III. Maldita sea Jihoon, eres un omega (1ª parte)

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POV. JIHOON

El agua se ondulaba con cada piedra lanzada mientras la arrastraba a sus profundidades. Solo podía oírse el ruido que hacía al chocar contra la superficie del mar y los latidos de su corazón. Nadie se atrevía a ir a la playa cuando llegaba Octubre y las mareas cambiaban. Su pueblo le temía a la fuerza de las corrientes, a la falta de pesca cuando las noches se hacían más largas y los días se acababan antes. Pertenecía a una manada llena de supersticiosos que creían que la luna era nuestra principal diosa y si no cumplías con las leyes que eran consideradas "sagradas", recibías un horrible castigo. Jihoon sabía la verdad detrás de las leyendas estúpidas, no eran más que un escudo para su comportamiento arcaico. Sonrió con desprecio mientras lanzaba una nueva piedra y observaba lo lejos que podía llegar a caer. La luna no los culpaba de nada ni los haría sufrir por dejar atrás su comportamiento prehistórico, pero a los líderes que habían ido tomando el poder de la manada no les convenía que sus ciudadanos pensasen de otra manera. Así se aseguraban de mantener a los omegas en el lugar que le correspondía. Criar y cumplir con lo que los alfas ordenaban, era el pan de cada día para ellos. Debían aguantar ser tratados como simples objetos sexuales porque la luna lo había dicho así, las parejas destinadas no tenían cabida allí porque eran una estúpida fantasía de los omegas y si un alfa quería tomarte en su harem, mientras tuviese dinero para mantenerte, debías obedecer sin rechistar. Encima, esperaban que les dieran las gracias por tener una cama, ropa y comida como si fuesen sus salvadores.

— MALDITOS ALFAS HIJOS DE PUTA —Gritó exasperado mientras lanzaba otro golpe contra el mar en calma.

Estaba frustrado y podía sentir la ira recorriendo cada fibra de su ser. Creía que su destino iba a ser mucho mejor que el de cualquier otro omega, pero estaba completamente equivocado. Era codiciado por muchos jóvenes y adultos, pero su padre siempre lo había mantenido a buen recaudo, asegurándose de que ninguno reclamase a su hijo sin su consentimiento. Había pensado que era un hombre comprensible y dejaría que eligiese a su pareja llegado el momento o que le permitiría que fuese en busca de quien el destino había preparado para él; pero estaba completamente equivocado. Su intención era protegerle intacto hasta que alguien importante quisiese estar con él y así aumentar el estatus de la familia. Los libros que había leído, lo que había aprendido sobre libertad y otros aspectos importantes de la vida, quedaban relegados en un segundo plano cuando se trataba de su tribu. No importaba cual fuese su actitud o como se sentía, daba igual que otros clanes tuviesen normas mucho más igualitarias y justas, él había nacido en la manada equivocada. Allí nunca podía ser él mismo sin recibir el castigo correspondiente, no podía elegir con quien quería estar ni lo que quería hacer con su propia vida. Si había conseguido estudiar música en la universidad había sido por pura indulgencia de su padre y solo esperaba que le devolviese el favor, apareándose con el más insultante de los alfas: el líder de la manada.

— ERES UN CABRÓN, PADRE —Volvió a gritarle al viento mientras las lágrimas de frustración descendían por su rostro—. ESTÁS LOCO SI CREES QUE DEJARÉ QUE ME LLEVE SIN LUCHAR.

Unas manos se colocaron en sus hombros, masajeándolos. Aspiró su aroma dejando que sus dedos lo relajasen por completo. Se apoyó con cuidado en su espalda y cerró los ojos, hipnotizado por su contacto. De haber sido otro, le había apartado con brusquedad y gritado para que se alejase de él. No quería que ningún alfa le tocase, los odiaba con tanta fuerza que no podía evitar ponerse a la defensiva con cualquiera que se cruzase por el camino. Notó como los músculos se destentaban poco a poco y suspiró aliviado al verse libre de la rabia. Seguía enfadado, pero ahora no correría el riesgo de morir por intentar asesinar al hombre que quería reclamarle.

— ¿Qué ha pasado para que estés tan enfadado con tu padre? —Preguntó mientras le giraba. Su mirada imperturbable no mostraría ninguna emoción para aquellos que no lo conociese, pero él que había estado con el desde que nació, sabía leer bajo su fachada de seriedad. Estaba preocupado—. Sé que es un hipócrita, pero es el mejor que todos los alfas de por aquí. Pensé que te comprendía y miraba por tu bienestar —Se alejó de él, soltando su agarra con tan rápido como había llegado. Manteniendo las distancias que tanto les gustaba.

La manada del lago Yang - Seventeen [ +18] [EDITANDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora