XXII. No vuelvas a irte así, Chan, por favor (2ª parte)

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POV. MINGHAO

Solía tener pesadillas todas las noches, despertarse de madrugada y esperar impaciente a que sonase el despertador. Nunca se lo había dicho a Jeonghan, temiendo que insistiría para que viese a un especialista. Se negaba a hablar con otro lobo, ajeno a su manada y no era algo que fuese a cambiar. A veces se despertaba con la sensación de que lo estaban ahogando una y otra vez, otras con la idea de que seguía encerrado en aquella celda y en muchas ocasiones podía sentir de nuevo las cadenas en sus brazos. Sin embargo, desde que Jun había llegado, los terrores nocturnos parecían haber desaparecido. Se sentía seguro y resguardado, confiaba en que nunca más tendría que volver a ese calabozo o gritar para que le ayudasen. Puede que Minghao se estuviese acostumbrando a los cuidados de sus dos lobos favoritos. Levantarse rodeado del agradable aroma de su compañero y sentir el delgado cuerpo del cachorro entre sus brazos era una sensación que no quería olvidar nunca. Por eso le sorprendió cuando aquella noche, las pesadillas regresaron. Caminaba por un pasillo, siendo empujado por uno de sus captores, arrastrando las cadenas hasta la sala de interrogatorios. Lo empujaron en aquella silla que tantos escalofríos le daba y comenzaron con las preguntas que no sabía responder. Una tras otra, recibiendo los castigos correspondientes por no decir lo que querían. ¿Cómo iba a saber que su padre estaba en negocios tan turbios?¿Cómo iba a pensar que lo vendería de aquella manera para no sufrir él? No sabía dónde estaba el dinero, ni a dónde se había ido su padre. Los alfas mostraban sus sonrisas frías y estropeadas, tras heridas que no habían sanado bien. Volvían a insistir en que todo terminaría si le decía lo que querían, pero él no tenía nada. De haber sabido dónde estaba, habría hablado aunque eso significase su muerte. Ya no le importaba ese bastardo que le había engendrado y morir era cien veces mejor que aquello. Con cada golpe se sentía desfallecer, con cada herida perdía parte de su orgullo y lo peor fue cuando... « Papi, tranquilo, tranquilo, es solo una pesadilla » comenzó a decirle uno de sus captores, zarandeándole. No hubo agua cayendo en sus labios hasta ahogarlo, no hubo nada más que un rostro irreconocible que comenzaba a volverse nítido « Vamos, papi, despierta, es solo una pesadilla. Papá y yo estamos contigo ». Oyó una voz más, uniéndose a la suya, mucho más preocupada y autoritaria « Minghao, cariño, despierta, todo irá bien ». Unos brazos lo atrajeron hasta su pecho, sentándole sobre su regazo mientras otras mucho más pequeños le acariciaban el brazo. Comenzó a sentirse despierto de nuevo y sus ojos se abrieron despacio, dejando que las lágrimas fluyesen como hacía años que no permitía. Estaba bien, estaba a salvo, estaba con sus lobos favoritos. No había más tortura, no estaba con esa gente, no estaba pagando por los errores de alguien más.

— Shh, wo de long, shh, estás aquí con nosotros, nadie va hacerte daño —Podía sentir las lentas caricias que llegaban de todas partes y se refugió en su olor, escondiendo el rostro en el hueco entre su cuello y el hombro. Jun olía tan maravilloso y podía sentir como sus feromonas le envolvían, tranquilizándole, arropándole—. Solo ha sido una pesadilla

— Nadie te va a hacer daño, papi —Susurró Kwanhee, su voz al borde del llanto—. Papá no dejará que te lleven de nuevo ¿Verdad que no?

— No lo permitiré y lucharé con todo lo que tenga a mano para conseguirlo —Besó su pelo con suavidad, demostrando, como siempre, lo mucho que le apreciaba. ¿Algún día sería capaz de decirle lo mismo que le susurraba cuando creía que dormía?¿Alguna vez serían capaces de dar el paso? Comenzaba a querer más de lo que recibía, a necesitar la paz que vendría con un apareamiento completo.

Se incorporó un poco para mirarle a los ojos y sintió como besaba cada una de sus mejillas, tratando de borrar sus lágrimas como hacían los lobos. Le mostró una pequeña sonrisa antes de frotarse los ojos. Era la primera vez que se permitía ser débil, que no trataba de demostrar que estaba bien aunque tuviese miedo por las noches. Jeonghan, Joshua y los demás, habían tenido una vida mucho más difícil. No podía llegar con sus pequeños problemas y preocuparles sin necesidad. Él había tenido una infancia feliz, su madre, una joven alfa muy hermosa y la líder de su manada, había cuidado de él con mucho cariño, sin importarle su naturaleza. Al igual que había hechos su padrastro, un beta que lo había querido aunque no fuese suyo, y su propio padre antes de caer en el lado incorrecto de la ley. Le enseñaron a defenderse, permitió que estudiase lo que quisiese y le instaron a que cumpliese sus sueños. Era mucho más de lo que habían tenido los demás. No era justo que el lloriquease por una etapa que tan solo duró un año.

La manada del lago Yang - Seventeen [ +18] [EDITANDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora