XXI. Nadie, absolutamente nadie, toca a mi alfa (2ª parte)

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POV. SEUNGCHEOL

Caminaba sin rumbo fijo entre la niebla, buscando, sin resultado, al cachorro que le había llevado hasta allí. Estaba perdido, rodeado de una espesa bruma que le impedía ver más allá de sus manos y caminando por una superficie rocosa que le dificultaba avanzar. Gritó su nombre, esperando recibir alguna señal, pero encontrándose con su propia voz producto del eco. Se sentía nervioso, su lobo le gruñía inquieto, instándole a avanzar sin detenerse. Fue colocando un pie detrás de otro, procurando no caer, continuando en lo que a él le parecía línea recta. Sin embargo, no importó cuanto lo intentó, acabó resbalando y sintió como todo su cuerpo se precipitaba al vacío. Su estómago se revolvió a causa del vértigo y los ojos se le cerraron para evitar ver la caída que nunca llegó. Minutos, que le parecieron eternos, después, sintió la frialdad de la tierra bajo su cuerpo sin impacto alguno y fue entonces cuando se permitió observar lo que ocurría a su alrededor. Estaba tumbado sobre un jardín, rodeado de bosque y frente a una pequeña casa que le hacía temblar. Sentía miedo al observarla, un terror tan profundo que ni el sol que brillaba sobre su cabeza podía hacer desaparecer el frío que se había instalado en su cuerpo.

Cuando la puerta se abrió y escuchó la voz de un hombre que le hacía sentir protegido, se incorporó, sintiendo curiosidad. Le hablaba a un niño que era incapaz de ver, sonriendo tanto que el sol podría enviarle y prometiéndole que no importaba quien viniese, que el seguiría siendo importante en su vida aunque ahora tuviese que compartir su cariño. Fue entonces cuando una mujer, cargando a un pequeño cachorro en sus brazos, se acercó hasta la puerta y Seungcheol sintió un poco de calidez, dejando de temblar ante la visión de aquel lugar. Estaba ante un hogar y aunque no entendía por qué, sentía que estaba viendo a esa familia que nunca tuvo o que nunca llegó a recordar.

— Seungcheol —Habló el hombre que tanto amor le transmitía, agachándose ante el niño pequeño y provocando que él abriese los ojos, tanto que podrían salírsele de las órbitas. Aquel enano que se aferraba a la mano de su padre era él, lo sabía, lo sentía en lo más profundo de su ser—. A partir de hoy, mi fiero guerrero, tendrás un hermano pequeño. Deberás protegerle y amarle pase lo que pase como hacen las familias. Es una misión que solo pueden llevar acabo los más valientes. ¿Podrás hacerlo o quizás es mejor que le pida ayuda a algu...?

— No, no, yo lo haré —Chilló su "yo" del pasado, saltando de alegría y acercándose al pequeño bulto en brazos de la mujer—. Hola —Saludó, mirando al bebé con curiosidad y sonriendo ampliamente cuando se encontró con sus ojos—. Mira, papá, me está sonriendo, eso es que le gusto.

— Eso es, cachorro, le gustas —Susurró la mujer, la que había sido su madre, a la que no pudo proteger nunca, a la que había fallado incontables veces.

Las figuras de su pasado comenzaron a desvanecerse y por mucho que gritó, no consiguió alcanzarles. Sus padres se marchaban como habían hecho tiempo atrás. Pronto, se encontró sentado en la hierba, fría y húmeda por la lluvia de otoño, presenciando uno de los días que había llegado hasta él en sus ataques, uno de esos momentos que ahora sabía que se trataban de recuerdos.

— Seokmin, espera, para, por favor —Gritó su propia voz, mucho más joven desde algún lugar del camino de piedra que conducía a un pequeño pueblo—. No vayas tan rápido, detente.

Un pequeño niño con los rasgos de aquel que afirmaba ser su hermano, llegaba corriendo hasta allí, sin percatarse de su presencia. Intentó acercarse al pequeño, susurrarle que todo iría bien, porque le dolía ver las lágrimas en sus ojos, pero ere imposible. Por mucho que hablase, él no le escuchase, como si fuese invisible. Su sorpresa fue aún mayor cuando él, mucho más joven, aparecía por el mismo camino, corriendo hacia el niño y abrazándolo a pesar de lo mucho que se resistió. Podía escuchar como Seokmin decía entre sollozos que era un monstruo y sintió como si le arrancasen el corazón del pecho, convirtiéndolo en pedazos.

La manada del lago Yang - Seventeen [ +18] [EDITANDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora