CAPÍTULO 20

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—Conozco tus razones, pero simplemente no puedo terminar de entender... ¿Estás seguro de lo que quieres hacer?  —me angustia que siquiera lo piense.

—Es lo único que ha ocupado mi mente desde entonces —contesta ensimismado —. He pasado noches sin dormir esperando que en cualquier momento derrumben mi puerta —solo oírlo siento como se forma un nudo en la boca del estómago.

—Pero no puedes enfrentarte solo así, en su propio juego. Tú mismo sabes de lo que es capaz de hacer —este tema es preocupante. Debería al menos pensarlo bien antes de hacer cualquier tontería.

—Lo decidí hace tiempo —es su respuesta definitiva, y sé que no podré sacarle esa idea de la cabeza. Está dispuesto a hacerlo a como de lugar. Olvidaba lo perseverante que puede llegar a ser.

—Entiendo... —contesto pensativa. Una voz no deja de repetirme que esto es como un suicidio.

—No te preocupes por mí, Camille —habla con gentileza, ha visto mi preocupación pero unas simples palabras no me calmarán —. Estaré bien, me he preparado por años para esto.

—Y aún así hasta hace apenas dos meses tú casi mueres —digo irónica —. No deberías sentirte tan confiado.

Levanta las cejas sorprendido ante mi ataque, pero no negará que tengo razón. ¿Qué hubiera pasado si nadie yo o nadie más lo hubiera encontrado? Se habría cometido lo que se planeó en el principio y yo ni me hubiera enterado de su muerte.

Nuevamente siento el nudo que me imposibilitaba tragar.

—Ese día me tomaron desprevenido —habla y lo miro atenta —. Debo admitir, que esperé cualquier bienvenida, excepto esa —bromea y entiendo que solo quiere aligerar el ambiente.

Realmente no puede tomarle menos importancia y prefiero rendirme ante su tranquilidad, no tiene caso seguir insistiendo.

—Sigo sin creerlo —murmuro pasando mi mano por el cabello.

—Lo sé, y yo... —levanta su vista a mi cocina y de inmediato algo capta su atención poniéndose de pie. Lo sigo con la vista hasta la mesa donde descansa la caja y la trae consigo —. Creí que llegaría antes que esto. Le pedí a Marco que te la hiciera llegar —la examina y ve que ya la he abierto. Se sienta donde antes y la coloca en la mesita de centro. Saca todo lo que yo ya había visto y lo pone en una línea frente a mí —. Supongo que te preguntaste el motivo —me mira por un segundo antes volver a tomar el aparato que se asemeja a un pequeño teléfono.

—Sara me dijo lo que hablaron así que lo anticipé —me encojo de hombros mientras observo.

—Deberías ser un poco más consciente a la hora de andar sola por la calle —menciona ajustando unos cuantos botones —Ya está —esboza una sonrisa de satisfacción y me lo entrega.

—Gracias —lo tomo y noto de reojo como me mira —. Logan, yo... tengo una duda.

—Dime.

—¿Esto tiene otro motivo? —pregunto con mi atención en el aparato entre mis manos. Mientras me contaba su historia, varias dudas aparecieron sobre su reciente comportamiento hacia mí.

Suspira.

—Por eso quería verte. Es algo que no podía decirte por teléfono —lo miro —. Puede que ya te hayan vinculado conmigo —baja su mirada a mi pie vendado y hace una mueca —. Cuando no llegabas, creí lo peor. Sé que para tí fue una noche horrible, pero fue un alivio saber que pude llegar a tiempo.

—Entonces, ¿crees que pueda estar relacionado con ellos?

—Posiblemente.

Siento como la decepción viene hacia mí. Al principio creí que Sara decía la verdad, inclusive me emocionó la idea, pero ahora veo que la realidad es otra. Lo que impulsaba a Logan a ser amable conmigo, era la culpa.

Malas Decisiones [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora