*Capìtulo 8* -EDITADO-

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-Auch... –Chasqueé la lengua por el ardor, chupándome el dedo para aliviar el dolor luego de que me quemara estúpidamente con la arepa al intentar abrirla caliente. Y eso que tenía el paño de cocina en mis narices y no lo agarré. Pude haber hecho las cosas como Dios manda, pero no. Yo era masoquista.

A mí me encantaba sufrir, definitivamente.

Insulté la masa junto a toda la parte crocante de la arepa y terminé echándole el queso a lo loco para meterla en la vianda de una vez. Mi tasa de desayuno no era la gran cosa, transparente y con tapa roja. La copa de mi sostén era más grande que ese plástico y tenía más profundidad para guardar comida que el diminuto espacio de su superficie. Luchaba, diariamente, para llevar un desayuno decente al liceo. Pero siempre terminaba volviendo un culo la arepa porque la mamaweba taza nunca cerraba. Si la arepa era muy gruesa, no.

Ella me decía "Olvídame".

Olvídame... Así como mis sueños y esperanzas de poder estar con el hombre que quiero, más allá de la relación entre profesor y estudiante.

Luego de que el encuentro "normal" que tuvimos en la cocina pasara a segundo plano, Jungkook se la pasó toda la tarde ignorándome, socializando más con Jimin y sacándole temas de conversaciones absurdas a Kim para mantenerse apartado de mí y no tener que dialogar conmigo. Me miraba de vez en cuando, solo cuando era justo y necesario, para vigilar que el perro no me siguiera molestando o que no me perdiera cuando le pedía el baño.

Nunca volvimos a estar a solas, y cuando tocó la hora de irnos, Jimin nos acompañó solo a la parada porque él se sentía demasiado "cansado" para salir y velar por nuestro bienestar.

No se molestó en despedirse. Ni siquiera por decencia alzó la mano cuando salimos de su casa. Simplemente se metió, y nos cerró la puerta en la cara.

Bueno, mentira. No nos cerró la puerta en la cara, pero prácticamente fue algo así.

Uno de los momentos más incomodos de la tarde fue cuando terminamos de almorzar. Kim había soltado un eructo muy fuerte, llamando la atención de los dos y riéndose como si hubiese hecho una gracia. Ninguno se lo tomó a mal, Jimin sonreía con ternura al verla, pero Jungkook parecía no dejar de sorprenderse cada vez que ella lo hacía con facilidad.

Y cuando empezó a eructar el abecedario, Dios...

¡No! cuando empezó con sus preguntas innecesarias. Allí fue cuando quise enrollarme en la alfombra y ahogarme con las pelusitas de la tela.

-Profesor Jimin...

-¿Hm?

-¿Qué es un orgasmo?

*

El profesor Jimin levantó la cabeza del espaldar del sillón, mirando a Kim como si lo que le acababa de preguntar fuese la cosa más sorprendente e inimaginablemente posible.

No es como si fuese alguna de esas dos cosas, no es como si aquello no existiera o que penalicen a la gente por hablar de eso. Pero, no era el momento, ni el lugar, ni la situación.

Tampoco se le preguntaba ese tipo de cosas a cualquiera, mucho menos a tu profesor, el que te da la asignatura de matemáticas.

Quería morir de la vergüenza.

Estábamos las dos acostadas en la alfombra, boca arriba y con la vista al techo, mientras que ellos estaban sentados en el gran sofá detrás de nosotras y reposando la comida con los ojos cerrados. Bueno, Jungkook solamente. Jimin ya tenía los ojos más que abiertos ante la pregunta fuera de lugar de Kim. Y no sabía si solo él la había escuchado o si Jungkook estaba dormido.

El profesor JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora