6. CREANDO ILUSIONES.

298 38 17
                                    

Adrien se había pasado la mayor parte del día pensando en cuál sería la forma adecuada para acercarse a aquella chica que le había robado el corazón detrás del antifaz. Había compartido con ella todas aquellas semanas y meses durante las clases, era su primera verdadera amiga, a pesar de que en su primer encuentro entre ellos hubo aquel malentendido en el que él fue malinterpretado, pero ella al final lo pudo comprender y le brindó aquella bonita amistad que con ninguna otra chica había podido tener. No podía olvidarlo, pero se sentía un poco estúpido por no haberse dado cuenta de que aquella chica compartía grandes similitudes con su más grande amor. Y ahora ella se convertía en la personificación de ese gran amor. La tenía tan cerca que no tenía idea de cómo acercarse a ella. Estaba muy nervioso.  Él era tan diferente de Chat que incluso eso le molestaba.  Pudo recordar entonces los momentos en los que ella se acercó varias veces frente a él y su voz se convertía en balbuceos que apenas él lograba comprender.

Estaba en sus zapatos sin siquiera notarlo, sin embargo, en lugar de hablarle simplemente prefería aguardar y meditar la forma adecuada para acercarse a aquella chica que le robaba cada uno de sus suspiros, que le robaba el aliento, que le robaba el corazón y el alma en un solo instante. No necesito nada más que descubrirlo para saber que en realidad la amaba por ser como era aún sin el antifaz.

Al llegar la hora del término de las clases, Adrien alcanzó a Marinette que iba acompañada de su amiga Alya y la detuvo sujetándola de la mano, un poco nervioso. No sabía por qué lo había hecho y aún no tenía nada preparado para aquel momento, pero no quería dejar que se alejara tan rápido sin haberle dicho aún nada.

– ¿Adrien? – inquirió Alya al ver que su amiga apenas reaccionaba con balbuceos y su cara enrojecía–. ¿Necesitas algo de mi amiga?

– Yo... ¡SI!... Digo, ¡NO!... Es decir...– tartamudeo Adrien sin soltar aún la mano de Marinette que parecía bastante aturdida en un remolino de confusión al estar ante él. Ella estaba tan roja que parecía que colapsaría en cualquier instante frente a él, y él estaba tan nervioso que apenas podía articular coherentemente una sola oración que pudiera ser entendida por alguna de las dos chicas. Tomó un poco de valor mientras se perdía en el azul celeste de los ojos de aquella hermosa chica y después, en un intento de llenarse de ese valor que tenía su alter ego como Chat Noir, dijo lo que en ese instante pensaba, sin un freno que le controlara aquellas palabras que durante todo el día estaba tratando de organizar, que estaba tratando de...

– Llevo rato pensándolo Mari, y quería preguntarte si me darías la oportunidad para salir un día y... yo sé que te rechacé pero- comenzó a decir Adrien y comenzó a ponerse aún más nervioso por la reacción de su amiga, que parecía haber colapsado ante sus palabras.

– ¿Marinette? – inquirió Alya observándola detenidamente mientras la tocaba en el brazo con uno de sus dedos. En aquel instante, Marinette se desplomó colocando bastante nerviosos a los dos chicos que la acompañaban.

– Marine...–

Cuando abrió los ojos se encontraba en su habitación y su madre estaba junto a ella, acompañándola. Sabine parecía un poco preocupada pero su semblante se vio bastante relajado cuando vio que su hija comenzaba a recobrar el conocimiento. Era de noche y no sabía cómo había pasado tanto tiempo ni cómo había llegado hasta allí. Se incorporó en su cama algo confundida. No tenía idea de lo que había pasado y su madre comenzó a preguntarle pues al parecer ni Alya, ni el chico que la habían traído en su limosina le habían sabido dar alguna explicación. Entonces comenzó a recordar poco a poco y su rostro comenzó a enrojecer lo que preocupó aún más a Sabine que tocó su frente para verificar que no tuviera fiebre y comenzó a preocuparse.

– ¡Oh por Dios! ¡Parece que cogiste un resfriado!  Además has estado comiendo mal estos últimos días  ¿En qué estabas pensando?  ¡Tom! – exclamó la mujer que se levantó como si tuviera un resorte de la cama y bajó apresurada a buscar algún medicamento para la fiebre, dejando a una Marinette bastante emocionada, tratando de contener el grito de emoción para no asustar más a su madre que parecía no escuchar a su hija que intentaba en vano decirle que ella estaba muy bien.

Solos Tu Y Yo...  Bajo Las Hojas De Otoño.    MLBAA18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora