V. Estás despedido, Seungcheol (1ª parte)

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POV. SEUNGCHEOL

Miró la lata de cerveza que tenía medio vacía en la mano, lista para acabar con las demás, desperdigada sobre la mesa o el suelo a su alrededor. No le gustaba la cerveza, es más, la odiaba, pero era lo único que tenía a mano para poder nublar sus sentidos y olvidar todo por lo que había tenido que pasar en tan poco tiempo. Llevaba la camisa arrugada y mal abrochada, los pantalones habían acabado tirados en algún rincón del salón y no recordaba que había ocurrido con los zapatos del uniforme, ni si quiera le importaba si los había perdido. Los ojos rojos e hinchados indicaban las horas que había pasado llorando y el pelo despeinado, que había estado tumbado durante horas sobre ese mismo sofá, rogando para que el sueño lo alcanzase y su mente pudiese quedar completamente en blanco. Era un desastre. Se había convertido en una sombra de lo que siempre había creído ser y no sabía como recomponerse de nuevo. Habían pasado dos días desde que estuvo en casa de Jun, desde que había conocido al pequeño que resultó ser su hijo y desde que su vida, tal y como la conocía, comenzó a desaparecer. Poco a poco las piezas que hacían que su mundo permaneciera intacto, se fueron perdiendo, dejándole desorientado y sin saber que rumbo tomar. Habían pasado dos días desde que estuvo en aquella casa por última vez y ahora, admirando el silencio que lo rodeaba y cada una de las pertenencias de Jun que parecían reírse del hombre derrotado en el que se había convertido, no podía creerse el giro que había dado sus vida desde entonces ¿Quién le iba a decir que con la marcha del único amigo que tenía en la ciudad, los pilares que le mantenían a salvo se derrumbarían uno a uno?

Todo comenzó el mismo día que padre e hijo se marcharon rumbo a su ciudad natal. Mientras terminaban de desayunar, le llamaron de comisaría exigiendo que se presentase ante el jefe. Fue la primera señal de que el día no sería tan bueno como había creído al despertar, el primer indicio de que estaba a punto de vivir una pesadilla. Abandonó la casa de Jun deseándoles suerte en el viaje, pidiéndole una vez más, que le avisase al llegar, y asegurándole que tendría su apoyo si cambiaba de opinión respecto a conservar su custodia. Con cada paso que daba hacia la comisaría, más se intensificaba la sensación de que iría mal ¿Qué sería tan importante como para que su jefe se tomase la molestia de llamar a quien menos problemas le había dado? Había estado trabajando allí desde que aprobó los exámenes y nunca había cometido una incidencia, aunque tampoco había sobresalido ni había conseguido un logro suficientemente importante como para ser reconocido. Su jefe no tenía ningún motivo para llamarle. Sus sospechas empeoraron cuando sus compañeros empezaron a lanzarle miradas furtivas y a cuchichear entre ellos mientras avanzaba hacia el despecho principal. « Lástima » pensó « Sienten lástima por mi ». Apretó los puños, sintiendo una rabia que no era propia de él. Desde que se había despertado esa mañana con una pesadilla de la que no recordaba nada y que le había regalado un persistente dolor de cabeza, tenía los sentimientos a flor de pie y su cuerpo respondía de forma distinta a la que normalmente lo haría. En aquel momento deseaba pisotear a cada uno de sus compañeros, de sus "buenos" amigos que se compadecían de lo que le esperaba. No era alguien a quien tenerle lástima, lo odiaba. Apretó los dientes para evitar gritarles y se obligó a relajarse antes de llamar.

— Adelante.

La seriedad con la que le había dado permiso para entrar, sin bromas o quejas como era normal, fue otra mala señal. Que le indicase con señas que tomase asiento, sin palmadas en la espalda o palabras de confianza, no podía significar nada bueno. El también le tenía lástima, estaba alargando el momento de dar las malas noticias y se sentía culpable por lo que quisiese decirle. El ligero carraspeó que llamó su atención, rompió por completo todas sus ilusiones. Estaba perdido. Aquella visita sería su fin.

— Vamos, llevamos años juntos. Suéltalo —La espera era mucho peor. Esa incertidumbre que formaba un nudo en su pecho y conseguía que su cuerpo temblase, lo estaba matando.

La manada del lago Yang - Seventeen [ +18] [EDITANDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora