32. Un... ¿Íncubo?

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— ¿Cómo un demonio que, supuestamente, es irresistiblemente seductor, puede tener esa apariencia? — Recalcó la palabra "esa". Ihara señala con su dedo índice derecho al corpulento visitante mientras levanta una ceja al mismo tiempo que su rostro se muestra serio.

— Pues... eh... — ni Leran puede responder a su pregunta. Es un misterio de dónde diablos pudo haber surgido un íncubo así.

— Saludos, viajeros — hablo con una voz chillona el demonio. — ¿Qué los trae a estas tierras olvidadas por la mano de los dioses?

— Solo pasamos por aquí, ya nos...

— El señor grifo nos dijo algo sobre una Caza de Estrellas — Diot había desmontado del caballo y avanzaba lentamente hacia el íncubo con la mirada de quien observa al amor de su vida. Parecía completamente cautivada.

— ¿Caza de Estrellas?

— ¿Pero qué carajos haces, campesina? — le susurro Leran cuando ella paso a su lado.

— Eres una buena chica — dijo el demonio cuando Diot llego a su lado y le palmeó la cabeza como si acariciara a un can. Diot se sonrojó y soltó risitas tontas.

Leran tenía un tick en su ojo izquierdo y miró a Ihara. Esta estaba ligeramente sonrojada. Claro que el tipo era un incubo, era obvio. Se habían déjalo llevar por su apariencia poco... agraciada, pero eso no le quitaba los poderes que cualquiera de su clase tenía con las mujeres. Era muy gracioso verlas tan nerviosas por alguien con esa apariencia, pero el tiempo valía oro.

— Si no te importa, nos marcharemos ahora. — Leran se acercó al extraño cuadro que ofrecían el íncubo y Diot y la tomó del brazo.

— ¡Un momento! No puedo ignorar que tan adorables jovencitas viajen con semejante bárbaro. ¿Acaso tienen algún tipo de relación?

— Claro que no, solo me contrataron para escoltarlas — dijo Leran mientras se cargaba a Diot como un costal sobre su hombro al tiempo que ella estiraba los brazos hacia el íncubo.

— ¿Y hacia dónde iban? ¿Mmm? — El corpulento demonio se acercó a Ihara, provocando que esta se sonrojara un poco más. — ¿Una consumidora? ¡Vaya! Esta sonrojada, increíble ¿así de guapo soy?

— Escucha, íncubo, solo queremos continuar con nuestro camino en paz... — Leran tomaba las riendas del caballo de Diot mientras ella se dejaba llevar en su lomo como costal nuevamente.

— ¡Espera! ¡No puedes viajar con una consumidora!

— Sí, sí, son peligrosos. —Respondió Leran rodando los ojos. —Ya déjanos en paz.

— Si ella esta sonrojada, significa que su transformación no está completa. Eso explicaría porque está tan tranquila justo ahora.

— Es una consumidora, no una mariposa ¿a qué te refieres?

— Te lo diré si me llevan con ustedes.

— ¡¿Estás loco?!

— Solo hasta que hayamos salido de estas tierras. No causaré problemas, lo juro.

— ¿Qué hace alguien como tú en un lugar como este? — lo miró desconfiando.

— Me perdí. — Respondió mientras se rascaba la espalda perezosamente.

Leran se llevó una palma al rostro y miro a Ihara. Esta se encogió de hombros.

— ¡Bien! Pero solo hasta que atravesemos estos acantilados.

— Perfecto. — Se acercó al caballo de Leran e intento subir, pero sus cortas piernas no lo dejaron. Al final empezaron a avanzar con el íncubo de barriga, pataleando en la parte trasera del caballo.

— ¿Y bien? ¡Suelta lo de los consumidores!

— ¿Ah sí que el niño bonito sabe que son los consumidores? Creí que nadie más aparte de los seres inmortales los recordaban.

— Si, si como sea, solo dilo.

— Si ella puede sonrojarse, significa que aún tiene un poco de humana, ya sabes, sentimientos y esas cosas. Cuando un nigromante crea a un consumidor, si la ceremonia fue hecha correctamente, ya no le queda ni una pisca de humano.

— ¿Quieres decir que...?

— Su ceremonia no estuvo completa.

— ¿Qué pasará ahora?

— Pues, ira perdiendo eso poca humanidad que le queda hasta quedar como cualquier otro consumidor: una maquina devoradora inmortal con apetito infinito taninteligente de los hombres.

— Vaya. — Diot interrumpió desde su caballo. — Sabes muuuucho. Eres grandioso.

— Lo sé primor. En fin, cuando su transformación esté completa, no les aconsejo viajar con ella, se comerá a todo humano que tenga cerca.

— No sería la primera ni la última vez que algo intenta comerme, me sé defender. — Leran dijo desafiante.

El íncubo miro a Diot desde su posición.

— ¿Y esta adorable pelirroja sabe defenderse también? — Sonrió maliciosamente.

— Desmonta, ya llegamos a la salida.— Le ordenó Leran, ignorando su pregunta.

— Bueno humanos y consumidora, fue un placer viajar con ustedes.

El demonio se bajó cayendo sobre su trasero y, literalmente, se desvaneció.


Diez estrellas y un deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora