Prólogo.

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Camino con la mano pegada a la pared porque está tan oscuro que no hay manera de saber por dónde voy. El frío se cuela por ms huesos y mis pies descalzos sufren a cada paso que doy, sigo caminando, pero parece que no avanzo, el largo pasillo parece interminable. Al doblar en una esquina y por fin veo algo de luz a un costado del pasillo, casi arrastrando los pies camino hasta ella y me encuentro con la puerta astillada, empujo y por unos segundos la luz artificial me encandila. Cuando logro abrir los ojos me veo la habitación completamente destrozada, ropa, libros, y otros objetos tirado por todo el piso, la cama deshecha con el colchón roto de donde saltan los resortes.

Al fondo hay una ventana con el vidrio roto, que parece ser la única salida de este lugar. Voy a hacia ella, pero en a un lado hay un espejo también quebrado que me devuelve una precaria imagen de mí. Me paro frente a él y reparo en mi rostro, mi ojo izquierdo esta hinchado y labio inferior partido, la sangre seca adorna mis mejillas y cuello, mi ropa está destrozada. Bajo la vista hacia mis manos, mis muñecas llevan marcas y las heridas de laceraciones que causaron las cuerdas en ellas, mis dedos se sienten entumecidos. Me asusta ver manchas de sangre alrededor de mis pies descalzos, sigo con la mirada el camino hasta la puerta y veo que he dejado manchas de ella en cada uno de mis pasos.

Escucho voces a lo lejos y el terror me invade, voy hacia la ventana y trato de abrirla, pero lo único que logro es que una de las puntas del cristal se entierre en la carne de mi antebrazo, gimo de dolor y la sangre sale a borbotones.

La puerta es azotada y me giro asustado hacia ella. Kazuo me mira fijamente, una vez más va vestido de negro con las manos enguantadas y en una de ellas sostiene un arma. Camina hacia mi sin decir nada y se para muy cerca, demasiado cerca. Hunde su rostro en mi cuello y aspira haciendo que sienta escalofríos. No me gusta.

Tomos sus hombros para empujarlo y que se aleje, pero mis manos lastimadas duelen. Cuela su mano libre por debajo de mi camiseta y acaricia mi espalda.

—Suéltame —pido en un susurro porque mi garganta esta tan seca que no logro hablar.

Quiero que se aleje, su toque es asqueroso. Con todas mis fuerzas y a pesar del dolor empujo sus hombros y logro que de unos pasos hacia atrás.

—¿Por qué me obligas a lastimarte, Nathan? —sisea con furia. Me golpea en el rostro y caigo al suelo, mi cabeza golpea la pared.

Eliot... ¿Dónde estás? Cierro los ojos y dejo que la inconciencia me lleve.

Better Than Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora