Extra

3.2K 400 64
                                    


Chan siempre había deseado celebrar una nochebuena como la de los demás, poder adornar la casa con el resto de su familia, preparar una buena cena y cantar villancicos a gritos, desafinando cada nota. Deseaba poder levantarse la mañana de Navidad para tomar chocolate caliente y ver si había algo bajo el árbol. Siempre había sido amante de las historias navideñas, de la música y de las luces que brillaban por todas partes. No había día en el que no soñase con tener su propio milagro y conseguir una familia que lo quisiese, sin importar qué era o lo que había hecho para sobrevivir. Sin embargo, conforme iba pasando el tiempo y soportaba el frío que suponía trabajar en la calle, fue perdiendo la fe. Los adornos y los villancicos dejaron de alegrarle. Ya no había sueños sobre lo que podría ocurrir un día o lo que haría cuando tuviese con quien compartir las fiestas. Había aprendido por las malas que la vida era injusta y que él nunca saldría de aquel lugar. Moriría a manos de alguno de sus clientes o tendría un destino mucho peor. No había futuro para él.

Por eso, cuando abrió los ojos aquella mañana, se preparó para pasar una nueva Navidad como siempre lo había hecho: solo, sin risas, sin calidez... Pero no se despertó admirando el agrietado techo de su piso y bajo él, no estaba el duro colchón en el que solía dormir. Se encontraba en una habitación con el techo de madera oscuro y estaba acostado con una almohada esponjosa bajo su cabeza, rodeado de la calidez de un gran edredón y sobre un colchón que se amoldaba a su cuerpo a la perfección. Se levantó de golpe, quedando sentado y observando su alrededor con sorpresa ¿Dónde estaba?¿Qué había pasado? Se miró las manos completamente vendadas y la noche anterior llegó a él como una sucesión de recuerdos inconexos. Había estado trabajando, cuando unos hombres decidieron que era más divertido golpearle y lo dejaron tan mal que no había podido cambiar. Lo siguiente que supo fue que alguien le hablaba con dulzura mientras lo recogía en brazos. Aquel hombre no había parado de susurrar que todo estaría bien, que se pondría bien. Recordaba haberle contestado algo antes de caer en la inconsciencia. ¿Aquel desconocido lo había traído a su casa?

Se sobresaltó cuando las risas llegaron hasta sus oídos, fuertes y llenas de alegría. El olor a café que se filtraba en la habitación hizo que su estómago gruñera. Curioso, salió de la cama, haciendo una mueca por el dolor. « Tengo que cambiar pronto, cuando sepa que está ocurriendo » pensó, moviéndose con lentitud hacia la puerta. Le habían puesto un pijama de One Piece que le quedaba un poco grande, pero era tan suave, que no le importó. Bajó tratando de no hacer ruido y se asomó por la puerta de la que provenían las voces. No sabía lo que esperaba encontrar, pero lo último que pensó que vería seria a cuatro hombres decorando la habitación, en pijama, con todo lo que encontraban en las cajas sobre el sofá. Uno de ellos se peleaba con lo que parecía ser un árbol de plástico a medio montar, tratando de encajar las piezas sin mucho éxito. No pudo evitar reír, mostrando su ubicación. Cuando los cuatro se giraron para mirarle, se escondió tras la puerta, avergonzado. Se sentía como un intruso. Al menos sabía que no le harían daño, olían muy bien, a omega.

— Buenos días —Saludó una voz que le recordó a la del hombre del callejón—. No tengas miedo, no vamos a hacerte daño —Asomó la cabeza una vez más, encontrándose con una gran sonrisa en sus labios ¿Quién era aquel hombre y por qué sentía el impulso de abrazarlo? — ¿Cómo te encuentras esta mañana? —Se acercó hasta él, despacio, como si se tratase de un animal herido que pudiese correr asustado si se movía demasiado rápido. Aunque si lo pensaba ¿No era la descripción perfecta?—. No conseguimos que cambiases así que Seungkwan tuvo que intervenir a la vieja usanza.

— Mejor —Susurró, observando de reojo la puerta. Si se veía en un aprieto, podía salir corriendo ¿Cuánto tiempo tardaría en huir?—. Será mejor que me vaya, no quiero molestar ...

— No molestas ¿Café? —Dijo uno de los otros hombres, dejando una pequeña bola de nieve sobre la chimenea y acercándose a él—. ¿Quieres galletas también? Minghao quemó lo que nos quedaba de pan y no quedan tortitas. Soy Joshua, por cierto.

— Eso os pasa por dejarme hace el desayuno, es vuestra culpa —Contestó aquel que olía a mar, sentándose en el sofá sobre el espumillón y riéndose—. Encantado de conocerte, soy Minghao ¿Por qué no cambias y vienes a ayudarnos cuando te recuperes? Tenemos que tenerlo todo listo para esta noche y mañana.

— Seungkwan, un placer —Dijo el que faltaba por hablar con una sonrisa triste en sus labios. En lo más profundo de su ser, deseó consolarle, alejar aquello que lo tenía así —. El jefe ha prometido que iba a ser pavo, será divertido.

Chan los miró uno a uno, tratando de descubrir por qué querían que estuviese allí o qué trataban de hacer con él. El olor a lavanda se hizo más fuerte, consiguiendo que se tranquilizase. Aquel hombre, el que le había salvado, le tendió la mano sonriendo. El lobo en su interior quería refugiarse en sus brazos, quedarse allí y ayudarles con la decoración. Pero no podía hacerlo, no había ningún lugar para él y no iba a cambiar.

— No tienes que volver a la calle, puedes quedarte aquí. Mi nombre es Jeonghan y soy el líder de esta manada, el lugar seguro para todo omega. Además, nadie debería estar solo en estas fechas. Uno disfruta más cuando puede compartir las fiestas con otras personas.

Abrió los ojos como plantos, retrocediendo un par de pasos. ¿No era una leyenda?¿El omega que lideraba una manada e iba salvando a otros era real? Si lo pensaba, tenía sentido. Le había encontrado y lo había llevado a su casa, sin preguntas, ofreciéndole la oportunidad de un lugar confortable donde vivir. Las sonrisas expectantes de todos los hombres en la habitación y la expectativa de tener una Navidad real, le hicieron tomar una decisión. Podría escapar en cualquier momento si lo deseaba o descubría que todo era una mentira, que lo habían engañado. Mientras tanto, disfrutaría de la compañía. Odiaba estar solo, odiaba sentirse utilizado, odiaba tener miedo. Quería recuperar sus ilusiones, reír mientras decoraba, tomar chocolate caliente y cantar villancicos hasta quedarse sin voz. ¿Era su milagro?¿Por fin se había cumplido?

— ¿Qué puedo hacer para ayudar? —Contestó con una pequeña sonrisa que Jeonghan esperaba que se volviese más amplia cada día. Aunque fuese difícil, ayudaría aquel chico indefenso y le demostraría que no estaba solo en el mundo—. Soy Chan, gracias por esto.

— ¿Por qué no ayudas a Seungkwan a colgar las luces? —Cuando empezó a caminar hacia la caja que las contenía, el omega lo detuvo—. Chan, bienvenido a la manada del Lago Yang.

***

El pavo no salió tan bien como esperaban. Jeonghan consiguió que el horno ardiese y mientras los demás reían a carcajadas, luchó por apagar el pequeño fuego que se había generado. Tuvieron que buscar un lugar donde cenar, pero a pesar de todo, Chan se sintió cálido y acogido por primera vez en mucho tiempo. Sonrió tanto que sus mejillas dolían y para cuando la madrugada les alcanzó, no le quedaba voz de tanto reír y cantar. A la mañana siguiente, el líder les sorprendió con tazas humeantes de chocolate y nubes. Se sentaron alrededor del árbol para abrir los regalos y para su sorpresa, él también tenía. Consiguió un pequeño lobo de peluche que atesoraría durante años, colocado sobre su cama. No podía creer de nuevo en la Navidad tan pronto, pero poco a poco iría mejorando y un día, recordaría con orgullo la primera vez que cenó con su manada. Llegaría el día en el que confiaría en todos ellos, en el que se convertirían en una familia y cuándo ocurriese, Chan podría decir con una sonrisa que Jeonghan le regaló un hogar.

Llegó al lugar correcto, llegó a casa.

--» NOTAS «--

¡Feliz Navidad a todos y para aquellxs a quienes no le guste, feliz día!

Esto es una pequeña tontería que he escrito como extra para felicitaros. Es el día en el que Chan llegó a la manada y el famoso día en el que Jeonghan quemó el pavo (es mejor que se aleje de al cocina, no va a salir nada bueno de ahí).

La manada del lago Yang - Seventeen [ +18] [EDITANDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora