a regresar.

Better Than Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora