39. CUESTIÓN DE TIEMPO.

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Fu los había invitado a pasar a su casa y los atendió de maravilla esa fría mañana.  Los condujo a una habitación donde sólo había en medio, un hermoso tapete rojo y una mesa ratona.  Los hizo sentar en unos cogines alrededor de ella y se sentó frente a ellos.

─He estado esperándolos desde hace varios meses─ comenzó a hablar el anciano acomodando sus brazos sobre la mesa y observándolos con amabilidad en su rostro─.  Por un momento llegué a pensar que ya no me necesitarían y que todo saldría bien, pero veo que esta vez tampoco va a ser fácil para ustedes.

─¿Para nosotros? —inquirió Marinette con intriga—.  Qué... quiere decir...

─No se preocupen, todo vendrá a su debido tiempo ─dijo él levantándose y saliendo de la pequeña habitación, dejándo al par de chicos unos pocos minutos solos, los cuales Adrien aprovechó para acercarse a Marinette, apoyar su cabeza sobre el hombre de la chica y comenzar a acariciarle el vientre, cosa que Marinette amaba que hiciera y la hacía sonrojar.

No hacía falta decir nada en ese momento.  El sentimiento era demasiado fuerte y se transmitía ante aquel contacto.  Tikki y Plagg se sentaron cerca de ellos dándoles un poco más de espacio.

—Te amo —soltó Adrien que parecía dejarse llevar por aquel momento, sin moverse ni separarse de ella, continuando en lo que hacía, mientras imaginaba acariciar a sus bebés—.  Los amo a los tres.

Marinette se sentía dichosa.  Posó su mano sobre la del rubio y beso sus dorados cabello apoyando su cabeza sobre la del chico.  Se sentía afortunada, pero también estaba cansada por la situación.  Ambos lo estaban.

Antes de poder decir algo más, el maestro Fu entró de nuevo a la habitación trayendo con él una bandeja con alimentos a lo que Tikki y Plagg se apresuraron a ayudarle─.  Deben tener hambre —dijo colocando frente a ellos la bandeja sobre la mesa. Marinette y Adrien intercambiaron una mirada y asintieron, comenzando a comer en silencio.  Fu siempre les había transmitido confianza y ante su apresurada salida no habían alcanzado a desayunar nada. 

Marinette comió bastante bien a comparación con Adrien, quien apenas se había probado su ración de queso con chocolate.  No quiso probar nada más, el olor del resto de la comida le hacían dar arcadas y quería evitar devolver algo más aquella mañana, mucho menos despreciar aquel gesto del maestro.  En cuanto terminaron, le dieron las gracias y Marinette se dispuso a levantar los trastes, pero Adrien la detuvo con ternura y el mismo lo hizo guiado por un pequeño Wayzz que lo condujo ida y vuelta de la cocina.

─Yo aún... no entiendo cómo... ─comenzó Adrien en cuanto regresó a la habitación.  No sabía cómo formular su pregunta, pero se sentía afortunado al saber que podían contar con él de ahora en adelante.

─Lo que el maestro quiere decir es que, en casos anteriores similar al que ustedes están atravesando, por lo general siempre terminan acudiendo a él─ Explicó Tikki que se sentó sobre la mesa junto a Plagg y Wayzz.  Marinette y Adrien observaron al maestro Fu quien a su vez los observaba con una cálida sonrisa en su rostro.

─Ustedes necesitan un lugar seguro en donde Marinette se sienta cómoda mientras pasa su embarazo─ comenzó a decir Fu sin dejar de observarlos─.  No es una opción que a su edad se vayan a vivir solos, además los bebés...

─Wowowowowo... Aguarde ─lo interrumpió Adrien palideciendo de repente─.  ¿Cómo que los bebés?  Es decir, cómo sabe que son los bebés y no él bebé.

─¿No les has dicho aún nada de nada Tikki? ─inquirió sorprendido el anciano diriguiéndose a la diminuta Kwami.

─No se ha dado aún la oportunidad para hablar de eso Maestro ─respondió ella bastante avergonzada─, además ellos ya lo saben, así que no hizo falta.

Solos Tu Y Yo...  Bajo Las Hojas De Otoño.    MLBAA18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora