Capítulo 34
Eliot.
—Deja de hacer eso —advierto entre risas mientras mi niño bonito sigue dejando besos húmedos en mi cuello.
—Eres mi novio, puedo hacer lo que quiera con tu cuerpo —la voz pastosa de Nathan me hace reír mucho más. Mi niño bonito pasado de copas es de lo más gracioso. Vuelve a atacar mi cuello y sus piernas afianzan su agarre en mis caderas.
Como puedo abro la puerta de su apartamento y entro cargándolo. Su cumpleaños ya terminó, hice de todo para que fuera el mejor día y lo logré, aunque por un minuto todo se vio empañado por ese maldito mensaje que hizo que Nathan entrara en un estado de alerta y miedo que no me gustó, por suerte cuando llegamos a casa de su amiga –que organizó una fiesta para él– gracias a ese chico Matt y a el idiota de Dave pareció olvidar el mal episodio.
Camino hasta la habitación y dejo a Nathan sobre la cama, me sonríe como un niño bueno antes de erguirse y tirarme de espaldas en la cama mientras él se acomoda sobre mí. A veces me sorprende la fuerza que tiene. Sonrió y pasó mis manos suavemente por su espalda baja y por su redondo y lindo trasero, suelta un suspiro y una vez más esconde su rostro en mi cuello.
—Eliot... Janine va a ofrecerte dinero para dejarme —frunzo el ceño y lo muevo para que me mire. Los ojos de mi niño bonito se empañan y muerde su labio inferior, elevó mis manos hasta su rostro y tomó sus mejillas.
—¿Por qué dices eso?
—Lo sé... ella arregla todo con dinero —resopla—. Tiene la rara manía de comprar joyas para tapar la infidelidad de Ronald, y vi cómo nos miró esta noche.
Cuando llegamos a la fiesta y Nathan se distrajo bromeando con Dave, llamé al señor Binder para informarle sobre el dichoso mensaje. Ya no soy guardaespaldas de la familia, pero me preocupo por mi niño bonito, el señor Jonás de inmediato preguntó dónde estábamos y envió a Liam y John para resguardar la casa de los Waldeck en donde nos encontrábamos. Solo media hora después de eso el señor Ronald y la señora Janine también llegaron, la mirada de sorpresa, mezclada con rabia y dolor que Nathan les envió me hizo querer sacarlo de ahí. Confieso que cuando Nathan dijo que sus padres habían olvidado su cumpleaños creí que exageraba, pero después de ver como el señor Ronald se disculpaba con su hijo, le entregaba un improvisado regalo y prácticamente obligó a la señora Janine a hacer lo mismo, me quedó claro que no era una exageración; ellos de verdad olvidaron el cumpleaños de su hijo. Al menos después de eso la fiesta continuó sin ningún contratiempo y si le resto las miradas fulminantes que me enviaba mi adorada suegra, podría decir que todo salió bien.
—Puede hacerlo. Pero yo, no lo voy a aceptar —digo firme.
—Puedes hacerlo.
—¿Qué?
—Piénsalo, le sacamos unos cuando miles de dólares —mueve su cabeza de un lado a otro—, tal vez un millón —sonríe— y luego nos vamos de viaje —pestañeo varias veces y comienzo a reír, me acerco hasta él y dejó un corto beso en sus labios.
—Estás loco.
—¡Oh!, puedes decirle que quieres todo —alarga de forma exagerada la primera o— el dinero de la familia, es lo que voy a recibir cuando los tres mueran así que es lo que tendrás si te quedas conmigo para siempre.
—Nathan, yo no quiero tu dinero yo... —amo a Nathan, lo quiero por lo que es, mi niño bonito malcriado y egoísta, no por el dinero de su familia. Trato de hablar y dejar ese punto en claro, pero me besa sin dejarme terminar.
—Tú me quieres, no hay nada en el mundo que me haga dudar de eso, grandullón. Solo quiero fastidiar a mi madre —sonríe y yo también lo hago.
—Está bien, si llega a ofrecerme dinero, eso será lo que diré.
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Better Than Me.
Teen FictionJonas Binder, el presidente de la corte acaba de condenar a muerte a Adam Yamamoto el líder Yakuza más importante de Nueva York, un gran golpe para el crimen organizado de la ciudad. Meses después comienza a recibir amenazas de parte de la familia y...