VI. Esta vez soy yo el que tiene miedo (1ª parte)

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POV. JUN

Jun había vivido momentos cargados de impotencia, situaciones dónde su desesperación crecía con cada segundo y su mundo cedía el control al miedo cuando se veía incapaz de actuar. Cuando su mejor amigo Soonyoung fue expulsado y castigado por una razón que desconocía la mayor parte de la manada, él no pudo hacer nada por él. Ni si quiera fue capaz de buscarle, de saber si seguía vivo o si ya nunca tendría la oportunidad de volver a verle. No era lo suficientemente fuerte para imponerse al resto de su manada, para detener la injusticia que estaban cometiendo y solo pudo quedarse en su casa, golpeando la puerta para que alguien le permitiese salir a encontrar a su amigo. Desde entonces, siempre había descrito los sucesos de aquellos días como los peores de su vida, la sensación de impotencia le ahogaba y saberse encerrado lo empeoraba. Pensó que nunca pasaría por algo peor y que nada podría llegar a alterarle tanto. Sin embargo, el destino tenía otros planes para él. Después de buscar a su cachorro por los alrededores del lago y no encontrarlo por ningún lado, la preocupación y el nerviosismo crecían por momentos hasta dejarle en un completo estado de desesperación. Gritaba su nombre sin resultados, buscaba un mínimo rastro de su olor sin esperanzas y rezaba porque nada malo hubiese pasado. Sus instintos se dispararon en cuanto escuchó la voz de su hijo pidiendo ayuda, corrió en su dirección llamándolo desesperado y al verle ahogándose, moviendo sus manos para tratar de mantenerse a flote, el pánico lo inundó, inmovilizándole por completo. Impotente, desesperado y completamente aterrado, observaba como un desconocido se lanzaba a salvarlo. Su lobo aullaba, pidiéndole que actuase, acusándole de la situación. Parecía gritarle que era el único culpable y tenía razón. Nada de esto habría pasado si fuese un buen padre, si no le hubiese gritado que le odiaba y le hubiese dicho que no pasaba nada si moría. Era un idiota.

— El niño estará bien, está en buenas manos —Dijo la voz amable del hombre al que le debía su vida. Trataba de tranquilizarlo y no comprendía por qué. Había rechazado al que parecía ser su amigo, había puesto en peligro a su hijo y no había sido capaz de actuar a la hora de verdad. No entendía como podía mostrarle tanta amabilidad—. Seungkwan me cuidó con todo lo que tenía aunque no me conocía, hará lo mismo con él. Es incapaz de dejar que nadie lo pase mal.

Cerró los ojos, apoyando la cabeza en la ventanilla sin ganas de hablar. Por mucho que le hablase maravillas del médico que comprobaría que su hijo estaba bien, la preocupación no se marchaba. Quería estar a su lado, abrazarle y asegurarse que no volvía a desaparecer de su vista. Si debía pelearse con quien le atendía, lo haría. Su única prioridad es saber que estaba a salvo, que no le había pasado nada grave y podría recuperarse. Una y otra vez sus pensamientos volvían a centrarse en todo lo malo que había hecho y en lo poco que se merecía ser padre.

— No eres mal padre —Abrió los ojos de golpe al escucharle. ¿Le había leído los pensamientos? Lo miró con curiosidad, esperando a que siguiese hablando—. Solo necesitas un poco de práctica. No llevas mucho tiempo con él ¿Verdad? —Asintió, asombrado de que fuese capaz de analizarle tan bien. Acababa de conocerlo y ya sabía lo que pasaba por su cabeza o lo que estaba ocurriendo, era asombroso—. Era de esperar, has actuado con el miedo de un padre primerizo que no sabe como reaccionar. Aprenderás a hacerlo, te lo aseguro. Créeme, sé como actúan los malos padres y tú no lo eres. Un poco idiota sí, pero malo no.

Sonrió despacio, apreciando cada una de sus palabras. Ahora que le había escuchado, se sentía mucho más tranquilo en ese aspecto. Todavía podía conseguir una oportunidad y demostrar que podía convertirse en un buen padre, uno como el que hubiese deseado tener, el que tanto necesitaba ser. Continuó el viaje sumido en un profundo silencio, pensando sobre lo que haría a partir de entonces. Si quería quedarse con Kwanghee, necesitaba encontrar un mejor trabajo y lograr una casa mucho más digna de un niño, menos llena de peligros y donde uno de los dos tenga que dormir en el sofá por no tener habitaciones de más. Seguía preocupado, pero trataba alejar el nerviosismo de su mente. No confiaba en Seungkwan, no lo conocía; pero si Mingyu decía que era un buen médico, le daría el beneficio de la duda.

La manada del lago Yang - Seventeen [ +18] [EDITANDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora