V. Estás despedido, Seungcheol (2ª parte)

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Cuando Mingyu aceptó formar parte de la manada del lago Yang después de despertar en una casa que no era suya y ser ayudado por un grupo de omegas que lo habían acogido como si fuese uno más, pensó que se habían acabado los problemas. Por fin podría aprender a mostrarse como era realmente, sin miedo a las represalias de su padre o los comentarios hirientes de aquellos que llamaba "amigos". Sin embargo, si algo caracterizaba a Mingyu, era ser un imán para los desastres. ¿Quién le iba a decir que, en su segundo día con ellos, perdería a un miembro de la manada en celo, en mitad del bosque, en una zona que usualmente está repleta de turistas? Si hubiese sabido al despertase lo que ocurriría al ir a comprar los suministros que necesitaba para encargarse oficialmente de la cocina y alejarles de una vida llena de ramen instantáneo, comida a domicilio y platos precocinados, habría vuelto a hundirse entre las sábanas para no tener que despertarse. Seungkwan había preferido quedarse en casa, disfrutando de su día libre en el hospital, y Dino se había quedado con él porque no quería dejarlo solo tanto tiempo. Como Joshua y Jeonghan habían salido muy temprano a trabajar, solo quedaba Minghao para ir con él. Estaba tan entusiasmado con poder enseñarle el pueblo donde trabajaban, compraban y salían cuando tenían ganas de dar una vuelta... ¿Cómo iba a negarse a aceptar su compañía? Ahora, mientras se adentraba entre los árboles siguiendo el rastro que su olor, tan agradable como si estuviese frente al mar, había dejado; pensaba en que lo mejor hubiese sido salir solo. ¿Y si algún imbécil quería aprovecharse de su situación?¿Y si algún alfa estúpido se lo llevaba? Es cierto que le habían advertido que aquella zona y sus alrededores eran visitadas únicamente por humanos, pero no sabía hasta que punto podía confiarse. Miró el paquete de inhibidores que llevaba en la mano, el mismo que había estado usando para su celo. Si tenía en cuenta que él estaba acabando y ya se había tomado la última pastilla, había de sobra para que su nuevo compañero pudiese tranquilizarse hasta llegar a la casa. Solo necesitaba encontrarlo, cederle la tableta para que la terminase y llevarlo de vuelta a casa. « Por favor, que no le haya pasado nada » suplicó en su mente, sintiendo como los nervios crecían en su interior y su lobo se agitaba en lo más profundo de su mente, con preocupación.

— ¡MINGHAO! —Llamó de nuevo esperando ser recibido por el sonido del viento entre los árboles. Sin embargo, a diferencia de las otras vez, por fin pudo captar un quejido muy cerca de allí.

Corrió hasta llegar a un claro donde un gran lobo blanco se revolcaba por la tierra, tratando de aliviar el calor que sentía. Se quejaba con cada movimiento, rozando sus patas contra el suelo con frustración. Era hermoso, uno de los lobos más increíbles que había visto en su vida y era él, el hombre al que había estado buscando. Aturdido, permaneció de pie, admirando al animal que tenía delante. Un nuevo quejido le hizo sacudir la cabeza para dejar de pensar en su belleza y poner fin a su dolor. Respiró aliviado, ningún lobo había intentado propasarse con él y eso era suficiente para devolverle un poco de la paz que había perdido.

— Minghao, eh, tranquilo —Le dijo con suavidad, acercándose despacio para no asustarle—. Necesito que cambies y te tomes la pastilla —Intentó explicarle, sin saber cuanto dominaba el lobo y cuanto el hombre refugiado en su interior—. Vamos, pasará pronto si me haces caso.

Unos cuantos minutos y forcejeos después que para Mingyu fueron eternos, consiguió que volviese a cambiar y se tomase la pastilla. Recostado en el tronco de un árbol, respirando con cansancio, paseó los dedos por el pelo de su compañero para tranquilizarlo mientras comenzaba a hacer efecto. El olor comenzaba a desvanecerse y el calor era mucho más soportable con cada caricia de sus manos. Sabía el efecto que tenía en los demás, la forma en la que conseguía que descansasen y sus músculos se relajasen con unos cuantos toques, pero nunca antes había encontrado a alguien que realmente necesitase un poco de su contacto. Podía ser el omega más torpe que existía, tirar todo aquello que le daban y tropezarse con sus propios pies, pero nadie podía negar que sus manos eran mágicas.

La manada del lago Yang - Seventeen [ +18] [EDITANDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora