Capítulo 31
—Creo que ya sale humo de la cabeza tanto pensar —me sobresalto al oír esa voz a mi espalda. El intruso me sonríe y por alguna razón me pongo nervioso.
Nicholas Balth-Kiareh es alguien intimidante, no en el aspecto físico, porque es de la misma estatura que yo, algo más musculoso, pero no en exceso, sino en personalidad. Cuando mi padre me presentó con él me comporté tan torpe que hasta hice que uno de los meseros volcara una copa de champagne sobre uno de los invitados de papá. Así que aprovechando que Janine se disculpaba una y otra vez escapé de esa cena donde ya no podía estar ni un segundo más.
—¿No debería estar adentro? La cena es en su honor.
—Odio las cenas de negocios, estoy seguro que todos en ese lugar hablan de mi a mis espaldas. ¿Puedo sentarme? —su mirada es tan clara y suave que asiento hipnotizado por ella. Se sienta a mi lado y ambos quedamos en silencio observando la pomposa fuente de piedra, que hace de punto central del enorme jardín del hotel. Inhalo fuertemente y el perfume de las flores nocturnas se cuela en mis fosas nasales. ¿Menta? Me sorprende encontrar ese olor, no sabía que hubiese ese tipo de plantas en los jardines de un hotel de lujo.
Eliot, Eliot huele a menta.
Cierro los ojos y suspiro pesadamente. Las palabras de la señora Arianna siguen rondando mi cabeza.
—La única manera en que Eliot se aleje de ti es que seas tú mismo quien se lo pida, dile lo que quieras, que no puedes contra tu familia, que para ti fue un juego, que desafiar a tus padres era lo único que querías. No lo sé, pero, si de verdad quieres a mi hijo, no dejes que le hagan daño.
No puedo hacer lo que ella me pide. No quiero hacer lo que ella me pide, dejar a Eliot que es lo único que me ha hecho feliz en mi vida no es una opción para mí, aunque eso, en un momento, le haga daño. Dianne me ha dicho que uno de mis defectos es mi falta de empatía y comienzo a pensar que tiene razón, mi capacidad de ponerme en el lugar de otro es un verdadero asco; lograr lo que quiero, siempre será más importante que el resto del mundo. Y hacer que mi relación con Eliot funcione por, sobre todo, es lo que más deseo ahora mismo. Si Eliot se aleja de mí, será porque él lo quiere, yo, no lo voy a dejar así la señora Arianna no me vuelva a estimar como dice hacerlo.
—A veces, hay cosas que no deben pensarse tanto, Nathan —giro mi rostro y me encuentro al socio de mi padre con su brazo en el espaldar del banco sosteniendo su mentón, mientras me mira de una manera curiosa.
—¿Puedo, hacerle una pregunta señor Balth-Kiareh?
—Solo si me llamas Nicholas, no soy tan viejo, además el señor Balth-Kiareh era mi padre —pone esa sonrisa que tiene y las esquinas de sus ojos se arrugan un poco ante el gesto.
—¿Fue difícil para usted... para ti, aceptar...
—¿Que soy gay? —me interrumpe y yo asiento un tanto incómodo por hacer esa pregunta— La verdad es que no, me di cuenta cuando tenía quince años.
—¿Y para tus padres?
—Mi madre fue quien lo tomó mejor, a mi padre le costó media tarde acostumbrarse a la idea. Ellos me apoyaron en el mismo momento en el que se los dije a pesar que en ese tiempo era un tema aún más delicado que hoy. Tampoco es que fuese hace tanto, tal vez, la edad que tú tienes.
—Me alegro por ti —sonrío triste. Porqué Janine no pudo reaccionar como su madre.
—Ronald y tu madre no lo aceptan ¿verdad? —abro los ojos sorprendido, no es como si mi actitud dejara en claro que soy gay así que me extraña que él se haya dado cuenta. Parece notar mi sorpresa porque sonríe— Sexto sentido. Y tu madre no es buena disimulando su desdén hacia mí y Edward, de hecho, tuve que controlar a Ed para que no la insultara, por la cara que puso cuando él me besó —Nicholas dice todo de una manera tan despreocupada que me agrada. Me gustaría ser como él.
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Better Than Me.
Teen FictionJonas Binder, el presidente de la corte acaba de condenar a muerte a Adam Yamamoto el líder Yakuza más importante de Nueva York, un gran golpe para el crimen organizado de la ciudad. Meses después comienza a recibir amenazas de parte de la familia y...