I. Hora de volver a casa, Jun (2ª parte)

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POV. MINGYU

Una última serie de cinco y seria libre. Un último esfuerzo y podría huir a la seguridad que le proporcionaban los vestuarios, tomaría su mochila y volvería a su casa a la carrera. Solo necesitaba que su organismo se mantuviese tranquilo durante treinta minutos. Levantó las pesas ocultando el temblor de sus brazos que iban perdiendo fuerza por momentos. Si se marchaba ahora, corría el riesgo de que le viesen débil por no terminar y que los comentarios llegasen a oídos de su padre. Un escalofrío recorrió su cuerpo al pensar en las represalias. Su cuerpo aún se resentía por culpa del último castigo y no sería capaz de soportar uno nuevo. Hizo un nuevo levantamiento que le resultó aún más difícil que el anterior. Aunque si lo pensaba, era mejor enfrentarse a él por ser débil que acudir cuando todo el mundo descubriese que en realidad no era quien aparentaba ser. No solo tendría problemas con su progenitor, si no que le obligarían a acudir ante el líder de la manada para someterse a un juicio por ocultar su naturaleza en tiempos de necesidad. Desde que los ataques se habían multiplicado, los niños eran poco frecuentes allí y apenas había omegas suficientes para mantener la descendencia. Moría, la manada comenzaba a desaparecer poco a poco y cualquiera que evitase ser reconocido, debía ser castigado. Otro levantamiento más hizo que su mandíbula se apretase con el esfuerzo y los músculos de su cuerpo se tensaran más de lo que debían. Lo utilizarían como a cualquier otro y le obligarían a emparejarse con el primero que quisiese, despojándole de cualquier tipo de oportunidad que hubiese tenido hasta ahora. Sus padres negarían su existencia, no había que ser un lince para saberlo y saldrían ilesos de una situación que ellos mismo habían provocado. Se centró en mantener las pesas bien arriba y luego las dejo caer a su soporte de nuevo. Solo le quedaba una más y si su organismo le daba tregua, podría huir hasta su casa para evitar la desgracia. Sin embargo, la suerte no estaba de su parte. Podía olerse. Los supresores habían dejado de hacerle efecto y estaba expuesto ante los demás. Debía salir de allí cuanto antes.

— Oye, Mingyu, ¿Te vie...? —El alfa comenzó a olfatear el aire y clavó sus imponentes pupilas azules en él—. Mingyu, joder...

El chico retrocedió un par de pasos, mirando hacia todas partes y calculando cuanto tardaría en llegar a la puerta sin que nadie más se diese cuenta. Antes de que pudiese dar dos pasos, su amigo lo tenía acorralado contra el soporte de las pesas, colocando cada mano a un lado de su cuerpo. Su temperatura corporal estaba subiendo y sentía que los temblores por todo su cuerpo, una muy mala señal que empeoraba la situación que estaba viviendo. Se había quedado sin supresores el día que empezaba con el celo, en medio de un gimnasio lleno de alfas mucho más fuertes que él. Acababa de tirar por la borda todo lo que había conseguido para mantenerse a salvo y ser el orgullo de sus padres. Tragó saliva en cuanto sintió su nariz contra el cuello, aspirando su aroma.

— Hueles demasiado bien —Se estremeció al sentir el cuerpo del alfa contra el suyo, maldiciendo su naturaleza y su necesidad—. Déjame ali...

Antes de que terminase de pronunciar lo que temía, le golpeó en la entrepierna con todas sus fuerzas y salió de allí ante la atenta mirada de los demás. Podía sentir su deseo y el terror apareció. ¿Qué pasaría si no llegaba a tiempo a casa? Cualquiera podría tomarlo a la fuerza y el no sería capaz de negarse porque necesitaba con desesperación aliviarse. No recogió sus cosas, era demasiado arriesgado y se escabulló por las calles menos abarrotadas, buscando con desesperación su casa. Para cuando el primer golpe de calor le hizo caer de rodillas, ya había llegado a su puerta. Sin mediar palabra con los sirvientes, jóvenes betas educados para atender todas sus necesidades, se encerró en su habitación. Rezando para que su padre no llegase a casa antes de conseguir más supresores. ¿Por qué no podía haber nacido como un alfa?¿Por qué tenía que ser un simple omega sin voz ni voto? A esas alturas ya tendría que haber llegado la noticia al líder y no tardarían en mandar a cualquier imbécil para que se apareara con él. Mierda, no podía permitir que eso ocurriese. Abrió todos los cajones buscando con desesperación alguna pastilla olvidada que aliviase el dolor, pero estaban tan limpios como cuando había buscado esta mañana.

La manada del lago Yang - Seventeen [ +18] [EDITANDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora