XIV. No llores más, papá, por fin estoy contigo (1ª parte)

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POV. JUN

La taza de té había acabado enfriándose entre sus manos, intacta. La manta que había traído para resguardarse del frío había acabado deslizándose por sus hombros en algún momento, pero a penas era consciente del temblor de su cuerpo helado. Sus pensamientos se encontraban muy lejos de allí, en una manada que seguía atormentándole incluso después de marcharse. Su corazón lloraba por la pérdida de una gran amiga en manos de los mismos imbéciles que habían arruinado su vida. Si se hubiese quedado allí, si hubiese sabido lo que estaba ocurriendo, si simplemente hubiese podido hacer algo para ayudarles antes de que fuese demasiado tiempo, antes de que ella muriese, antes de que su hijo hubiese tenido que huir de allí completamente solo. No solo no había estado con ellos cuando más lo necesitaban si no que había querido devolver al cachorro al mismo lugar al que tanto temía. Había sido tan estúpido... Quería correr, quería regresar a esa maldita manada y acabar con todos sus miembros, quería vengarse de todos ellos por no haber evitado el sufrimiento de sus amigos ni de su pequeño niño. Podía sentir como la ira se propagaba por su cuerpo, amenazando todo su autocontrol. Apretó los puños con tanta fuerza que la taza se hizo añicos en sus manos al recordar como el asustadizo cachorro había suplicado para que no lo abandonasen después de escuchar su historia. No quería volver a ver esa mirada en sus ojos, no quería que volviese a llorar por sentirse diferente y aquellos que le habían convencido de ser un monstruo iban a pagar las consecuencias.

Sintió como volvían a colocarle la manta en los hombros y se volvió para gruñir al intruso, al límite del control. Su animal estaba tan cerca de la superficie que pensó que cambiaría en cualquier instante. Sin embargo, su lobo reconoció el olor a mar, sol y arena que tanto caracterizaba a su pareja y fue retirándose poco a poco, dejando que su lado humano recuperase el mando por completo.

— Shhhh... Está bien, todo está bien, todo irá bien —Susurró Minghao mientras lo abrazaba por la espalda—. Nuestro cachorro está a salvo aquí, no dejaremos que nadie se acerque a él.

— Estaba tan asustado... Estuve a punto de llevarlo allí, yo... Dios, me siento tan estúpido —Habló, volviéndose consciente por fin del frío, de los trozos de porcelana sobre su regazo, del dolor del corte en su mano y de la cálida sensación de los brazos de Minghao sobre él.

— No lo hiciste y eso es lo importante, Jun. No puedes volver atrás en el tiempo y evitar que las cosas sucedan así, pero puedes hacer que el presente sea bueno para él. Seremos buenos padres, ya lo verás. ¿Y sabes por qué? Porque lo protegeremos y lo amaremos como necesita —Se retiró de su espalda para colocarse en cuclillas frente a él—. Ahora, déjame esas manos. Es hora de volver dentro y prepararle un buen desayuno a nuestro hijo... —Hizo una pausa al darse cuenta de lo último que había dicho y añadió lo que Jun sabía que iba acabar pasando—. Sí, es hora de llamar a Mingyu para que se lo prepare él.

— Gracias, si no hubieses aparecido, ahora mismo estaría muy lejos de aquí y cuando estoy tan enfadado soy impredecible —Una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios y por primera vez desde que había oído como habían tratado de atrapar a su cachorro por ser poderoso, sintió que podía respirar. Había estado tan enfadado, asustado y preocupado que había perdido la noción espacio-temporal—. ¿Cómo está?

— Sigue durmiendo, pero está bien. Hicimos bien en quedarnos con él, aunque ninguno durmiese mucho —Explicó mientras revisaba el corte que se había hecho en la mano. No era demasiado profundo, así que no tardaría en sanar—. Conseguimos calmarlo suficiente como para que descansase y que Jeonghan prometiese hacer de esta manada un refugio para ellos también ayudó a que se tranquilizase. Creo que tenemos que agradecerle lo que hizo ayer...

La manada del lago Yang - Seventeen [ +18] [EDITANDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora