CAPÍTULO 40

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Capítulo 40

Escucho murmullos al otro lado de la puerta, trato de levantar mi cabeza, pero la siento tan pesada como una roca. Me duele absolutamente todo el cuerpo, la cabeza me pincha y las muñecas me arden, las amarras las están lacerando, puedo sentir en mis dedos la sangre que corre de ellas, mis tobillos están de la misma manera, y siento un dolor punzante en la espalda baja, no sé cuántos días he pasado sentado y atado en esta silla. Paso mi lengua por mis labios resecos y frunzo el ceño cuando las esquinas abiertas de ellos arden, hace horas que nadie viene a darme ni un trago de agua.

Cierro los ojos y trato de desconectarme de lo que está pasando, en el tiempo que llevo aquí solo he visto a ese hombre que de vez en cuando me da un trago de agua y una sopa asquerosa, Jacob ha venido algunas veces solo para insinuar que él puede hacer que me liberen a cambio de lo que él quiere, no he aceptado ninguna de sus ofertas y eso lo enfurece tanto que termina golpeándome hasta cansarse.

La puerta se abre y escucho pasos a mi alrededor, alguien toma mi barbilla y me hace levantar el rostro, cierro los ojos firmemente por el brillo, aunque tenue —debe estar anocheciendo— me lastima.

—¿Qué significa esto? ¿Por qué está golpeado? —el toque de su mano es delicado, y su voz, aunque grave tiene un tono suave.

—Señor... —reconozco la voz del hombre que ha estado trayendo cosas para mí.

—¿Trató de escapar? ¿Hizo algo indebido?

—No señor.

—Eso creí. Desátalo —el toque en mi barbilla cesa y mi cabeza vuelve a caer pegando mi mentón a mi pecho.

Alguien se para detrás de mí y desata mis manos, jadeo de dolor al dejar de sentir la opresión en mis muñecas y en mis hombros, se mueven a mí al rededor y alguien se inclina para desatar mis pies, abro los ojos y jadeo en sorpresa al ver quien es.

—Steven... —susurro. El chico que por casi dos años trabajó en mi casa me dirige una fría mirada, antes de levantarse y dar pasos hacia atrás.

—Me disculpo por el comportamiento de Jacob —habla quien supongo es el responsable de esto—. Yo soy Bruce Jones, espero que hayas escuchado de mí.

Levantó la cabeza, me duele demasiado, pero logro mantenerla alzada para mirar al hombre responsable de todo lo que me ha pasado. Me sorprende lo alto que es, debe ser tan alto como Eliot, tiene un cuerpo formado y un rastro de barba con algunas canas al igual que en su cabello oscuro, adorna su rostro, sus ojos son de un gris oscuro, profundo, a pesar del tono suave de su voz y de su toque delicado sus ojos no logran esconder que es un hombre peligroso. Por su apariencia creo que es mayor por varios años que mis padres, debe estar cerca de los cincuenta, pero a pesar de eso es un hombre guapo, y las canas solo lo hacen parecer interesante.

—Pues no... nunca había escuchado de usted —mi garganta duele de lo seca que se encuentra—, al menos no antes de saber que era usted detrás de todo lo que me ha pasado.

El hombre me mira de una forma impasible, hace un gesto a los hombres a su lado para que se retiren, le doy una mirada a Steven que me la devuelve sin ninguna expresión en su rostro, tal cual como siempre fue. Contemplo la puerta preguntándome si alguna vez podré salir por ella.

—Eres igual a tu madre, tu rostro, tus gestos... si no fuera por el color de tus ojos no podría ver algo de tu padre en ti.

—¿Por qué hace todo esto? ¿Por Janine? ¿Por Ronald?

—Janine es la mujer a la que más he amado en mi vida, en parte estoy donde estoy, por ella. Sabes... cuando por fin me presentó ante sus padres como su novio me sentí aún más enamorado de ella por su valentía, estaba dispuesta a enfrentarse a ellos por mí, tus abuelos me despidieron en el mismo instante y se negaron a aceptar a un simple chófer sin estudios y luego mandaron a tu madre a estudiar a Londres. Le prometí que sería un hombre poderoso al que sus padres jamás volverían a humillar.

Better Than Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora