CAPÍTULO 4

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Capítulo 4

Entro a la casa con cero ánimos de estar en esta reunión, pero sé que no me van a permitir faltar. Arrastro los pies por el pasillo de que va desde la cocina a la sala. Mis ojos protestan sobre abrirse demasiado así que con ellos a medio cerrar solo poniendo atención de no tropezar y caer de bruces llego donde todos están ya reunidos y me dejo caer en uno de los sofás, me acomodo y cierro los ojos por completo.

—¡Nathan! —sisea mi madre— ¿Cómo te atreves a venir en pijama?

—Estoy en mi casa y es sábado —hablo con los ojos cerrados y solo pongo la capucha de mi pijama sobre mi cabeza—. Agradece que no vine desnudo.

Tal vez y tiene algo de razón. No solo estoy en pijama si no que es el pijama más tonto del mundo. Fue un regalo de Dianne, consiste en un short hasta la rodilla y un polo con capucha del que cuelgas dos orejas de conejo. Oh, y el short incluso tiene una esponjosa cola todo a juego con unas pantuflas de patitas de conejo.

—¡Nathan ve a cambiarte! —Ronald habla y por supuesto no me muevo.

—Hijo, por favor —abro un ojo para observar a mi abuelo. Suspiro y me levanto pesadamente para ir a mi habitación.

Bajo unos quince minutos después, duchado y con ropa limpia. Cuando entro nuevamente a la sala ya más despierto gracias a la ducha me doy cuenta de las personas que están ahí. Además de mi abuelo y mis padres, estás David, Inés y Peter —es secretario de mi abuelo—, también un grupo de cinco hombres y una mujer. Todos vestidos con un impecable traje negro al igual que sus corbatas y una camisa pulcramente blanca. Los guardaespaldas. Los observo uno a uno tratando de descifrarlos, aunque soy malo en eso. El primero es un señor mayor muy serio que parece ser el que manda a los demás, a su lado hay uno rubio igual de serio, pero parece unos años más joven. La mujer es exuberante parece que el botón de su blusa está a punto de explotar para dejar ver sus senos los que tiene nerviosa a mi madre porque Ronald le da miraditas. A su lado hay dos chicos afroamericanos que se parecen mucho entre sí y parecen ser los más jóvenes de todos, podría jurar que son solo unos cuantos años mayor que yo. Pero el que realmente llama mi atención es el que está sentado frente a mí en un sofá individual, parece bastante alto ya que sus piernas están dobladas para no golpear sus pantorrillas con el borde de la mesa de centro, sus hombros son anchos y su rostro es serio. Lleva una barba de candado que sigue por su mandíbula para juntarse con su cabello a la altura de las patillas. Su mirada no se aparta de mí, sus ojos increíblemente negros me miran como si quisiese saber qué estoy pensando y me está poniendo nervioso.

—Bueno, Nathan —me giro hacia mi abuelo—. Quiero presentarte a Artur Ball, es un buen amigo mío y también un ex instructor del ejército.

—Mucho gusto, Nathan —el hombre mayor se presenta—. Aunque conozco a Ronald desde que era un niño no había tenido el gusto de conocerte.

—Igualmente, señor. Supongo que ellos serán nuestros guardaespaldas.

—Así es. Cada uno de ellos ha sido entrenado por mí por lo que puedo asegurar que son los mejores y cuidarán de ustedes en todo momento.

Todos están serios, ni siquiera se inmutan con el elogio de su instructor, pero puedo ver diversión en los ojos negros del tipo frente a mí.

—Él, es Elein Robinson —comienza a presentarlos— ex marin, experto en artes marciales mixtas, quince años de servicio.

—Elein será tu guardaespaldas hijo —dice mi abuelo hablándole a Ronald.

—Alanna Williams también ex marin, experta en armas, cinturón negreo en karate, diez años de servicio.

Better Than Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora