XVII. Voy a ir a buscarlo (1ª parte)

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POV. SEOKMIN

Seokmin había llegado al lago Yang con la intención de disfrutar el día de picnic con sus alumnos y los padres que habían podido acompañarles. En ningún momento pensó que tendría que ir en busca de un niño perdido, preocupado por lo que pudiese pasarle y mucho menos que daría con una agradable familia. No pudo evitar invitarles con los demás, tenía la extraña necesidad de mantener a Joshua a su lado y aprender algo más sobre él. Además, pensó que los niños podrían disfrutar de la compañía de algunos más. Aunque eran mayores que sus alumnos, aún podrían jugar juntos y disfrutar del agradable día de sol. « ¿Por qué tanto interés? » se preguntó, al notar que se sentía más interesado en el desconocido que en cualquier otra persona que había pasado por su vida. Normalmente solía buscar conquistas de una noche cuando necesitaba la compañía de alguien más y si no, se encargaba el mismo de cualquier necesidad que tuviese. Estaba demasiado ocupado con las clases, sus compañeros de piso y la búsqueda de su hermano ¿Cómo podía estar pensando en estar con alguien en medio de un viaje escolar? Era simplemente imposible.

— Señor Joshua, señor Joshua —Dijo Calvin, tirando de la manga de la chaqueta del hombre y sacándole de sus propios pensamientos—. ¿Usted también es un lobo como el profe?

— Un lobo feroz —Gruñó, soltando el carro durante un instante para hacerle cosquillas y provocando la risa de los niños y la suya propia.

Todo cambió cuando se dio cuenta de lo que había dicho su pequeño y rebelde alumno. Paró en seco, quedándose rezagado del grupo y observó con atención a cada una de las personas que había encontrado. El más mayor, empujaba cuidadosamente de la silla de una chica de mirada adorable, que no dejaba de sonreír, mientras que su tío llevaba al bebé en el carro. Nada de lo que veía en el exterior indicaba que fuesen lobos y, además, debería haberlo olido, ¿No?¿No se suponía que los de su especie eran capaces de identificarse entre sí por su aroma especial? Sin embargo, aún podía oír las palabras de Calvin en su mente. Los niños, por muy humanos que fuesen, nunca se equivocaban al detectarles ¿Podría haber sido un error esta vez? Cerró los ojos, olfateando a su alrededor y sintiendo que el mundo se derrumbaba a sus pies al darse cuenta de que solo era capaz de captar aquellos olores que eran tan fuertes que hasta un humano podía identificar. Su olfato se había ido por completo, no podía oler nada. Se llevó una mano al pecho, sintiendo que comenzaba a faltarle el aire. Tuvo que dejarse caer en el suelo al notar el temblor de sus piernas y llevarse las manos a la boca, tratando de calmar su respiración.

— ¿Profe lobo? —Preguntó Calvin, acercándose a él con una mirada tan preocupada en su inocente rostro que le partió el corazón—. ¿Estás malito, profe?

— E-estoy bien —Consiguió decir, aceptando el abrazo del pequeño—. Solo necesito un abrazo muy muy muy fuerte y todo estará bien

Sintió como los brazos del niño se cerraban alrededor de su cuello con más fuerza, dándole el calor que necesitaba para recuperar un poco de la calma que le caracterizaba. Se refugio en esa calidez durante unos segundos antes de levantar la vista y enfrentar a Joshua que le observaba preocupado. Algo en su interior le decía que no debía causar ningún daño a ese hombre, que él debía ser fuerte por los dos y llevar el peso sobre los hombros de cualquier problema que hubiese. No entendía por qué se sentía a su alrededor y eso le desconcertaba. Tenía la impresión de que sabía la respuesta, pero cada vez que estaba a punto de encontrarla, se esfumaba. Era como si necesitase algo más, algo que no podía hallar pero que le daría la solución a cualquier pregunta que tuviese. Dios, si tan solo pudiese tener un poco más de lobo en él para descubrirlo...

— ¿Estás bien?

— Sí, no te preocupes.

Se incorporó, mostrando una de sus más amplias sonrisas y convenciéndose de que mañana sería un nuevo día, que volvería a recuperar su olfato y seguiría a la espera de que un mal día llegase de nuevo. Todo iría bien, solo necesitaba un poco de descanso y todo estaría bien. El hecho de que sus huesos no doliesen y su vista continuase bien, era un buen indicio. Achacó su ataque repentino a descubrir que ni si quiera podía detectar cuando había otros lobos a su alrededor y no al miedo de que su lobo muriese antes de lo previsto. A pesar de que sabía el resultado final, aún se aferraba a la esperanza de que algo cambiaría y lo salvaría.

La manada del lago Yang - Seventeen [ +18] [EDITANDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora