**Capítulo 42**

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*POV JIMIN*

-Entonces, ¿No me dejaras conocerla?
¿Por qué no quieres que la conozca?  No puede ser tan fea.

Suspire, a veces Rose se pasa de tonta.

-No es eso, Rose. Lo que pasa es que se cómo eres tú, y sinceramente no quiero tenerte aquí atormentándola por toda una semana. Ya bastante tengo con ciertos problemas y uno mas no lo soportare.

-Ahh. ¿Me estás diciendo problemática? ¡Si yo soy un angelito!
¡¿Qué te pasa?!

Acaricie el puente de mi nariz, queriendo que su voz chillona saliera de mi cabeza. Rose siguió quejándose detrás de la línea y yo solo quería lanzar mi teléfono contra la pared. Estuvo llamándome durante todo el día y cuando atendí sin querer, este es el resultado.

Ni en mi hora de descanso puedo respirar y estar tranquilo.

-Rose, tengo unos papeles que ojear. Hablamos luego.

-¡NO! A mí no me vas a colgar
¡no te vas a deshacer de mi tan fácilmente! ¡Te la calas!

Apreté el bolígrafo entre mis dedos y lo afinque en el escritorio, hundiendo la punta en la madera lo más que podía, Hasta partirlo por completo.

Ah, genial.

-Le diré a mamá que no me quieres...

-Díselo.

-Le diré que tienes novia y que es menor.

-Díselo, le diré que te preñaste.

-¡Iré a tu casa el viernes, te guste o no!

Dile a mi cuñada que la llevare a comer pastel
 Bye..

Cerré los ojos con fuerza, queriendo tragarme toda mi arrechera.

-¡ESA MIERDA SE LLAMA TORTAAAAA! –Grite al teléfono, pero ella me había colgado.

Maldita sea.

Deje mi celular en el escritorio y seguí ojeando el papeleo con la poca paciencia que me quedaba. Cuando tuve que firmar un documento vi que había dañado mi bolígrafo, ahora tenía que buscar otro. Gruñí y me levante para dirigirme al estante de los materiales.

Escuche la puerta de la sala de profesores abrirse, pero le reste importancia creyendo que podría ser cualquier profesor. Busque el bolígrafo y volví a mi escritorio, pero al sentarme no vi a nadie en la sala. 

Estaba solo...

Me hundí de hombros y continúe con el papeleo, pasando notas, corrigiendo exámenes, observando trabajos. Eran tantos que solo quería quemarlos y fumármelos.

No, mentira. Pero si quemarlos.

Solté el bolígrafo y me estire en mi asiento, apartando los cabellos de mi cara para luego suspirar. Me siento tan estresado.

Mire mi flequillo y ya el color naranja estaba descolorado, necesito arreglarme el cabello lo más pronto posible.

Un cosquilleo ataco mis muslos y de golpe me senté, viendo unas manitos desabrochar rápidamente mi cinturón.

-¿Qué?... Kimi, no –Dije, viendo sus ojitos bajo el escritorio- ¡Kim!

-Daddy, me porte mal.... Perdón.

El profesor JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora