Capítulo 21
Me pregunto por qué lo que siento por Eliot es tan distinto a lo que he sentido antes por cualquier otro chico. Bueno, la verdad es que tampoco es tan distinto, siento las mismas mariposas que sentía cuando George me miraba y los nervios recogidos cuando Axel me besaba, lo que es distinto es mi actitud hacia él, jamás había sentido la necesidad de estar a cada segundo en los brazos de alguien, de que un beso no es suficiente, sino que la necesidad de fundir su piel a la mía se hace casi desesperante y sobre todo lo que más me abruma es el sentimiento de posesividad que se hace manifiesto en mí. Siempre he sido celoso y eso no lo niego, pero siempre se me hizo fácil camuflarlos con indiferencia y frialdad, pero ahora siento que se escapan por cada poro de mi piel.
Hace casi una semana que estamos en Miami, en este lugar han pasado cosas que jamás voy a olvidar. Hoy toda la incomodidad que sentía se ha ido y por fin puedo disfrutar de la playa. Pensé que iba a ser una tarde tranquila pero ahora mismo quiero asesinar a alguien.
Miro a la zorra en el pequeño bikini negro —y cuando digo pequeño, es PE-QUE-ÑO— que sonríe y se mueve a rededor de Eliot; en este momento desearía ser Scott Summers de X-Men y lanzarle un rayo aniquilador. La muy estúpida de acercó a al grandullón con la excusa más tonta del mundo. Ni que las botellas las cerrara Hércules para que estuviera tan apretada y fuese imposible abrirla. Y es esa mezcla entre súper héroe y caballero medieval que es parte de cada soldado, cosa que los lleva a cumplir al pie de la letra el lema de proteger, defender y auxiliar a cada persona en el mundo, que mi guardaespaldas, miembro de esa élite, lo hace estar ahí parado como idiota escuchando todas las estupideces que debe estar diciendo la chica. ¿Qué no se da cuenta que la tonta solo quiere ponerle las manos encima, debajo, y por todos lados?
Relájate Nathan, no puedes matar a nadie, está bien que seas gay, pero en la cárcel te harán volar el culo y eso no será nada placentero así que relájate.
—¿A quién hay que matar? —salto del susto cuando alguien se sienta a mi lado. Miguel me sonríe mientras quita su camiseta y zapatillas para quedar con sólo el short de baño azul oscuro que trae.
—Ojalá y pudiese matarla... también a él —gruño regresando la vista hacia mi novio.
—De poder, puedes, ¿de deber...? No lo creo, aunque podría decirles a los chicos, ya no salgo con ellos, pero aún son mis amigos.
—No me des ideas —respondo. No puedo hacer eso. Me resigno.
—Apuesto en que pensaste la manera que ella tenga a un accidente —lo miro sorprendido y apuesto que tengo la misma cara del títere protagonista del famoso meme "cómo lo supo" porque Miguel explota en carcajadas.
Vuelvo la vista hacia el grandullón que me mira de reojo, sonrío al ver como hace su mano un puño y aprieta con fuerza la botella de agua que la chica le pidió abrir para ella la cual aún tiene en la mano cuando ve a Miguel sentado a mi lado en la arena, pero mi sonrisa dura cinco segundos, la chica acaricia el brazo izquierdo del grandullón recorriendo con sus garras los trazos de tinta de su tatuaje. Quito de las manos de Miguel la soda que está a punto de abrir, protesta, pero sigo con la mirada fija en esa mano que sube por su antebrazo hacia su hombro; agito la lata con toda la ira que recorre mis venas a lo que mi moreno compañero alza sus cejas en interrogación.
—¿Vamos a nadar? —pregunto haciendo un gesto meloso hacia el moreno.
—Tiene su arma ¿verdad? Aunque apuesto que es capaz de matar a alguien con su pulgar —me río de la cara de terror de Miguel. No sé si con su pulgar, pero con su mano si, recuerdo el incidente con George y el con Dave, pero no creo que sea buena idea decírselo.
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Better Than Me.
Teen FictionJonas Binder, el presidente de la corte acaba de condenar a muerte a Adam Yamamoto el líder Yakuza más importante de Nueva York, un gran golpe para el crimen organizado de la ciudad. Meses después comienza a recibir amenazas de parte de la familia y...