8. RECUERDOS PARTE 1.

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Adrien entendía bien que había cometido un profundo error que tendría que afrontar. Aquella noche, tras transformarse en Chat Noir, había ido de nuevo a visitar a aquella preciosa azabache con la que compartían aquel secreto que sólo era cuestión de tiempo para que explotara en la cara de todo el mundo. Sólo unos cuantos meses para que aquella pequeña criatura llegara al mundo y sorprendiera a todos.  No podía evitarlo.  Estaba ansioso, asustado, pero sobretodo ilusionado y muy nervioso.

Tocó la ventana de la azabache quien lo esperaba con una linda sonrisa en su rostro y un aspecto adorable.  Amaba estar con ella y cada instante que pasaba a su lado, ella le robaba más el corazón.  Lo invitó a pasar de inmediato y él no se hizo esperar.  Aquella noche en especial se veía preciosa, pero algo en su entorno le llamaba la atención. En el centro de la habitación había una pequeña mesa ratona con un lindo mantel de bordado dorado, decorado con lindas flores que él reconoció, pues eran las que noche tras noche él le regalaba a ella. Había un candelabro iluminando una deliciosa cena que los aguardaba.

Estaba sorprendido por aquel detalle de su chica y la miró intentando encontrar una respuesta a aquel acto que ella le ofrecía, mientras ella sonreía con su rostro lleno de ilusión... y sonrojo. La observó un instante con más detenimiento y pudo fijarse en el hermoso vestido que llevaba puesto. Era un lindo vestido blanco con un chal negro y elegante tejido a mano, con hermosos detalles bordados en tono verde esmeralda y unas hermosas zapatillas, también blancas que hacían juego con su vestido. Sus mejillas sonrojadas la hacían ver radiante, hermosa.

– hoy se cumplen... tres meses de... estar juntos, y dos de...– dijo ella en un susurro conteniendo su emoción y acariciando su vientre por sobre el vestido. Aquello le llenaba de ternura.

Chat Noir deshizo su transformación, a lo que Plagg voló rápidamente en dirección opuesta, donde se encontraba Tikki con un vestidito tan lindo que Plagg, tomando a su amiguita de su mano, con una coqueta sonrisa, se la llevó hasta el balcón, para dejar a los jóvenes solos.

– Hola bebé– dijo Adrien al acercarse, saludando el vientre de la joven madre y acto seguido la besó en los labios con profunda ternura y dulzura–, hola princesa. Yo... lo había olvidado. Perdona. Yo, no tengo nada para ti. Pero prometo que...

– No te preocupes– dijo ella rodeándolo con los brazos–, son muchas cosas en las qué pensar, lo sé. Por eso prepararé cada mes uno de estos. Así tendremos algo que celebrar de vez en cuando.  Además el mes pasado la pasamos demasiado mal entre los dos.  Ahora debemos recuperar un poco ese tiempo perdido. 

– ¿Lo preparaste tú? – inquirió Adrien sentándose frente a la mesa y observando todo lo que estaba servido–. Se ve delicioso– dijo él tras aquella típica sonrisa entusiasta que todo lo iluminaba.

– Si, aproveché que mis padres no estuvieron esta noche. Volverán en algún tiempo, no estoy segura en cuanto. Los invitaron a participar en un concurso en Londres, de panadería y pastelería, así que, hasta que no termine ese concurso, no volverán.

– Entonces... ¿estaremos tú y yo solos esta noche? – inquirió Adrien entusiasmado y nervioso. Hacía tiempo que no compartía intimidad con aquella chica y deseaba tenerla de nuevo entre sus brazos. De hecho, desde que se generó toda esa confusión y aquel inevitable desenlace, no había tenido oportunidad de estar con su chica a solas de nuevo.

– Esta noche es... para los dos, gatito– respondió ella con las mejillas tan rojas como un tomate.

– y... ¿Podré venir a visitarte todas las noches hasta que tus padres vengan? – inquirió con coquetería el chico sin saber disimular el entusiasmo que llevaba dentro.

Marinette sonrió y dejó escapar una risa traviesa.

– Sólo y si te portas bien, gatito.

Adrien no pudo evitar sonreír. Aquello le hacía ilusión. Pasar las noches, todas las noches con su amada. Intentar hacerle el amor de nuevo. Sus mejillas se sonrojaron de repente ante aquel pensamiento e intentó distraer su mente tras servirse algo de lo que ella había servido sobre la mesa.

Solos Tu Y Yo...  Bajo Las Hojas De Otoño.    MLBAA18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora